El reconocido enólogo de la bodega homónima comparte su experiencia y pasión por este varietal complejo y fascinante, que ha marcado su trayectoria profesional.
En el mundo del vino argentino, pocos varietales despiertan tanta fascinación y desafío como el Pinot Noir. Laureano Gómez, destacado enólogo y dueño de la bodega que lleva su nombre, nos sumerge en su experiencia con esta uva particular que ha sido protagonista de su carrera durante más de tres décadas.
“El Pinot Noir es o no es, no entra en cualquier segmento”, afirma Laureano con convicción. Su historia con este varietal se remonta a los años 90/91, cuando tuvo su primer encuentro en Trapiche. Aquella cosecha inicial fue compleja, con un resultado que, lejos de desanimarlo, ese tropiezo inicial marcó el comienzo de una búsqueda incansable por dominar los secretos de esta cepa.
Para Laureano, la clave de un buen Pinot Noir radica en tres factores fundamentales: clima, suelo y genética de la planta. “La tipicidad del Pinot Noir se reconoce sin ver la etiqueta, es inconfundible”, explica. Esta búsqueda de la expresión pura lo llevó a viajar por los terroirs más emblemáticos del mundo, desde Oregon en 1995 hasta Borgoña en 1997, donde terminó de cerrar su concepto integral sobre esta uva.
El camino no ha sido fácil. En los primeros años, la elaboración se realizaba mediante termovinificación, lo que resultaba en vinos sin estructura ni extracción de taninos. Sin embargo, la perseverancia y el aprendizaje constante dieron sus frutos. En el año 2000, Laureano logró producir un Pinot Noir que se convirtió en referente argentino, llegando incluso a ser servido en la boda de Máxima Zorreigueta, actual reina consorte de Holanda.
“Cada año puede salir mejor”, asegura el enólogo con entusiasmo. Para él, el verdadero desafío no está en la elaboración del vino, sino en lograr la uva perfecta. Esto implica un manejo meticuloso del viñedo, desde la protección de los racimos contra la excesiva insolación hasta la elección del sistema de conducción más adecuado.
Laureano destaca la importancia del manejo del viñedo: “Hay que saber reaccionar rápido. A veces, es necesario dejar un poco más de hojas para proteger el racimo de la excesiva insolación”. En cuanto al sistema de conducción, aunque el grueso de los viñedos está en espaldero, el enólogo confiesa que el Pinot Noir “está más cómodo en parrales por la mayor protección que ofrece”.
Actualmente, Laureano trabaja con cuatro Pinot Noir distintos en cuatro segmentos diferentes. “La diferencia está en la uva que se utiliza en cada vinificación”, explica. Esta diversidad le permite adaptarse a las condiciones climáticas de cada cosecha, buscando siempre la máxima expresión del varietal.
El compromiso de Laureano con la calidad es inquebrantable. “Cuando uno quiere lograr la máxima expresión, no todos los años podemos hacer un Pinot Noir de la más alta gama”, confiesa. Esta honestidad y respeto por el producto final son los que han llevado a sus vinos a conquistar paladares en todo el mundo.
A pesar de los desafíos, Laureano Gómez sigue enamorado del Pinot Noir. Su pasión y dedicación son un testimonio del potencial de este varietal en suelo argentino. Con cada cosecha, nos recuerda que el verdadero arte del vino está en la perseverancia, el conocimiento y el respeto por la naturaleza.
El enólogo resalta que el Pinot Noir argentino tiene una identidad propia, totalmente distinta a la de otras regiones del mundo. “Nuestro terroir nos permite crear un Pinot Noir único, con características que reflejan la riqueza de nuestros suelos y la particularidad de nuestro clima”, afirma con orgullo.
Laureano también destaca la versatilidad del Pinot Noir en la elaboración de diferentes estilos de vino. “Aunque es conocido principalmente como un vino tinto, el Pinot Noir también es fundamental en la producción de espumantes de alta calidad”, explica. Sin embargo, advierte que para este propósito se necesita una genética distinta de la planta, ya que en el proceso se puede perder parte de la tipicidad característica del varietal.
Este domingo 18 de agosto, celebramos el día del Pinot Noir, mientras disfrutamos de una botella, recordemos las palabras de Laureano: en cada copa hay años de experiencia, viajes, aprendizajes y, sobre todo, una pasión inquebrantable por crear vinos que sean la máxima expresión de su terroir. El Pinot Noir argentino, en manos de enólogos apasionados como Laureano Gómez, continúa escribiendo su propia historia, desafiando las expectativas y conquistando a los amantes del vino en todo el mundo.