Con una tendencia creciente hacia el consumo responsable, el vino otorga beneficios siempre y cuando se cumpla con una premisa fundamental.
El consumo responsable y saludable de los alimentos pasó de ser una tendencia que abarcaba a un segmento de consumidores, a una política de Estado y empresarial que implica la toma de medidas. Éstas están modificando la forma en la que nos relacionamos con los alimentos.
Una prueba de ello es la recientemente aprobada ley de etiquetado frontal de alimentos, que obliga a los productores a colocar sellos negros en caso de que un alimento esté excedido en azúcares, calorías, contenido graso o sodio.
Este ejemplo es uno más dentro una serie de medidas que se han tomado para fortalecer el consumo responsable. Si bien esta ley no contempla las bebidas alcohólicas, la industria del vino no está exenta de esta preocupación.
De hecho, hacia junio de este año ya se puso en discusión la posibilidad de que las bebidas alcohólicas dispongan de una etiqueta que desaliente el alcoholismo. Fue una propuesta de la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires.
Particularmente, el vino es una bebida a la que se le atribuyen características compatibles con una vida saludable. Estas connotaciones fueron respaldadas en varias oportunidades por estudios científicos. Sin embargo, su consumo en exceso puede ocasionar daños en el organismo.
Veamos cuándo es saludable consumir vino y cuándo no.
Los beneficios
Estudios tanto nacionales como internacionales coinciden en que el consumo del vino se asocia a una reducción del riesgo de presentar enfermedades cardiovasculares, como los infartos del miocardio.
A su vez, interviene en el colesterol gracias al resveratrol, un antioxidante que posee y permite el incremento de los niveles de colesterol bueno (HDL) y reduce los niveles de colesterol malo (IDL).
Estos beneficios se dan siempre que la dosis sea moderada. Se recomienda tomar no más de 100 ml o 200 ml por día. Es decir, una o dos copas. Siempre que se supere esa proporción diaria podemos caer en el consumo perjudicial.
Lo malo
Como dijimos, beber más de lo recomendado puede impactar directamente en la salud de las personas casi en un nivel proporcional a los beneficios que otorga. Por ejemplo, la ingesta de vino en exceso es un potencial riesgo de accidentes cerebro vasculares (ACV).
Más de tres copas diarias aumentan la presión arterial y generan un riesgo de enfermedades cardiovasculares. Este consumo también está relacionado con la diabetes.
Estos perjuicios se suman a todos aquellos derivados del consumo problemático que muchas personas adictas padecen. Nos referimos no solo a problemas de salud física, sino también mental y los conflictos que generan en el entorno.
Es decir, todo consumo responsable evita que sea perjudicial para la salud y los vinos no son la excepción. De hecho consumir responsablemente genera beneficios.
Este concepto implica que la industria vitivinícola no tiene por qué entrar en conflicto con las nuevas tendencias hacia un consumo moderado y saludable. Por el contrario, el mejor argumento es exponer estos beneficios.