Este es uno de los problemas menos conocidos pero significativamente dañinos en la industria vitivinícola.
Los apasionados del vino siempre buscan experiencias sensoriales únicas y placenteras, pero en el mundo de la industria vitivinícola, existe un problema menos conocido pero perjudicial llamado “gusto a luz”, un defecto capaz de arruinar incluso el mejor vino.
El gusto a luz es una alteración organoléptica que afecta el sabor, el aroma y el color del vino. Este defecto surge de una reacción fotoquímica cuando ciertos compuestos presentes en el vino, como la riboflavina (vitamina B2) y el aminoácido metionina, entran en contacto con la luz. Esta exposición genera compuestos con olores y sabores desagradables, comprometiendo la calidad del vino.
Los vinos más susceptibles a este defecto son los blancos, rosados y espumosos, que a menudo son embotellados en recipientes transparentes para resaltar su color. Paradojalmente, esta elección los hace más propensos al daño por luz. Las botellas de vidrio más oscuro, en tonos verde o ámbar, proporcionan una mayor protección contra este problema.
Reconocer el gusto a luz es fundamental para evitar una experiencia de degustación desagradable. Visualmente, los vinos afectados pueden mostrar pérdida de color, adquiriendo tonalidades amarillas oscuras o ámbar. En cuanto al aroma, pueden presentar olores que recuerdan a coles hervidas, lana mojada, cebolla o ajo, perdiendo la frescura y frutalidad característica.
Los productores y enólogos pueden implementar diversas estrategias para prevenir el gusto a luz. Utilizar botellas de vidrio verde o de colores oscuros es una medida efectiva, ya que absorben y bloquean las longitudes de onda dañinas de la luz. Otra solución es reemplazar las luces halógenas por luces LED, que no emiten rayos UV y generan menos calor, ofreciendo un mejor control de la longitud de onda y siendo más eficientes energéticamente.
La selección de levaduras que producen bajas concentraciones de riboflavina durante la fermentación alcohólica también puede ayudar a reducir el riesgo de desarrollar el gusto a luz. En situaciones donde se prefiera el uso de botellas transparentes por razones estéticas o de marketing, se pueden emplear films protectores para minimizar la exposición del vino a la luz.
Aunque el gusto a luz no reciba la atención que merece, su impacto en la calidad del vino es significativo. Concienciar sobre este defecto y aplicar medidas preventivas son esenciales para asegurar que los consumidores disfruten del vino en su máxima expresión. La industria vitivinícola debe abordar este problema para garantizar la calidad de sus productos y mantener la satisfacción de los amantes del vino.