Una investigación chilena determinó cómo influyen las condiciones mineralógicas y geoquímicas de la roca en el cultivo de la vid y en la uva.
La influencia de la mineralidad es uno de los aspectos que más discusión ha causado en el mundo del vino en el último tiempo. Con respaldo científico, un estudio chileno pudo comprobar que algunos elementos presentes en el suelo en altas concentraciones se traspasan a la planta y pueden ser encontrados en la uva.
Con el objetivo de determinar la influencia de los nutrientes minerales del suelo en la producción de la vida, la investigación “Biogeoquímica de los nutrientes minerales esenciales de las plantas a través de la roca, suelo, agua y frutos en viñedos de Chile Central” realizada por la Universidad de Chile y publicada en la Revista Catena analizó la composición química de la roca madre, el suelo, las bayas y las aguas en cuatro cuencas vitícolas del centro del vecino país.
Los investigadores partieron del interrogante de si la geoquímica de la roca a partir de la cual se desarrolla un suelo, de alguna manera influye a la química inorgánica de la uva, considerando que además la química de las aguas de lluvia, de riego y subterránea, también podría influir.
Según lo publicado por Vinetur, Pamela Castillo, investigadora líder explicó: “Analizamos entonces la química de la roca, la química del suelo, la química de las aguas y finalmente, la química de la uva. Encontramos que hay algunos elementos que influyen más que otros. Por ejemplo, descubrimos que el calcio, magnesio y fósforo son altos en las uvas de Pinot Noir, mientras que el potasio y el azufre son altos en las uvas de Carmenere, independiente de la ubicación del viñedo o la geología de éste. Sin embargo, los micronutrientes cobre, zinc, hierro y manganeso poseen un comportamiento particular en las bayas de diferentes viñas, indicando la influencia de la geología y del medioambiente en la química de las uvas”.
Otro detalle que percibieron es que la composición mineralógica puede variar dentro del mismo terreno: “Estos análisis permitirían fertilizar de una manera mucho más sectorial, dentro de un mismo cuartel, que es un área donde se plantan parras de una misma cepa y edad. Entender la química de suelos nos permitiría fertilizar de manera óptima y más específica. Por ejemplo, en un cuartel estudiado dentro de una viña, encontramos un dique de una roca llamada aplita, que es rica en potasio, y las uvas de las plantas que crecían sobre ese dique, efectivamente tenían un alto contenido en potasio, con valores contrastantes respecto del resto de las uvas analizadas en ese cuartel. En otra viña habían dos perfiles de suelo que presentaban una capa de conglomerado con altas concentraciones de hierro y zinc y en este caso, las uvas analizadas sobre ese suelo, también estaban enriquecidas en estos dos elementos”, comentó Castillo.
Brian Townley, profesor asociado del Departamento de Geología y director del proyecto “Influencias geológicas, mineralógicas y geoquímicas en el cultivo de la vid en Chile” que participó del proyecto, sostuvo que el desarrollo de conocimiento referentes a las influencias geológicas, mineralógicas y geoquímicas en la viticultura, en conjunto con modelos predictivos de clima (asociado con otro proyecto del mismo Consorcio), permitiría al sector agrícola en general, evaluar requerimientos de nuevos predios para efectos de migrar o modificar tipos de cultivo en función del avance del cambio climático. “En el caso de los vinos premium, contar con propiedades específicas del sitio permite establecer condiciones de especificidad, las que hacen un producto único, que no puede ser producido en un sitio distinto. Estas propiedades, en vinos de alta gama y producción limitada, agregan valor al producto, aspectos que se buscan establecer en este negocio”, consideró Townley.