Esta profesión, todavía joven en el país, cada día tiene un lugar más importante en el mundo vitivinícola. Los Andes charló en su día con algunos sommeliers de la provincia.
Como cada 3 de junio, el mundo del vino celebra hoy el Día Internacional del Sommelier. Si bien se trata de una profesión que aún está dando sus primeros pasos, ha logrado posicionarse como un importante puente entre los consumidores y los hacedores de la bebida y cada vez es más frecuente encontrarnos con ellos en las bodegas o restaurantes de Mendoza y Argentina.
Para conocer más sobre esta profesión, que puede incluir muchas más tareas de las que a priori se cree, Los Andes habló en su día con algunos sommeliers que se desempeñan en diferentes bodegas de la provincia.
Rodrigo Kohn, Matías Scudelleti, Romina Rolón, Facundo Balverde, Carolina Fuller y Tatiana Nessier nos contaron cómo iniciaron su camino en la profesión, lo mejor y lo peor de dedicarse a esto, la importancia de la figura del sommelier, el desarrollo de la carrera en el país, los desafíos y más.
Rodrigo Kohn, sommelier de Trapiche
Conoció la profesión desde muy chico por la tradición vitivinícola por parte de su familia materna. Aunque en su entorno la enología parecía el inequívoco camino, él no se veía en eso y buscó otra alternativa: “Me gustaba la historia, la geografía y otro abordaje, no solo del vino, sino de las bebidas en general”, comentó el sommelier. Así, encontró en su profesión el espacio ideal para combinar sus intereses con el servicio, la gastronomía y la cultura general.
“El sommelier no es solo de vinos, hay de té, café, habanos, vodka, ginebra y de todas las bebidas. Es un mundo infinito que siempre digo que no me alcanzaría ni cinco vidas para adquirir todo el conocimiento que se puede tener”, describió sobre la que es también su pasión.
Para él, es importante que bodegas y restaurantes puedan tener la figura del sommelier porque se trata de una persona que está abocada al servicio y tiene el conocimiento de las bebidas y la gastronomía. “El sommelier es el conector de los profesiones que trabajan en un restaurante o bodega con los consumidores, de alguna manera es el que da el show y transmite la identidad, la historia de cada lugar”, explicó.
“Es una profesión que viene creciendo en Argentina, todavía es muy nueva. En Europa llevan toda una vida, nosotros en 20 años hemos logrado un desarrollo increíble, con profesionales argentinos en restaurantes del exterior. Creo que es un camino que tenemos que seguir recorriendo”, dijo sobre el desarrollo de la profesión en nuestro país.
En Mendoza, para Rodrigo, las bodegas ya han iniciado un camino en el que la figura del sommelier es cada vez más recurrente. “Tengo el placer de trabajar en una de las mejores bodegas del mundo. Entiendo que es un puntapié para la promoción de tener profesionales detrás de cada una de las bodegas. También entiendo que más allá de la bodega como empresa, la enología nos está dando el lugar, con grandes referentes a nivel nacional que nos dan voz y voto. Para ellos también ha sido algo muy nuevo y esto se ha dado con el transcurso del tiempo con humildad, respeto y trabajo, demostrando que estamos para comunicar la maravilla que ellos hacen. Es importantísimo ese apoyo y esa confianza”, completó.
Matías Scudelleti, sommelier de Bodega Lamadrid
La actividad vitivinícola siempre estuvo muy presente en la familia de Matías. Aunque la primera opción fue la enología, decidió no terminar la carrera, pero siguió capacitándose en la comercialización, el turismo y también como sommelier. Así, fue adquiriendo experiencia en el sector turístico de diferentes bodegas y desde hace cuatro años llegó a Lamadrid. “Siempre fue algo que me apasionó mucho. Hoy tengo la suerte de trabajar desde la comercialización y la comunicación, algo que tomo con mucha responsabilidad porque es un producto que nos representa a nivel mundial”, explicó.
Para Matías, el sommelier puede ocupar muchos lugares en la industria. “La comunicación de los productos, la bodega o los enólogos para mí es la parte principal que hemos ocupado, somos el nexo entre la parte productiva y el consumidor. Muchas veces también podemos comercializar, como es mi caso”, argumentó Scudelleti,
“Yo creo que el sommelier tiene importancia en las bodegas desde el punto de vista de cómo estas quieren ser representadas hacia afuera. El sommelier creo que va a tener la capacidad de potencia el aspecto que la bodega quiere potenciar. Esto desde el conocimiento que puede tener. Muchas veces se cree que simplemente hacemos la degustación y la nota de cata, pero estamos preparados para mucho más que eso”, defendió su profesión y definió a los sommeliers como “un jugador de toda la cancha”.
Romina Rolón, sommelier de Envinados
Aunque antes su vida estaba más relacionada con la contabilidad, Romina Rolón inició su camino en la profesión hace 11 años, cuando en 2009 se recibió de sommelier. Al salir de la secundaria le entusiasmaba la idea de estudiar enología, pero después de seis meses se dio cuenta de que la química no era lo suyo. Pero sin dudas el mundo del vino la atraía, por eso hizo un breve curso de sommelier de tres meses y descubrió que esa era su profesión, así que decidió estudiar la carrera en la Escuela Argentina de Sommeliers (EAS).
“Desde ese momento he estado vinculada al mundo del vino, ya sea en la gastronomía o la hotelería. También estuve viviendo en Uruguay por la profesión. Hoy tengo en Mendoza mi propio emprendimiento, Envinados. He pasado por todos los estadios del sommelier y algo que fue bisagra en mi vida fue la educación”, sostuvo Romina.
Rolón también se ha desempeñado como docente en la EAS durante ocho años, algo que le permitió tener otra mirada de lo que es la comunicación del vino y la certeza de que no cambiaría de profesión.
Aunque es difícil de responder, para Romina Rolón lo mejor de ser sommelier es que la profesión es un puente para unir culturas y países y para generar un vínculo y servir. En tanto que, lo peor que puede tener en el país es la juventud de la profesión, lo que no permite hoy diferenciar a un profesional de alguien que solo ha hecho un curso.
“Hoy creo que en Argentina estamos creando el puesto del sommelier en bodegas y restaurantes. Antes estaba en la última opción de personal, hoy creo que nos estamos acercando a los primeros lugares, porque la profesión te permite tener un lugar importante en el vínculo de la bodega y el consumidor”, opinó.
Facundo Balverde, sommelier de Los Helechos
La relación de Facundo con la profesión arrancó hace unos 14 años. Sus primeros pasos fueron en la gastronomía, como mozo de un importante restaurante de Mendoza que contaba con una de las cavas más importantes de la provincia. Allí empezó a relacionarse con el vino, el servicio y la comunicación. “Empecé a leer mucho y a indagar en la cava, lo que derivó en que estudiara la carrera”, contó Balverde.
Después de convertirse en el sommelier del local, Facundo comenzó a incursionar en el mundo de las bodegas, donde pasó por importantes establecimientos de la provincia y realizando distintas tareas, hasta que llegó al grupo Fecovita, donde se desempeña como sommelier comercial de la bodega de vinos de alta gama.
“Mucho de mi trabajo implica buscar nuevos clientes, por lo que tengo que estar en estrecha relación con los enólogos, probando los nuevos vinos, ayudando a generar nuevos productos, y también capacitando y dando degustaciones al público. Nuestro trabajo es comunicar y ayudar al consumidor o potencial consumidor a interpretar qué es lo que va a tomar”, expresó Facundo.
Para él, lo mejor de ser sommelier es el contacto con las personas y poder hablar con gente de todo el mundo, con personas que ya tienen conocimiento del vino y los estilos y ayudarlos a interpretar los de Argentina. Lo malo de su trabajo, para Balverde, es que quizás en la provincia aún no es tan reconocido como sí puede suceder en Buenos Aires. “Acá en Mendoza donde están la mayoría de las empresas productoras de vino del país hay muy pocos sommelier dentro de las bodegas o restaurantes. Es como que vamos un paso más atrás de Buenos Aires, pero de a poco vamos creciendo”, concluyó el sommelier.
Carolina Fuller, sommelier y responsable de ventas de Corazón del Sol
Al llegar a Mendoza hace 21 años, Carolina comenzó a trabajar a través del turismo en el mundo del vino. Después de algunas experiencias en importantes bodegas de la provincia, un poco por su deseo personal de saber más y un poco por la proyección internacional de nuestra industria, decidió darle un respaldo profesional a su formación e inició la carrera en el año 2010 y en el año 2012 se recibió como sommelier internacional.
“Hay que saber qué información brindarle al consumidor que sea diferente, porque sino es como que nos ponemos un cassette y repetimos siempre lo mismo. Cuanto uno más sabe, más se puede adaptar a los diferentes visitantes que podemos recibir en la bodega, desde los que no saben nada y recién están iniciando, hasta consumidores que conocen este mundo y tienen mucha experiencia”, sostuvo Fuller.
Para Carolina, el mayor desafío que tiene un sommelier es la constante capacitación y no cerrarse simplemente al concepto de que es la persona que arma la carta de vinos de un restaurante. “Hay tantas opciones, porque es una carrera muy versátil. Hoy el sommelier puede reinventarse con diferentes actividades, como embajadores de marca, en una vinoteca, en un hotel, en gastronomía, la educación y ni que hablar de inventar nuevos conceptos y relacionar el vino con todo”, concluyó Carolina.
Tatiana Nessier, sommelier Casa Cayé
Tatiana estaba estudiando relaciones internacionales cuando se enteró de que estaban abiertas las inscripciones para sommellier. “Me pareció entretenido aprender de vinos, como buena mendocina por adopción que soy y porque me parecía interesante conocer más en detalle el proceso de elaboración, catarlo y el mundo de las bodegas”, contó sobre sus inicios.
“Después se abrió un portal qu nunca se cerró y que es infinito, no solo es vino, si no geografía, gastronomía, historia, maridaje, puros, te, aceites de oliva, destilados, aguas e infinidad de productos que por su terroir son únicos. Siendo sommelier pude viajar y comunicar nuestros vinos no solo en Argentina recibiendo a turistas de todas partes, sino que también lo hice en Noruega, Dinamarca, Japón, Estados Unidos, Brasil, Uruguay, Canadá, etc. Es un mundo apasionante y lo más importante de todo es poder comunicar los conocimientos con humildad y profesionalismo. Volvería a elegir ser sommelier mañana y siempre”, manifestó.