El mercado se adapta para conquistar un segmento que cada vez consume más vinos. ¿Cuáles son las características de este grupo?.
Hace décadas que el comercio vitivinícola está buscando nuevos horizontes y mercados. Asistimos a una etapa en la que las principales bodegas realizan sus esfuerzos por atraer a jóvenes con nuevas propuestas.
Poco a poco se advierte que los jóvenes eligen esta bebida por sobre otras para eventos y reuniones sociales o bien para pasar un momento en la cotidianeidad de su hogar. Esto no significa que el vino sea un nuevo elemento en el segmento, pero masificar el consumo parece ser el objetivo.
El proceso es lento, pero avanza. Un estudio encargado el año pasado por la Corporación Vitivinícola Argentina y realizado por la consultora W detalla que el 41% de los jóvenes argentinos de entre 18 y 25 años eligen esa bebida. El porcentaje aumenta a 53% en el caso de las personas de entre 26 y 35 años, mientras que un 49% de los consumidores de 36 a 49 años también eligen el vino.
Sin embargo, para la industria vitivinícola es al menos insuficiente limitar el segmento a un rango etario. En este sentido es importante tener en cuenta cuáles son las prioridades a la hora de elegir un vino. Entonces, ¿cómo son los vinos preferidos por los jóvenes?.
En busca del vino perfecto
El primer análisis de las propuestas de la industria, sugiere que proliferan los vinos jóvenes y frescos, las etiquetas atractivas -incluyendo el envase y packaging- y un detalle no menor, el precio. Prioridades que, desde la óptica del consumidor, pueden ajustarse a la ley “bueno, bonito y barato”, respectivamente. Una clásica consigna que sigue reconvirtiéndose.
Si atendemos el primer concepto, el público prefiere vinos frescos, fáciles de consumir, que no abunden en especificaciones. Que puedan adaptarse a distintas circunstancias. Hay cierta tendencia a elegir vinos dulces, pero no es excluyente.
También se valora que el sabor de estos vinos forme parte de una propuesta novedosa. Un vino que de la sensación de que “no se ha tomado nunca”. Innovaciones aromáticas y visuales.
En relación a la segunda máxima, y sin ahondar en las nuevas tendencias de consumo, vale la pena decir que cada vez con más frecuencia se advierte una búsqueda por la vanguardia en la presentación del producto. Etiquetas de diseño, colaboración con artistas, etc. Las etiquetas son la carta de presentación para cualquier vino, y aquellas que pretendan conquistar a un joven tienen que lograr que den ganas de postearlas en redes sociales. Deben hablar el lenguaje de la generación.
A esto se suma la renovación de los envases. La tendencia creciente a comercializar vinos en lata es una muestra de que hay intentos por adaptarse.
Por último, el vino perfecto de los jóvenes tiene que ser accesible. Este concepto no excluye a los vinos “caros” de la preferencia de la juventud, pero si de conquistar el segmento se trata, la accesibilidad económica se valora tanto como la calidad.
En este punto es importante aclarar que la accesibilidad no es solo una cuestión de precio. El joven que compra un vino para llevar a una reunión, generalmente lo hace en el comercio más cercano. Esto se relaciona con la virtud del mercado de acceder a lugares donde otras bebidas son predominantes, como los bares y boliches.
Frescura, seducción y accesibilidad parecen ser las preferencias de una generación que se reúne a tomar un vino con su pareja, entre amigos, con familiares o bien lo hacen en soledad, para acompañar un buen momento.