Dejar de ver a este producto como una golosina y disfrutarlo con vinos, infusiones y espirituosas. Un desafío que surgió de Entre Dos.
Nada está escrito ni establecido con respecto a maridajes. Basta con aceptar nuevas propuestas y dejarse llevar por distintas combinaciones, tal vez, nunca antes pensadas. Seguramente, la experiencia se vuelva inolvidable y sea el disparador para arriesgar nuevos maridajes.
Aquí, la idea fue más que original. Dejar de pensar al alfajor como una simple golosina que, habitualmente, se acompaña con un café o una bebida fresca y animarse a dar un paso más: combinarlo con una infusión, con vino blanco y con una bebida espirituosa, según los ingredientes predominantes de cada uno.
Eso sí; la degustación se recomendaría hacerla a ciegas. Así, sin el uso de la vista, el gusto se potenciaría y se pondría en práctica con más rigurosidad.
La invitación partió de Entre Dos -la marca mendocina de alfajores multipremiada- y con motivo de una nueva tienda que abrió en la ciudad de Mendoza. "Queremos que cada participante encuentre diferentes momentos y motivos para poder compartir un alfajor y darle otras posibilidades más allá de una merienda o desayuno. Queremos darle vuelo, buscarle nuevos significados y sentidos", comentó el especialista Matías Berrondo, quien ofició de guía en esta experiencia que llegó a sorprender, incluso, a los mismos empresarios de la marca.
Una experiencia, múltiples sensaciones
La idea fue muy buena. Y sirve contarla para que cada uno pueda replicarla y por qué no encontrar nuevos maridajes. La música, los sonidos suman a la experiencia.
Ahora sí, el maridaje en detalle…
Alfajor de merengue y dulce de leche con un vino chardonnay. Aquí los ingredientes que resaltaron son los que forman la cobertura del alfajor: combinación del dulce de leche y merengue casero. El vino, fresco y seco con aromas y frutas muy bien expresadas, aportó una concepción refrescante, ácida y agradable. Al ingresar el alfajor en boca y distinguir su merengue, el vino se transformó en dulce, desapareció toda la acidez y frescura.
El segundo paso fue la degustación de un alfajor de frambuesa con infusión fría de arándanos. Este alfajor es una fusión entre el sabor intenso del chocolate semiamargo y la dulzura y acidez de la frambuesa. Maridarlo con una infusión de té de arándanos en frío con el agregado de un toque de vodka originó una conexión potenciadora del relleno, combinando la acidez de la frambuesa con la acidez de la infusión. "Todo lo sensorial y lo aromático de frutos del bosque explota ampliamente en el retrogusto por nariz", explicó Berrondo.
Por último, un alfajor con whisky y una copa de narancello. Un producto de chocolate relleno de dulce de leche saborizado con whisky, con cobertura de chocolate semiamargo y finos hilos de chocolate blanco. Para elegir una bebida que combinara se buscó un licor o bebida espirituosa a base de cítricos. La idea, de acuerdo con el especialista, era potenciar de manera superlativa ese whisky que se encuentra en el interior del relleno conectando con el dulzor de la naranja. "Este maridaje buscó darle frescura a la estructura fuerte y chocolatosa presentes en el alfajor", agregó.
Con el relato de esta experiencia, volvemos al inicio de la nota. Nada está dicho sobre un maridaje. Hay tantas combinaciones posibles como gustos de las personas. Se pueden degustar y probar cientos de alternativas. El maridaje perfecto será aquel que cada uno más disfrute.
La guía o la experiencia de otros, seguramente, nutrirá y aportará para una nueva experiencia, pero lo importante es animarse a maridar y sacar las propias conclusiones.
Así, aprenderemos a resaltar sabores, a mezclar determinadas elaboraciones con determinadas bebidas; en fin… a encontrar el maridaje perfecto, el que más nos gusta, aquel que repetiríamos.
¿O acaso, imaginaron que un alfajor de merengue maridado con vino blanco no era algo un poco extravagante? Sin embargo, fue el paso que más sorprendió.
En cuanto a maridajes, hay mucho más por descubrir.