Susana Balbo: “Una carrera exitosa no está en conflicto con la maternidad”

Susana Balbo, bodeguera y ex diputada nacional, comparte su trabajo con sus hijos. Foto: Los Andes
Susana Balbo, bodeguera y ex diputada nacional, comparte su trabajo con sus hijos. Foto: Los Andes

En el marco del Día de la Madre, Los Andes habló con la bodeguera que hoy comparte el trabajo con sus dos hijos. Su experiencia con la maternidad, la combinación con la enología y otros temas desarrolló durante la charla.

Como cada tercer domingo de octubre, este 17 se celebra el Día de la Madre. Y si hablamos de una de las madres de la enología argentina, el nombre de Susana Balbo surge de inmediato. En el año 1981 fue la primera mujer del país en conseguir el título de enóloga y desde ese momento forjó una exitosa carrera que combinó con la maternidad de José (37) y Ana (35), quienes hoy forman parte de Susana Balbo Wines, la bodega que ella misma fundó.

Pionera también en el plano internacional, la empresaria ha sido distinguida como una de las 50 mujeres con más influencia en el mundo del vino, mejor bodeguera, mujer del año, entre tantos otros. En una charla con Los Andes habló de esta exitosa carrera y la combinación de la crianza de sus hijos, así como la incorporación de ellos a la empresa, su legado y más.

- ¿Cómo ha sido combinar la maternidad con una carrera tan exitosa?

- Cuando trabajaba como empleada tuve la suerte de tener un jefe y dueño de una empresa que era padre de seis hijos y entendía que las mujeres necesitamos mayor flexibilidad que un hombre para trabajar. Lo que él más valoraba era mi capacidad de trabajo y talento y me permitía llevar a los chicos a la bodega. José y Ana salían conmigo en Cafayate a las seis de la mañana, ya sea invierno o verano, una en cochecito y el otro recién dando sus primeros pasos. Tenía esa flexibilidad y lo pude hacer en esa época.

Cuando comencé mis proyectos propios, el primero fue con el papá de los chicos y nos fue bastante mal. Era duro porque teníamos que viajar y nos turnábamos para ver quien iba porque dejar a los chicos solos no es sencillo.

En el segundo, el proyecto que realmente ha sido exitoso, los chicos ya se habían ido estudiar. Comencé la bodega cuando tenía más de 40 años y mis hijos ya eran adolescentes o estaban entrando a la Universidad. Eso me permitió hacer un desarrollo interesantísimo porque no tenía la preocupación de su crianza.

- ¿En algún momento fue un impedimento el hecho de ser madre para su desarrollo profesional?

- No, nunca lo fue. Siempre he dicho que una carrera exitosa no está en conflicto con la maternidad. Es una cuestión de organizarse y creer en uno mismo. Muchas veces, cuando las chicas tienen que decidir si son madres, piensan que van a quedar fuera del círculo de competencia y la posponen, a veces, demasiados años. Creo que no vale la pena pagar ese costo porque hay formas de hacerlo. Durante la pandemia se ha demostrado la posibilidad del trabajo a distancia y que una mujer puede ser tan productiva trabajando desde su casa como sentada en una oficina.

No está reñida la maternidad con una carrera exitosa. La lucha es más interior, en las inseguridades que la mujer pueda tener con respecto a su talento y sus capacidades por el solo hecho de ser mujer, el famoso techo de cristal, algo que solo está en nuestra cabeza. Nos dejamos amedrentar por los inconvenientes, pero todos, hombres y mujeres, tienen inconvenientes. Hoy todo se ha equiparado y creo está muy organizada la sociedad para que se pueda desarrollar el núcleo vital que es la familia y a la vez una actividad profesional que te gratifique y que cuando los chicos crezcan te permitan seguir ocupada en eso y no sufrir el síndrome del nido vacío.

- ¿Qué puntos de contacto tienen la enología y la maternidad?

- Siempre dije que hacer un vino es como tener un hijo. Primero lo soñás, luego lo concebís -en el viñedo-, después tenés la crianza -en la bodega- y finalmente lo mandás al mundo a que haga su propia vida. Esto no quiere decir que minimice la maternidad, pero es como un sueño cumplido de poder concretar un deseo y volcar todo el amor y el cariño que produce la enología. Se trata de una carrera que genera un compromiso afectivo que no tienen otras profesiones más áridas, porque trabajas con materia viviente.

- ¿Cómo fue la incorporación de sus hijos a la bodega?

- Es hermoso trabajar con los dos hijos, muy lindo realmente. Fue una decisión personal de ellos. Los dos empezaron trabajando en otras empresas. Anita estaba en Buenos Aires, en Price Waterhouse en el área de Finanzas. Hablando muchas veces con ella respecto a lo que era el proyecto de la empresa y la familia, empezó a demostrar más interés en comenzar a venir a Mendoza. Finalmente, ella comenzó a venir cada tanto, trabajaba 15 días acá, después volvía a Buenos Aires, hasta que terminó viniéndose. Creo que tira la tierra, la familia, los amigos y creo que también fue fundamental el amor, porque acá estaba la persona que hoy es su esposo y el padre de sus tres hijos. En 2012 se sumó a la empresa y ella empezó su propio proyecto vinculado con el restaurante. Comenzó a tomarle el gustito a emprender por cuenta propia y la veo muy contenta.

Por su parte, José, estudió enología en la Universidad de Davis en California y también en China. Apenas volvió al país le costó un poco adaptarse porque el haber vivido afuera le dio una visión distinta y organizada y le molestaba mucho la falta de cumplimiento de la gente. Al principio se hizo cargo de una bodega y estaba con el proceso de reconstrucción y le tocaba lidiar con trabajadores que no respetaban los horarios o no cumplían con su palabra. Le costó mucho acostumbrarse a la informalidad del trabajo de Argentina. Después de esto, en 2010 decidió venir con nosotros, porque realmente no tenía mucho sentido que trabajara fuera de la empresa cuando tenía la suya propia. Pero él había querido hacer experiencia afuera antes de trabajar con nosotros y lo respetamos.

- ¿Cuál es la mejor parte de hoy estar trabajando con sus hijos?

- La libertad que tengo -risas-. Yo voy y vengo y ellos están a cargo de la empresa. Eso me permite disfrutar de una libertad que no tenía cuando estaba comenzando la bodega. Hoy tengo un equipo fantástico del que hoy forman parte mis dos hijos que me permiten elegir trabajar en la empresa en lo que más me gusta y dejar el resto para los otros.

- ¿Cuál es legado que Susana Balbo quiere dejar para sus hijos y nietos y para la vitivinicultura?

- La pasión por hacer. Me sentiría muy feliz de saber que le pude legar a mis hijos y mis nietos esto. No importa lo que hagan, pero tiene que estar la pasión por hacer, por ser útiles a la comunidad, poder ir más allá de tu pequeño entorno. Se trata de ser útil para el país en el que vivís, la comunidad en la que te desarrollas y hacer todo lo que uno pueda.

Perfil

Susana Balbo es madre de José (37) y Ana (35). En 1981 se convirtió en la primera mujer enóloga del país al recibirse con honores en la Facultad de Enología de Don Bosco. Aunque el comienzo no fue sencillo, su camino lo inició en la bodega Sucesión Michel Torino en Cafayate, donde comenzó a forjar su mote de “la reina del Torrontés”.

En 1999 fundó su propia bodega en Mendoza, Susana Balbo Wines. Ha sido distinguida de manera nacional e internacional en reiteradas oportunidades por sus vinos y también por su carrera profesional. También fue durante mucho tiempo presidenta de Bodegas de Argentina y entre 2015 y 2019 incursionó en la política como Diputada Nacional.

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