La flamante Mejor Sommelier de las Américas 2022 charló con Los Andes acerca de su consagración, pero también de la profesión, sus recomendaciones, el vino argentino y otros temas.
Argentina no solo tiene buenos vinos, sino también buenos profesionales que respaldan la industria. En el mes de Febrero, Valeria Gamper se consagró en Chile como la Mejor Sommelier de las Américas 2022, un concurso organizado por la ASI (Association de la Sommellerie Internationale), un título “muy importante” para ella y para el país, ya que nuevamente fue ganado por una argentina.
Desde España, más precisamente en Pamplona, la mujer que representará al país en el Concours ASI du Meilleur Sommelier du Monde 2023, a celebrarse en Francia, habló con Los Andes sobre su consagración en el exigente certamen y otros temas.
- ¿Qué cambió este año en vos respecto a la edición anterior en las que participaste?
- Pasaron tres años, casi cuatro. Me agarra en un momento quizás más maduro de mi carrera, también me mudé a España, lo que me da acceso a vinos de otros lados que en Argentina no son tan fáciles de encontrar. Todo eso creo que jugó bastante a favor. Otro detalle importante fue haberme consagrado en 2019 en Argentina, lo que me dió experiencia en una final y gracias a eso pude hacer un entrenamiento en París, donde te ponen un montón de pruebas que cuando volví estuve practicando en las que estuve más flojas en esos días. Trabajé mucho con cosas que en el país no tenemos y traté de capitalizar eso.
- ¿Cómo te ves ahora para el mundial?
- Hay mucho trabajo por hacer todavía. Todavía no comencé con la preparación porque ahora estoy con otros estudios, pero enfocada en dar lo mejor. Es una competencia de la que participan muchos países, los mejores. Va a estar complicado, va a ser difícil, pero vamos a buscar hacer lo mejor.
- En comparación con los mejores del mundo, ¿cómo está hoy la sommelería en Argentina?
- Argentina lo que tiene es que hay una muy buena base teórica. En el país se estudian tres años como mínimo para recibirte de sommelier, por lo que del vamos hay una muy buena base. En otros países, como España, por ejemplo, hay institutos que son muy buenos, pero la carrera es más corta. Lo cierto es que, al tener más fácil acceso a vinos de todo el mundo, lo que no estudias lo tenés en la práctica, pero es una fortaleza de Argentina la base teórica.
- ¿Cómo es ser sommelier de un restaurante que tiene estrellas Michelín?
- La única experiencia que he tenido con este tipo de restaurante es la actual y se trata de un local muy particular porque es muy familiar y está hace 26 años. El vino ocupa un lugar muy importante en el español, pero tiene un servicio muy tranquilo, muy cálido. Para mí es genial, porque puedo probar un montón de cosas y puedo proponer, lo que está muy bueno.
- En ese proponer, ¿cómo son tus recomendaciones?
- En el restaurante tenemos muchos clientes de la zona que están acostumbrados a tomar vino local, algo que se da mucho en Europa. si bien son muchos de Navarra, de a poco se le puede ir proponiendo y van aceptando recomendaciones de afuera. O también van probando el maridaje, no solo con vino. En general, la gente se deja aconsejar.
- ¿Qué es lo que te gusta proponer a los consumidores?
- Me gusta recomendar los vinos que a mí me sorprenden. A mi me gustan los blancos, pero hay tintos increíbles que está bueno que la gente los pruebe. Siento que hay un acto de amor en recomendar y me recuerda cuando mi hija empezó a comer donde yo buscaba los mejores ingredientes y se los daba. Pero después hay algo que es de cada persona y está en aceptar o rechazar ciertas texturas, alimentos o bebidas. Siempre está primero el gusto del cliente.
- ¿Qué lugar tienen los vinos argentinos en Europa y cómo están valorados?
- Depende del lugar. Países productores como España, Francia o Italia son más tradicionales. Pero hay otros, como los nórdicos o Suiza y Suecia que no producen o no tienen tanta producción y es más fácil entrar.
La valoración también depende del país en el que se encuentre. Lo que llega a Europa generalmente es muy bueno y la gente se sorprende. Yo estoy tratando de meter un vino de Argentina y estamos viendo precios y negociando, pero el producto es buenísimo. La calidad está, después tenemos que comunicar eso al cliente.
- En el último tiempo muchos sommeliers y otros profesionales del vino han emigrado a Europa, ¿por qué se da esa exportación de talentos?
- Argentina es muy duro en todo sentido. Tiene sus vaivenes económicos que te dan mucha inestabilidad. Que alguien se quiera ir lo entiendo. Yo me fui porque mi marido es de España y, si bien lo veníamos analizando desde hace tiempo, cuando nació nuestra hija y con la pandemia queríamos una vida más tranquila para ella y estar cerca de la familia. Pero muchos se van del país porque quieren buscar un futuro mejor y en el mundo del vino todo está muy lejos de Argentina.
Por ejemplo, ahora estoy haciendo un curso en Burdeos y tengo que viajar una vez al mes. Desde España estoy a tres horas, pero desde Argentina hubiese sido imposible hacerlo por todos los costos. El que quiera tener una formación internacional, se tiene que ir a vivir afuera.
- Por como se lo presenta en películas o series, se ve a la sommelería como una profesión muy exigente, ¿qué tan real es eso?
- Para mí es la carrera más hermosa del mundo y la estudié con muchísimo placer. Yo venía del lado de la hotelería y había trabajado en restaurante, me acuerdo que cuando finalicé me dio una sensación de angustia por haber terminado una etapa tan linda y reveladora en cuanto al conocimiento. Hasta ese momento no había pisado un viñedo antes de eso o no había ido a una bodega.
Lo de los concursos es algo que recién se ve ahora, en ese momento la gente estudiaba para sommelier y muchos no sabían ni lo que era. En Argentina creció tanto que hoy hay un montón de formas de ejercerla y vivirla, lo que habla también de lo importante que es para la industria la profesión.
Después está esa parte de películas o los concursos, de mucha exigencia, pero eso no es para todo el mundo y no es la única forma de ser sommelier. Yo trabajo en un restaurante de dos estrellas Michelín y estoy muy tranquila. Depende de hasta donde quiera llegar cada uno. A mi me gusta seguir estudiando, capacitándome, ir más allá del vino, pero lo disfruto y no lo vivo con un sacrificio enorme. Por supuesto que hay momentos de estrés, pero como sucede con todas las profesiones.
Es cierto que con la exposición del concurso muchos me escriben y me dicen que quieren ser sommelier para llegar a competir, pero para eso yo me preparé durante 15 años y recién ahora he ganado.
- Para los que se inician en este mundo, ¿cómo les sacás todos los prejuicios o reparos que hay al momento de probar un vino?
- Cuando un consumidor se ataja y por ahí me dice que no sabe nada, yo siempre les digo que no hay que saber de vino para disfrutarlo, como no hay que saber cocinar para disfrutar de un planto. Eso le ayuda a la gente a bajar el miedo y la ansiedad y dejarse llevar, porque si no ya arrancan mal.
Pienso que poder comunicar eso abre la puerta para que los consumidores sean más permeables a sugerencias o se anime a probar una gama más alta, pero no es obligatorio que sepa. Por supuesto que sí se sabe más se puede disfrutar más, pero eso pasa en todos los ámbitos de la vida.
- ¿Cómo se llega a “saber de vinos”?
- Es muy amplio y depende de lo que la persona quiera. No hay una clave o un techo. Yo trabajo de esto, entonces siempre tengo que ir un poco más y estar actualizada. Pero en el caso de los consumidores es distinto y no tiene que ser así.
Perfil
Valeria Gamper (38) está casada y tiene una hija de seis años. En el 2009 se recibió en la escuela de sommelier CAVE, donde también se desempeñó como docente. Desde 2020 está instalada en España donde se desempeña como consultora y wine educator y antes estuvo trabajando en lugares como Hotel Fierro, Cabaña Las Lilas, Viña Cobos. En 2019 se consagró como la Mejor Sommelier de Argentina.