Hace ya un tiempo que las criollas causan furor entre los wine lovers y también entre aquellos que se animan a más en el mundo del vino. En esta nota, todo lo que debés saber.
Se denominan “uvas criollas” a aquellas que nacieron en América Latina, a partir de cruzamientos espontáneos entre las uvas que trajeron los colonizadores, especialmente de las variedades Listan Prieto y Moscatel de Alejandría. Estas uvas fueron conservadas y multiplicadas por los productores locales, quienes encontraron especial valor en muchas de ellas.
Entre las más difundidas encontramos al Torrontés Riojano y Pedro Giménez (ambas, equivocadamente, tomaron sus nombres de cepas españolas), y también las variedades Cereza y Criolla Grande. Éstas abarcan un tercio de la superficie cultivada actualmente en la provincia.
¿Y la “criolla” que encontramos en el mercado?
En general, las etiquetas comercializadas suelen estar elaboradas con “criolla chica” que, a pesar de su nombre, es una antigua variedad que trajeron los colonos y que hoy conocemos como Listan Prieto. Junto a Moscatel de Alejandría, ambas fueron las encargadas del desarrollo espontáneo de las demás variedades, como ya mencionamos.
También podemos encontrar Listan Prieto en distintas partes de América; en Chile es conocida como “cepa país”, “Mollar” en Perú y “Mission” en California.
El interés por esta variedad -que comenzó con algunas “locuras” y vinos jugados de enólogos- hoy es una realidad en toda la industria vitivinícola. Podemos encontrar más de 30 bodegas y proyectos que se animan a comercializar estos vinos, y no solamente de pequeños productores, sino también de algunas de las bodegas más importantes de nuestro país.
Cabe destacar el gran aporte del INTA, institución donde se comenzaron a estudiar estas variedades en el año 1949 y cuya investigación finalizó en 2017. Este trabajo arrojó luz a la situación, permitiéndonos conocer (gracias al ADN) la forma en que se desarrollaron las variedades autóctonas que tenemos en nuestro país.
¿Qué esperamos de una botella de criolla?
Es importante destacar que el auge de estas variedades se dio en los 70 y 80, de manera que para muchos consumidores de hoy se asemejan a “los vinos que tomaba el abuelo o la abuela”. Son generalmente vinos tintos o “claretes”, fáciles de tomar y con mucha fruta.
Sin embargo, muchos de ellos presentan complejidad y elegancia, lo que les ha permitido ganar reconocimiento en la prensa especializada mundial y un pequeño lugar en las vinotecas y restaurantes más importantes del mundo.
Lic. en Enología y Mgter. Matías Morcos