Un reciente estudio pudo comprobar que el consumo moderado de vino puede ayudar a las personas con enfermedades cardiovasculares.
Para los que todavía lo dudan, el consumo moderado de vino es muy positivo para la salud. Así lo ha demostrado un nuevo y reciente estudio científico que ha podido demostrar que beber una copa de la bebida nacional ayuda a tener un menor riesgo de enfermedad cardiovascular, incluidos ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares e insuficiencias cardíacas.
El estudio fue desarrollado por investigadores del University College de Londres, la Universidad de Cambridge y la Universidad de Sydney. Para llegar a los positivos resultados para los amantes del vino recopilaron datos de múltiples recursos, entre ellos la información de salud detallada de más de 500.000 participantes en el Reino Unido que reúne el UK Biobank Study.
“Comprender cómo se relaciona el consumo de alcohol con la morbilidad cardiovascular es de gran importancia para los pacientes (con enfermedades cardiovasculares)”, escribieron los autores en el estudio que fue publicado por la revista BMC Medicine.
Según argumentaron, “esta población tiene un alto riesgo de episodios cardiovasculares recurrentes, que pueden comprometer significativamente la calidad de vida de los pacientes”.
Paso a paso del estudio
La investigación científica implicó revisar los datos de los niveles de consumo de alcohol en casi 50.000 personas que habían sufrido un ataque cardíaco, un derrame cerebral o un dolor de pecho severo. Luego, analizaron los casos en los ocho años posteriores durante los siguientes ocho años.
Los resultados muestran que los participantes que consumían hasta 15 gramos de alcohol al día (aproximadamente una copa de vino), o un máximo de 105 gramos a la semana, tenían las probabilidades más bajas de muerte y posterior insuficiencia cardíaca, infarto o accidente cerebrovascular.
Aquellos que consumían una cantidad moderada de alcohol tenían hasta un 50% menos de probabilidades de experimentar un evento cardiovascular recurrente que los que no bebían para nada.
En su conclusión principal aclararon que los pacientes no tienen que dejar de beber en general, aunque deben tener ciertos cuidados en su ingesta. “Nuestros hallazgos sugieren que es posible que las personas con enfermedades cardiovasculares no necesiten dejar de beber para prevenir ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares o angina de pecho adicionales”, explicó el autor principal, Chengyi Ding, en un comunicado, conforme a lo publicado por Wine Spectator. “Pero es posible que deseen considerar reducir su consumo semanal de alcohol”, completó.
Un dato no menor es que el estudio no distingue entre los tipos de alcohol. Los autores aseguraron que tienen datos limitados y que necesitan ensayos clínicos a largo plazo para confirmar sus hallazgos. De todos modos, tienen la esperanza de que el estudio sea un primer paso a su objetivo.