Con tan solo 38 años, Rogelio Rabino tiene un largo e interesante camino recorrido en el mundo de la enología. Actualmente es Head Winemaker de Finca Flichman, y reflexiona en esta nota sobre los nuevos desafíos que enfrentan los jóvenes profesionales.
-¿Cómo llegaste al mundo del vino y a esta profesión?
-Un poco por casualidad, pero también por destino familiar. Mi hermano, que es enólogo, me lleva 15 años, así que desde chiquito lo acompañaba los fines de semana a trabajar en época de Vendimia. Ese fue mi primer acercamiento, me enamoré un poco de los aromas que había en la bodega, y a la par tenía claro que no quería trabajar en una oficina, sino al aire libre. Por eso decidí estudiar Agronomía.
Mis primeros trabajos como pasante fueron en una bodega de San Martín, y apenas recibido conseguí trabajo en Finca Sophenia. Y ya el primer año en que entré como agrónomo, Matías Michelini me pidió que lo ayudara a hacer la parte de vendimia. Así comencé a hacer finca y bodega al mismo tiempo.
-Contanos un poco más acerca de tus inicios en este mundo laboral tan apasionante
-Como te decía, me inicié en Viñas de Alto Salvador, en San Martín, una bodega con viñedos orgánicos. Luego estuve casi 7 años en Sophenia como segundo enólogo y luego como jefe de Agricultura, y finalmente como gerente de Producción. Posteriormente pasé a Kaiken, donde estuve otros 7 años como jefe de Viticultura y Enología. Actualmente y desde hace 7 meses trabajo como director de Enología y Viticultura de Finca Flichman.
-¿Tenés algún refererente profesional, alguien a quien admires?
-La verdad que tengo muchos… Por empezar mi hermano, Pablo Rabino, y mi cuñada María Jimena López, quienes me guiaron en esta carrera. De las personas con las cuales he trabajado y admiro mucho puedo nombrar a Matías Michelini, que fue quien me ayudó a desarrollar mi parte creativa; también a Aurelio Montes padre y su hijo, Aurelio Montes Jr., de Kaiken, quienes me inculcaron la idea de hacer vinos con una mentalidad de calidad.
-¿Cuáles son las virtudes que no puede dejar de tener un buen enólogo?
-Las que me parecen más importantes para un enólogo en estos tiempos son primero, el trabajo en equipo. Esto es fundamental, ya que uno tiene a cargo muchas personas e interactúa con ellas todo el tiempo. También uno debe ser muy sólido técnicamente en cuanto a vitivinicultura y enología. Y lo más importante que hemos incorporado últimamente es el tema de la comunicación; hemos tomado conciencia de que comunicar lo que hacemos es súper importante.
-¿Qué significa para vos, siendo tan joven, contar con vinos entre los mejores del mundo y haber recibido distinciones importantísimas a nivel internacional?
-Las distinciones internacionales son importantes porque marcan el buen rumbo, la impronta que uno le está dando a una bodega. Pero también disfruto mucho de las pequeñas cosas, por ejemplo cuando las personas en un restaurante piden un vino que yo elaboré, se toman la botella y piden otra. Esa sensación de que les gustó tu vino es algo impresionante. También, como me ha pasado en Dubai, UK o EEUU, el ver uno de tus vinos en una tienda y que la gente lo disfrute. Eso me llena el alma.
-¿Si tuvieras que elegir uno de tus vinos, cual sería tu preferido?
-¡Eso algo que me cuesta mucho!. Siempre tengo presente una lista de los vinos que me han impresionado en las diferentes bodegas en las cuales he elaborado, por año. En Finca Flichman estoy enamorado del proyecto de micro terroirs, son vinos en donde se descartan las variables del clima, manejo y hombre, y habla solamente el suelo. Es un proyecto muy interesante, que se desarrolla en nuestra finca en Cordón del Plata, en Tupungato.
-Sos un referente dentro de los jóvenes enólogos de Argentina ¿cómo creés que se puede cambiar la forma de hacer vinos en el país?
-Esta generación de enólogos que estamos al frente de bodegas debemos ser conscientes de todo el trabajo que hicieron nuestros antecesores, que pusieron a nuestra vitivinicultura al más alto nivel en el mundo. Tenemos que ser muy cuidadosos con el pasado, seguir aprendiendo y sumar nuestro granito de arena para llevar el vino argentino a las distintas partes del mundo.
También debemos tener en cuenta los gustos de los consumidores, hablar con ellos, recorrer mercados para entender cuáles son las tendencias en el mundo de vino y tratar de interpretarlas. Y seguir estudiando a fondo los terroirs distintivos que tienen las provincias argentinas, sumado a lo que se nos pide en los últimos años: alcanzar el menor impacto posible en las tareas enológicas, es decir, tener muy presente la palabra “sustentabilidad” en todo el proceso.
-¿Cuáles son tus futuros proyectos?
-Hoy por hoy tenemos muchísimos proyectos nuevos. Estamos en un proceso importante de cambios, de nuevos vinos en Finca Flichman, donde me han dado toda la libertad, casi como un lienzo en blanco para que empiece a dibujar la nueva bodega, pero sin perder el legado y la historia de esta prestigiosa bodega.
Entre otros, te puedo comentar que está proyectado el lanzamiento de un nuevo blanco, en una línea que es un blend de cuatro variedades. También lanzaremos en noviembre un vino en conmemoración del aniversario de la bodega. Y para el año que viene 3 ó 4 proyectos más que por ahora no puedo adelantar.
-¿Qué le dirías a los jóvenes que están pensando en seguir el camino de la Enología?
-Les diría que es una carrera que requiere un gran compromiso en cuanto a tiempos, y que sí o sí hay que hacerla con mucha pasión. En Vendimia trabajás de lunes a lunes al menos durante 12 ó 13 horas…
También les diría que el terreno no es fácil, pero que es una carrera muy linda y gratificante y que todo lo que se haga con amor y alegría da resultados a corto y mediano plazo. Todo aquel que quiera estudiar Enología solo debe tener pasión y ganas de trabajar, eso es lo fundamental.