Se festeja el 5 de mayo por iniciativa del Consejo Profesional de Graduados en Enología. Referentes, en primera persona.
El 5 de mayo de 1897 se creó por ley la Escuela Nacional de Enología, de la que egresaron los primeros enólogos de Argentina. Por eso, desde 2005 y por la Ley 7357, se celebra el Día de la Enología. La iniciativa fue gracias al Consejo Profesional de Graduados en Enología de Mendoza.
Para agasajarlos, Guarda 14 reunió el testimonio de reconocidos referentes locales quienes contaron el porqué de la elección de la profesión, sus grandes maestros y sus logros alcanzados.
Un poco de historia de grandes winemakers, más allá de sus creaciones.
Manuel González, enólogo de Andeluna
El vínculo familiar por mis abuelos viticultores y bodegueros es lo que hoy entiendo como desencadenante para mi historia, era lo que debía ser. No hubo una revelación que me llevara a seguir este camino. Fue más simple; fui interpretando mensajes. Como maestros, mis padres y abuelos, por extender su alma en la mía como un puente con este legado. Tengo varios profetas: Adrián Manchón, que me trajo luz para iniciar el camino, y Juan Manuel González que me dio enseñanzas de pasión y me ayudó a terminar mi figura. Inconscientemente, mi gran logro ha sido desarrollar la variedad Cabernet Franc para vinificación en Argentina, en un tiempo que nadie entendía de qué se trataba. Creo que fue una expresión necesaria de mi ser, una búsqueda y un desarrollo que ha dado frutos y continuará. Mi último gran trabajo fue Blanc de Franc, un vino blanco de cabernet franc. Y sigo pensando…
Alejandro Vigil, enólogo de Catena Zapata
No tenía ningún plan b. Siempre, desde que tengo uso de razón, quise estar en el viñedo, en la tierra. Hay una gran cantidad de referentes en mi carrera: comenzando por mi abuelo, hasta inspiradores fuera de la profesión como Thelonius Monk o Cortázar. Nicolás Catena, quien llevó mis límites fuera de lo que pensaba, en lo profesional y personal. Formar equipos de trabajo apasionados, consistentes y de grandes personas es, sin dudas, uno de mis grandes logros.
Diego Ribbert, enólogo de Chandon
Desde muy temprano, en la secundaria, con una formación enológica, me apasionó esa idea de poder trabajar de la mano de la naturaleza, llevar toda esa expresión natural y traducirla en un vino. En mi carrera y en mi vida creo que he tenido la suerte de encontrarme con muchas personas que marcaron un antes y un después: Onofre Arcos, con un recorrido de más de 40 años en Chandon; aprendí mucho de él. Herve Birnie-Scott y Manuel Louzada, dos grandes maestros también. Volver a Mendoza, mi tierra natal, y volver a esta casa (Chandon), después de 9 años, en la que crecí y me desarrollé, es un logro basado en la perseverancia, el profesionalismo y el saber esperar.
Valeria Antolín, enóloga de Piattelli
Siempre me gustó el estudio de la Biología y las Ciencias Naturales, y pensé en ser médica. Pero en el preuniversitario me di cuenta de que no era para mí la medicina. Por consejo de mi papá seguí Agronomía. “En la bodega, aprenderás de Enología”, me dijo y así fue. Por eso, mi papá, fue mi maestro. Pero también siempre tengo presente a mi primer jefe, Luis Barraud, y a Roberto de la Mota, de quien aprendí mucho. No tengo un gran logo, pero considero un éxito haber empezado en una empresa chica que fue creciendo y que yo pude hacerlo a la par.
Pablo Cúneo, enólogo de Luigi Bosca
Comencé estudiando Agronomía; la elegí porque siempre me gustó la naturaleza y estar en contacto con la tierra y las plantas. Luego, el estudio y el trabajo me llevaron a la Enología. Considero como maestros a varios enólogos con los que he trabajado. La vida te los presenta todo el tiempo. Quienes más me marcaron al comienzo de mi carrera fueron Onofre Arcos, Herve Birnie-Scott, Roberto de la Mota y Pablo Rodríguez. En el presente, es un privilegio trabajar al lado de Alberto Arizu (p). El mayor logro es trabajar en lo que me gusta y tener la oportunidad de descubrir todos los años nuevas técnicas y nuevos amigos.
Cristian Moor, enólogo de Corazón del Sol y de Moor Barrio
Cuando estaba en la escuela primaria, mi idea era estudiar Abogacía. Pero el Liceo Agrícola, durante el secundario, me marcó mucho. Mientras más aprendía del vino, más me gustaba. Eso me terminó enamorando de la carrera. En tanto, el enólogo que me marcó se llama Kiyotaru Hoshino. El me enseñó a tener disciplina, a tener sensibilidad, a degustar, a ser metódico en ciertos procesos del vino, a investigar, ensayar y a darme mucho conocimiento que se tradujo en libertad para elegir las cosas a las cuales quiero llegar. Mi éxito profesional se basa, por un lado, en mantener y lograr la calidad de los vinos de nuestra bodega garaje Moor Barrio Wines. Ahora, en Corazón del Sol, es un gran logro estar entre los 100 mejores del mundo según Wine Spectator y esto me da empuje para conseguir el objetivo de llevar a esta bodega a lo más alto posible, construyendo una marca sólida.
Marcelo Pelleriti, enólogo de Monteviejo y de Marcelo Pelleriti Wines
No hubo dudas en la elección de mi carrera porque fue una decisión vocacional desde chico por mi abuelo que me sumó a su mundo vínico familiar. Yo elegí ir al Liceo Agrícola y luego a la Facultad de Enología. Era lo que yo quería hacer para vivir; quería hacer vino y tener mi propia bodega. Creo que más que un maestro, Michel Rolland fue un padre para mí y haber tenido la posibilidad de trabajar con él también una oportunidad única. Mi gran logro creo que ha sido poder disfrutar de mi vino, poder dedicarme 100 por ciento al vino y haber logrado tener mi empresa de vino. Pero sin dudas, lo es también poder representar a mi país con el vino y el malbec argentino. Es un orgullo muy grande cuando uno sale a mostrar su vino por el mundo y lleva puesta la camiseta de Argentina y del malbec.