Los socios fundadores y creadores de Vecino nos cuentan su propio secreto, o al menos parte de su magia que ya conquista a todo el país (con la medalla Gran Oro de Guarda14 en su cuello).
Esta bebida milenaria ha vuelto con tanta potencia como opciones de sabores. Hecha a base de vino, con toques de diferentes hierbas, bayas, cítricos y tantos otros botánicos. Si de vermú rosso hablamos, es endulzado con algún mosto, arrope, almíbar, caramelo o símil para balancear la presencia amarga del ajenjo y dar ese perfil encantador.
Los socios fundadores y creadores de Vecino nos cuentan su propio secreto, o al menos parte de su magia que ya conquista a todo el país (con la medalla Gran Oro de Guarda14 en su cuello).
“Nacemos de un vino pensado como medio, que aporte frescura y acidez en el juego con la carga botánica. Fuimos en busca de los antiguos vermús, clásicos y arraigados en nuestra tradición, en donde un vino era transformado para crear nuevos sabores, aromas y complejidad en su tomar”.
La historia nos cuenta que esta bebida nace de la mano del médico griego Hipócrates en busca de un elixir sanador con el ajenjo como protagonista. Aunque otra rama nos dirá que fue Carpano, en Italia, quien maravilló al pueblo y al emperador con su receta. Cualquiera sea la original, el vino es la estrella de este aperitivo que acompaña a familias y amistades argentinas desde hace décadas en las previas de los buenos encuentros.
Hoy existen vermuts hechos a base de vino tinto, blanco, rosado y hasta naranjo. “Pero el original fue con blanco y hacía eso fuimos, donde nos encontramos con un blend de uvas criollas que nos voló la cabeza”, enfatizó Martín Tripodi, el alquimista detrás de la receta. Sin dudas que las variedades criollas también han regresado con fuerza y están ganando terreno. Estas uvas devenidas de otras tierras y épocas son el resultado de una adaptación local y autóctona durante muchísimos años. Estos vinos se caracterizan por ser frescos, ligeros y de alta productividad.
“Nosotros descubrimos algo muy interesante entre criollas chicas y grandes, con algún que otro Pedro Gimenez que andaba dando vueltas por la viña. Esa frescura y acidez, con lo simbólico de estar trabajando uvas locales con genética europea, es nuestro santo grial vermutero”. Sin dudas que hay algo novelesco, siguiendo el recorrido histórico de la bebida en cuestión. De origen y receta italiana, este vermut retoma el legado de nuestros antepasados, adaptando el aperitivo a los paladares más exigentes de los tiempos que corren.
Si de catar se trata, este Vecino nos lleva a un mundo de criollas, botánicos amargantes, aromáticos y dulces, junto a un caramelo que envuelve al paladar para retrotraernos a mil sensaciones. Un vermut atractivo con notas a romero, coriandro y nuez moscada, que culmina con dejos a canela y vainilla.
Es hora de disfrutar de la temporada veraniega y sus momentos únicos. Por las criollas, la tradición y un buen fin de año, ¡salud!
