Sergio Ramírez es árbitro de remo y asesora a dos pequeñas cooperativas que forman parte de Fecovita. En una accidentada experiencia olímpica le tocó ser juez de una de las regatas más importantes de los juegos, pero ahora no puede regresar al país.
Sergio Ramírez cumplió en Tokio 2020 uno de los sueños de su vida. Así como para los atletas el colgarse una medalla es el logro más añorado de su carrera, este juninense que es árbitro de remo se consagró al impartir justicia en la Final A del single masculino en la cita olímpica.
El mendocino de más de 20 años de experiencia en el arbitraje, que es ingeniero agrónomo de Fecovita y trabaja en la asesoría de dos pequeñas cooperativas de Santa Rosa, fue en representación de la Federación Internacional de Sociedades de Remo y fue uno de los 18 jueces olímpicos, algo que solamente puede vivir una sola vez en su carrera como colegiado. Pero eso no fue todo, también estuvo acompañado de su hija Lucía, quien viajó como asistente de árbitro.
A pesar de la alegría, su experiencia olímpica tiene otra cara y no es la mejor de todas. Más allá de haber cumplido con creces su tarea y haber representado al país desde el arbitraje, ahora no puede regresar a Argentina. “Nuestro vuelo del 1 de agosto fue cancelado y lo reprogramaron para el jueves 5. Ese vuelo es hasta Atlanta, pero hoy nos avisaron que el tramo que va hasta Buenos Aires está caído. Igual vamos a viajar a Estados Unidos porque desde allí tenemos más alternativas de empresas y vuelos”, dijo Ramírez.
Así, la situación para él y su hija es realmente preocupante y empaña un poco todo lo vivido, ya que desde la empresa de viajes no le dan demasiadas certezas, incluso hablan de días o semanas de espera hasta conseguir cupo dentro de los 600 pasajeros que pueden ingresar al país, debido a las restricciones gubernamentales.
El camino a la final
Como sucede con todas las disciplinas, los árbitros, oficiales y técnicos de cada competición se alojan fuera de la Villa Olímpica. Él y su hija estuvieron parando en un imponente hotel de Shinagawa, uno de los barrios cercanos a la bahía de Tokio. “Es inmenso el hotel, hay varias delegaciones y de distintos deportes”, contó todavía desde su habitación.
Para el excampeón sudamericano de remo -título que logró a los 17 años- Tokio 2020 fueron sus primeros y únicos juegos como árbitro. También fue el único argentino y uno de los cuatro sudamericanos de los 18 jueces que impartieron justicia en las competencias.
A nivel deportivo, Argentina llegó a Tokio con un solo bote, integrado por Milka Kraljev y Evelyn Silvestro que compitieron en doble par ligero y quedaron en la 13° colocación tras ganar la Final C, pero desde el lado arbitral logró tener el mejor desempeño.
Sin embargo, no todo fue color de rosa y para llegar a arbitrar la final del A del single masculino a Sergio le tocó literalmente remarla, pero esta vez fuera del agua.
Es que su hija Lucía dio positivo de Covid-19 en el test diario que le realizaron el 20 de julio, por lo que él fue aislado por contacto estrecho, a pesar de haber tomado todas las medidas sanitarias para evitar el contagio. Este fatídico contratiempo hizo que no pudiera salir de su habitación por dos días y, en consecuencia, se perdió el primer día de competencia.
Una vez descartado el contagio, ya que Sergio dio negativo a las pruebas que le realizaban todos los días, comenzó a realizar algunas tareas, pero en modo burbuja y sin contacto con los otros árbitros.
A pesar de los problemas iniciales, todo terminó de la mejor manera para el argentino. “Con el correr de los días me fueron dando más tareas dentro de todo lo que nosotros podemos hacer y en los últimos dos días de competencia me pude subir a la lancha, que es lo más lindo de nuestra tarea. El último día tuve el premio de arbitrar la Final A del single masculino”, recordó.
Esto tuvo un doble componente emocional. Más allá del logro personal de dirigir una final olímpica, donde se consagró el griego Stefanos Douskos, Tokio fue uno de los escenarios en el que el máximo exponente argentino del remo en single y entrenador de Sergio Ramírez, Alberto “Gringo” Demiddi, tuvo sus regatas. “Fue maravilloso y muy emotivo poder llevar el single, fue algo muy especial”, reconoció.
Un torneo distinto
Para el mundo deportivo, sobre todo en el amateurismo, los Juegos Olímpicos suelen ser la competencia más esperada. Pero como ya se ha visto, Tokio 2020 ha sido muy especial y distinto a todo lo que se conoce en el olimpismo.
“Desde lo cultural es muy distinto a lo nuestro. Con las restricciones de la pandemia, nosotros no nos podíamos acercar a menos de dos metros de los atletas y a menos de un metro entre los oficiales. En mi caso, por el aislamiento por la sospecha de contagio, estuve desayunando, almorzando y cenando a solas para poder llegar a la final de los juegos bien. Como eso pasó, no es algo que me arrepiento de haber hecho”, destacó Ramírez.
A diferencia de lo que sus más casi 30 años como árbitro le han dejado como experiencia en competencias internacionales, esta vez no hubo demasiada sociabilización, salidas luego de la competencia, ni mucho menos recorrido por la ciudad, ya que las autoridades japonesas no le han autorizado el turismo a las delegaciones. “Han sido distintos, no vine a pasear, vine a trabajar y por momentos fue traumático, pero me di el gusto de llevar una Final A en un juego olímpico, que era mi mayor anhelo”, aseguró Sergio Ramírez.
La combinación de dos pasiones
Sergio Ramírez, además de referente en el remo mendocino y argentino es ingeniero agrónomo parte del grupo de asesores que trabajan con las cooperativas que integran Fecovita. En su labor en dos pequeñas cooperativas de Santa Rosa, ayuda a los productores en el manejo de su viñedos con recomendaciones de todo tipo que incluyen la poda, fertilizaciones, tratamientos fitosanitarios y costos.
Aunque a comienzos de su carrera universitaria, cuando estaba en segundo año, decidió dejar de lado el remo para enfocarse en lo profesional, desde el año 1992 ha logrado combinar a la perfección sus dos pasiones. “Yo tengo el corazón dividido. Como agrónomo tengo pasión por lo que hago y me gusta mucho trabajar con el pequeño productor como lo hago con Fecovita. Siempre que entro a algún trabajo les digo a los jefes que por algunos días del año me voy a tener que ausentar porque tengo competencias internacionales de remo. Nunca me han hecho problema y lo vengo haciendo hace más de 20 años”, detalló Ramírez, quien es secretario de la Comisión de Arbitraje de la Asociación Argentina de Remo.