La productora de vinos que impulsa la bodega Luna de Cuarzo habló sobre la forma de interpretar la agricultura que tienen y por qué los Valles Calchaquíes tienen tanto potencial.
Silvia Gramajo es una pequeña productora de vino en el lado tucumano en los Valles Calchaquíes, el más pequeño en extensión pero no por eso menos fértil y majestuoso. Desde Colalao del Valle, Silvia asegura que está en la “mejor zona” de los valles.
Desde allí, impulsa la bodega Luna de Cuarzo y practica una vitivinicultura con una fuerte impronta de la biodinámica. Produce 15 mil litros y los “riega” por vinerías de Tucumán, Santa Fe, Buenos Aires y en la misma bodega, donde recibe cientos de personas todo el año.
La empresa se autopercibe como una biobodega, ya que el ciclo de la luna y el respeto por los suelos son la guía de la agricultura, más allá de las certificaciones y las etiquetas. Hablamos con Silva sobre este concepto, la Pachamama y el potencial de la zona.
¿Por qué una biobodega?
Cuando empezamos, no teníamos claro lo que íbamos a hacer en la viña, pero si la seguridad de que no íbamos a utilizar agroquímicos. El trabajo comenzó con la idea de buscar el beneficio de los seres humanos, de los animales y las plantas. En esta simbiosis está la perfección que le podemos ofrecer a la Pachamama, que es nuestra deidad. Estamos dentro de una cultura diaguita; de los quilmes, colalao, tolombones. Ellos tenían una percepción de lo que significa el respeto con la naturaleza.
Por algún proceso espiritual propio comprendí que habían cuestiones que tienen que ver con los ciclos de la luna y de las personas, las plantas, etc. Mi ciclo personal también tiene que ver con el ciclo de la luna. Después entendí que también las culturas diaguitas tenían un trabajo de agricultura respetuoso con los ciclos lunares y del sol. Comprendí que las plantas también. Entendí que había que agradecer y pedirle a la Pachamama. Este concepto de vida lo relacioné con la biodinámica. Es ofrecer lo mismo que nos brinda.
¿Qué implica respetar el suelo?
Por ejemplo, entre las viñas nacen otras hierbas que no consideramos malezas sino buenezas, y que consideramos que tienen relación con el equilibrio de las viñas. Las dejamos a propósito y las cuidamos. Son aromáticas, como la jarilla. Tienen un perfume especial. Contribuyen a la sanidad y le dan carácter al terroir porque los aromas son recibidos por la pruina de la uva. El terroir no es solo el suelo y el clima.
¿Y cómo se manifiesta la naturaleza?
A veces las plantas no quieren crecer en cierto lugar, por el salitre por ejemplo. Hay que dejarlas ser. Quiénes somos nosotros para querer cambiar todo. De eso se trata la agroecología y la biodinámica, de entender que la armonía entre los seres vivos implica que todos tengan una porción del beneficio. Agradezco a la Pachamama y permitió que se manifieste.
¿Cómo se vinifica con estos conceptos?
Tratamos de intervenir lo menos posible. Tenemos una bodega subterránea donde entran tres tanques y unas cuantas barricas. Cosechamos a mano en las lunas llenas de marzo y abril, hacemos la molienda allí y llevamos a los tanques bajo la tierra, que nos da ventajas en humedad, temperatura y luz. Hay una partida que no clarificamos pero el consumidor nos demanda clarificar. Sulfitos tenemos que usar porque es una producción muy chica y no la podemos arriesgar. Creemos que nuestra producción es biodinámica por nuestro manejo agrícola.
El Instituto Nacional de la Vitivinicultura no permite certificaciones a bodegas no industriales. Y solo se consideran así si cumplen con cierto tamaño de producción. El resto se considera artesanal. Es el caso de Luna de Cuarzo que a pesar de que ajuste algunos parámetros de producción, no podría certificarse orgánica.
¿Es un problema la no certificación?
Para nosotros lo más importante es la gente que viene a la viña, que participa de la vendimia, que ve que la finca tiene plantas aromáticas en el medio, etc. Que la gente venga y vea lo que hacemos para nosotros es suficiente.
¿Cómo es el terroir y los vinos de la región?
Es un valle privilegiado. Tiene mucho potencial para el crecimiento de las viñas y de todo tipo de variedades. Es increíble lo que se está dando el tannat, el syrah, el cabernet. Creo que tienen mucho potencial porque estamos tratando de enfocarnos en la calidad, en mejorar todos los días y buscar nuevas formas de hacer vino.
¿Quiénes consumen estos vinos?
Creo que nuestro consumidor es el que busca nuevos vinos, nuevas experiencias y paisajes. Sobre todo busca cierto nivel en calidad. Vienen personas recomendadas y eso para nosotros es un placer. Es el consumidor al que estamos apuntando desde la Cámara de Bodegas de Tucumán. También hay un grupo etario de jóvenes que están en búsqueda de buenos vinos, distintos, y gastronomía regional. El enoturismo lo nutre y puede desarrollarse.