Aunque no se sepa tanto de ellas, suelen formar parte de la sobremesa y protagonizar el brindis durante las fiestas.
Se acerca Navidad y es tiempo de una de las bebidas más pedidas de la época: la sidra. Una opción económica y popular que suele estar presente en las fiestas, junto al pan dulce.
Se trata de un vino hecho a base de manzana roja, su principal insumo. Este 1 de diciembre se celebra el Día Internacional de esta fruta, con el objetivo de exponer sus virtudes. No existen muchas precisiones acerca del origen de esta festividad pero se sabe que ese día en 1976, John McIntosh descubrió la variedad Mac, una de las qué más se cultiva.
Aprovechando la fecha, hablemos del fermentado de las manzanas más conocido.
Origen y producción: todo sobre las sidras
Sobre el surgimiento de la sidra no hay mucha documentación histórica. Se cree que antes de Cristo los hebreos ya producían una bebida fermentada a base de frutas. Esto fue documentado por ejemplo en el Antiguo Testamento. Sin embargo, las fechas son inexactas.
Lo que sí se sabe es que “sidra” proviene de la palabra “sicra”, que es una traducción al latín de la palabra griega “sikera”.
Con estos términos se la conocía en la región ya en los primeros siglos después de Cristo, confirmando su presencia y producción en la región. Sin embargo, en esas primeras instancias su elaboración estaba asociada a un consumo personal de cada productor. No fue hasta el siglo XVIII que comenzó a ser elaborada industrialmente y a partir de ahí comercializada al punto que se utilizaba como bien de intercambio.
Al día de hoy su producción se ramificó. Los españoles e italianos heredaron la tradición romana y la exportaron siglos después a Latinoamérica. Inglaterra llevó la sidra a Estados Unidos y así siguió el proceso. Hoy es un producto de comercialización global. Sin embargo su método de fabricación no mutó demasiado.
Básicamente, consiste en la selección de las mejores manzanas conforme a su madurez y concentración de azúcares. En este caso, como en los vinos, se debe moler la fruta, prensarla y dejarla fermentar con levadura para que se convierta en una bebida alcohólica. Luego esa mezcla se trasiega o filtra para retirar los sedimentos y embotellarla.
Así se obtiene la sidra natural, un tipo más de esta bebida que se bebe como a los vinos tranquilos, sin gasificación. Pero también están las sidras espumantes. La gasificación puede ser artificial, mediante un sistema industrial, o puede ser natural producto de la misma fermentación en botella, lo que implica un método de elaboración más complejo y costoso.
Las sidras que conocemos en Argentina y las que más popularmente llegan a las casas durante Navidad son espumosas y de gasificación artificial. Tienen un precio por botella alrededor de los $200 las más económicas y entre los $600 y $800 las premium. Se consolidan como un elemento en competencia contra los vinos espumantes.
En estas fiestas, posiblemente haya una sidra en la mayoría de las mesas. La tradición sigue imperando aún en tiempos en los que el consumo cambia vertiginosamente. A su lado, el pan dulce y la garrapiñada. Los infaltables de las fiestas.