En el marco de su día hablamos con algunos referentes en el varietal que en los últimos 20 años ha ganado terreno entre los hacedores y consumidores.
El 4 de diciembre se celebra en todo el mundo el Día del Cabernet Franc, uno de los varietales de mayor crecimiento y potencial en todo el país. La fecha elegida no es aleatoria, sino que refiere un promedio de cuando cuaja, es decir, se convierte la flor en fruta, y cada vez, por la popularización de la variedad entre los consumidores, es más celebrado.
Si bien el día ya existía, no era tan recordado como en el caso de otros varietales. Fue entonces que, hace alrededor de cinco o seis años, Alejandro Vigil y su equipo decidieron hacer una actividad para darle un impulso al varietal. “Al principio no le dieron mucha atención, pero ahora ya se ha instalado. Veíamos que todas las variedades tenían su fecha. Nosotros hace muchos años apostamos por el cabernet franc con El Enemigo y fuimos en la búsqueda de que también se celebre”, dijo en diálogo con Los Andes Alejandro Vigil, enólogo de bodega Aleanna, donde se destaca con sus vinos El Enemigo, y Catena Zapata.
Este crecimiento se ve respaldado por los números. Desde el año 2002, cuando había plantadas 15.211 hectáreas, al año 2020, cuando el total era de 95.966, hubo un crecimiento superior al 630% de la superficie plantada con esta variedad, aunque apenas significa el 0,83% del total de la producción del país, conforme a los datos del Observatorio Vitivinícola Argentino.
¿Qué cambió? Para Vigil fue el descubrir la transparencia del cabernet franc. “En el año ‘97 visité Leloir y Pomerol, y ahí encontré que era el mismo varietal con dos expresiones distintas. Eso me indicó que la zona era más importante que el varietal, o mejor dicho, que el varietal se expresaba distinto según la zona. Es algo muy parecido a lo que pasa con el malbec, que dependiendo la zona es el vino que da”, resaltó.
“Cuando arrancamos a elaborarlo había otros cabernet franc ya en el mercado. Encontramos algunos de los ‘80, de los ‘90 algunos. Pero la idea de mostrar las distintas interpretaciones del lugar a través del lugar fue lo que le dio una fuerza al concepto de vinificar al cabernet franc puro. Esto le dio una identidad y le permitió un crecimiento como interpretador de lugares o transparencia del paisaje”, aseguró.
Qué distingue al Cabernet Franc argentino
Otro de los que también decidió apostar temprano por el varietal fue Silvio Alberto, Chief Winemaker de Bodegas Bianchi. “Es un varietal que, en lo personal, lo llevo en el corazón. Recuerdo que en el año 2003, cuando me preguntaban o decían que el cabernet franc solo podía ser un vino de corte, yo anticipaba el potencial que podía tener y me trataban de loco y otras cosas. Es un varietal que en Europa solo se usaba para los blends y decidí apostar en esa época porque me pareció algo increíble, algo que mostraba que Argentina no es solamente malbec”, aseguró.
“Nos saca de lo que estamos acostumbrados a probar acá en Argentina. A nivel de aroma presenta una pureza en la nariz, fruta y especias que se destacan y lo hacen único. Tiene especias que no las encontramos en el cabernet sauvignon muchas veces, menos el malbec, donde predomina la fruta roja, pero deleita a los consumidores y a nosotros porque encontramos algo que para mi fue enigmático en aquel momento, único. En boca tiene estructura y potencia, pero es un vino que fluye más y se adapta a cualquier ocasión. Va a ayudar a que la Argentina muestre ese gran portfolio de variedades que tiene”, describió el reconocido enólogo.
Y si hablamos de cabernet franc, la mirada de Mariano Di Paola no puede faltar. “Creo que en Mendoza ha encontrado un lugar diferente, no digo mejor, aunque quizás lo es, del que es originario. El cabernet franc de toda la zona de Pomerol es más fresco, frutado y hasta liviano. Pero acá tiene características muy diferentes e interesantes. De hecho, nuestras tres últimas tres cosechas ganaron medalla de platino para la revista Decanter, lo que quiere decir que es algo diferente”, sostuvo el enólogo de Rutini Wines.
Mucha demanda, pocas plantas
La calidad que han logrado los hacedores ha hecho que el cabernet franc argentino se gane un lugar en las góndolas del mundo, al punto de no dar abasto con la demanda. Así le pasa a Vigil con sus vinos El Enemigo. “La mayor demanda la tenemos en nuestros cabernet franc. Obviamente el malbec tiene una atención especial y es nuestra punta de lanza, pero, dado que nuestra línea alta es solo cabernet franc, es lo que más se consume”, declaró.
Situación que se repite si nos vamos a Rutini, donde hoy están buscando nuevas zonas para crecer en la cantidad de hectáreas plantadas, pero siempre con la premisa de mantener la calidad. “Con nuestro cabernet franc estamos buscando terruños y lugares donde plantar para seguir creciendo. Hoy creo que Mendoza no está en condiciones de afrontar la demanda que hay porque no tenemos la cantidad suficiente de hectáreas plantadas. Nosotros tenemos que rechazar venta porque nos está faltando uva. Estamos trabajando mucho con la planta. Es una variedad en la que lo más importante es encontrar el punto justo de cosecha, porque si lo hacemos antes, aparecen vegetales que son un poco agresivos, y si lo hacemos después, aparece la mermelada”, contó Di Paola, y agregó que su zona preferida por el momento es Gualtallary.
¿El heredero del Malbec?
Mucho se habla en la vitivinicultura argentina sobre qué sigue en el país después del malbec. Los expertos consultados coincidieron en que el camino sigue siendo el varietal que nos abrió las puertas del mundo, pero reconocieron que el cabernet franc puede ser un gran exponente de la diversidad del país.
“El camino para el posicionamiento mundial sigue siendo el malbec. Hemos apostado nuestra infraestructura y nuestro trabajo a eso. El cabernet franc es un gran complemento, donde no podemos crecer en volumen por la cantidad de hectáreas que tenemos, pero sí nos permite tener otra visión de los lugares. Como también pasa con el Chardonnay o los varietales mediterráneos que están de moda. Son fuentes de diversidad, pero seguimos siendo malbec y así será por mucho tiempo. En general, el mundo no conoce el malbec, estamos empezando a ser conocidos”, aseveró Alejandro Vigil.
Por su parte, Di Paola, expresó: “Es un vino que la gente está descubriendo y a la gente le está gustando. Los taninos son distintos a los del malbec, es un poco más firme. No creo que llegue a lo del malbec, porque no hay cantidad para competir, tampoco es algo que buscamos. El malbec es la bandera del país, pero detrás viene un ejército de varietales triunfadores como el cabernet franc y chardonnay. Eso hace que Argentina se posicione como productor de vinos de calidad”.
En la misma línea opinó Alberto: “Seguimos teniendo nuestra variedad insignia que es el malbec, que nos abre la puerta en todo el mundo, pero el cabernet franc o el cabernet sauvignon también tienen potencial y podemos producir grandes vinos”, concluyó.