Se trata de una de las pioneras en la alta gama de la zona, dueña de algunos de los vinos más premiados de la región.
Fue en el año 1996 que el neerlandés Mijndert Pon llegó por primera vez a los terrenos donde hoy está ubicada una de las bodegas ícono de la alta gama en el Valle de Uco: Salentein. En ese momento, el paisaje desértico era bien distinto al oasis productivo que se puede observar por estos días, incluso, le llevó un tiempo comenzar a plantar las primeras viñas. Pero hoy, esos primeros viñedos están celebrando 25 cosechas.
La mirada visionaria del empresario europeo fue el puntapié inicial de un proyecto caracterizado por los viñedos de altura y vinos de calidad. Ahora, de la mano de sus herederos Frederike y Ben, siguen desafiando los límites en sus fincas que van de los 1.050 a los 1.700 metros, con el foco puesto principalmente en la IG San Pablo.
“Nuestra visión se centra en mirar hacia adelante, en las generaciones futuras. Capitalizamos estas 25 cosechas como la base para los próximos 100 años y más allá, con orgullo y satisfacción por el trabajo realizado. Como familia, agradecemos a esta tierra y seguimos invirtiendo en viñedos, en tecnología de punta y en el capital humano que es lo más importante”, comentó Frederike Pon, dueña de Bodegas Salentein.
En la misma línea, en una charla con Los Andes, José “Pepe” Galante, Chief Winemaker de la compañía, comentó: “En el espíritu de Salentien siempre estuvo la innovación, el inconformismo y el ir desafiando y rompiendo mitos, siempre avanzando. Hay un equipo con muchas ganas de seguir haciendo cosas e investigar. Cuando encontrás esa energía, se empieza a alimentar un círculo virtuoso que se convierte en un rueda que echas a rodar y no tiene límites a dónde puede llegar. Estamos todo el tiempo corriendo los límites, aprendiendo y entendiendo los lugares. Cuando llegamos a donde está la bodega esto era un desierto, pero hoy hay un nivel de conocimiento, detalle y planificación de viñedos en función del tipo de suelo, el varietal y sin la estructura clásica de los cuarteles”.
Durante la celebración de las 25 cosechas, el enólogo agregó: “Yo estoy feliz y orgulloso de estos 25 años de Salentein. Si bien en la primera etapa he sido un observador de lo que allí pasaba, en la segunda he sido protagonista activo. La familia Pon son personas muy carismáticas, que te estimulan a ir para adelante y te apoyan desde la parte humana, algo muy importante en una compañía”.
Trabajo en equipo y legado
Pepe, uno de los padres de la enología moderna de Argentina, se sumó al equipo enológico de Salentein en 2010, siendo el más “nuevo”. Es que en la compañía ya trabajaban Jorge Cabeza, Gabriela García y Diego Morales, a quienes hoy acompaña en el intenso trabajo de exploración, investigación y plantación de viñedos en zonas extremas.
“Uno de los objetivos de mi trabajo en Salentein fue armar un equipo y he trabajado en función de eso. Jorge (Cabeza) me ha acompañado durante estos 13 años de manera incondicional y hoy tiene autonomía total en la bodega y está muy compenetrado con las filosofía y el estilo de la compañía. Gabriela se incorporó un poco después porque estaba en otro departamento, pero también está integrada al equipo de enología. Es gente de primera y yo en esta etapa de mi vida los acompaño para que sigan creciendo y desarrollar todo su potencial”, declaró José “Pepe” Galante.
Sobre su legado en Salentein, el enólogo declaró: “Uno está metido y lo siente como si fuera una gran familia. El hecho de ver a los chicos crecer, desarrollarse, tomar decisiones y transitar su propio camino, ese es mi máximo orgullo. La parte humana es lo que da energía y el motor de una compañía, si no tenés eso, no llegás a ningún lado. Yo en la medida que pueda y me sienta útil voy a seguir acompañando al equipo, porque soy incondicional. En Salentein me he sentido muy cómodo y me han permitido hacer lo que a mi me gusta”.
Por su parte, Jorge Cabeza, senior Winemaker de Salentein, aseguró: “A lo largo de estas 25 cosechas hemos atesorado aciertos y aprendido de los errores. Conocer profundamente un nuevo terruño y generar una cultura propia para trabajarlo lleva tiempo, en los últimos años hemos realizado muchos estudios de suelos, microclimas y clones, que sumados a nuestra experiencia en el lugar, nos están permitiendo lograr vinos con una expresión precisa y acabada de lo que es nuestro terruño”.