En los últimos días se entregaron los reconocimientos de la Asociación de Ejecutivos de Mendoza (AEM) y el sector vitivinícola tuvo gran presencia.
El sector vitivinícola es uno de los pilares de la economía mendocino, es por eso que no sorprende que los empresarios y las empresas hayan sido los verdaderos protagonistas de la XVIII Fiesta de Premiación Empresarial de la Asociación de Ejecutivos de Mendoza (AEM). Es que no solo Hervé-Birnie Scott, de Bodegas Chandon, se consagró como el Ejecutivo del Año en Mendoza y Sofía Pescarmona, de Planta Uno -también de Bodega Lagarde-, se llevó el reconocimiento a Ejecutivo Pyme del Año 2023, sino que otras bodegas fueron reconocidas en la velada.
Una de ellas fue Familia Falasco, que se quedó con la categoría “Empresa del Sector Vitivinícola”. La compañía originaria del Este y propietaria de Los Haroldos y Falasco Wines se impuso en la terna a Antigal Winery & Estates y Bodega Luigi Bosca. “Ansiabamos el reconocimiento, llevamos muchos años de trabajo y esfuerzo, con una visión clara sobre el presente y futuro”, sostuvo en diálogo con Los Andes Franco Falasco, CEO de la compañía.
El triunfo de Familia Falasco se explica un poco en los números de la compañía que ya cuenta con 80 años de trayectoria en el mercado: sus capitales accionarios son 100% de la familia, algo poco común en los grandes jugadores del vino argentino; cuenta con marcas líderes en distintos segmentos -como el caso de Chacabuco-; exportan a más de 45 países; cuentan con más de 650 colaboradores; y en el último tiempo han sido reconocidos por sus innovaciones amigables con el medio ambiente.
“Somos una empresa que está orientada a la búsqueda de la rentabilidad en los negocios, pero con un fuerte compromiso con el cuidado del medio ambiente y teniendo una clara mirada social. Somos ágiles y dinámicos a los cambios de mercado, creo que son atributos muy valiosos a tener en cuenta”, argumentó Falasco.
Competitividad ante las adversidades
Si bien los números del país muestran que el 2023 no ha sido el mejor año para el vino argentino, con la cosecha más baja de la historia incluida, en Familia Falasco han logrado justamente mantener el volumen, una de las claves de la compañía. “Mantenemos volúmenes considerables por tener fincas propias en los distintos oasis productivos de la provincia de Mendoza y, por consiguiente, poseemos relaciones de integración con más de 400 productores no solo en Mendoza, sino también en San Juan desde el año pasado. Somos uno de los tres grupos vitivinícolas más importantes del país y no podemos desabastecer nuestros centros de consumo, tanto locales como internacionales. La clave del éxito”, sostuvo Franco Falasco.
Para el joven empresario, la rentabilidad en contextos económicos adversos como el actual es “en primer lugar, apuntando a una economía de escala progresiva y sustentable, teniendo diversidad de portafolios y proyectos de vino con excelente relación precio-calidad”. Y añadió: “Nuestra comercialización es muy fuerte y sólida en el país y estamos replicando lo mismo en los principales países del mundo”.
Un nuevo envase sustentable
Las innovaciones son moneda corriente en el mercado vitivinícola, donde la competencia por conquistar a un consumidor ávido de probar nuevas cosas no da respiro, pero son pocos los productos que, en definitiva, logran romper con la tradición si de envases hablamos. En este sentido, Familia Falasco ha logrado presentar un producto que no solo ha logrado ser reconocido con premios en concursos como el de International Metal Decorating & Packaging Asociation (Imdpa) o el reconocimiento de la Fundación Universidad Nacional de Cuyo - UNCuyo, sino que cada vez es más demandada en los mercados.
Se trata de botellas de aluminio en la línea Chacabuco (Chenin Dulce Natural y Rosé Malbec) que salieron al mercado en 2022. “Es una gran inversión que refleja nuestro compromiso con el medio ambiente ya que los beneficios que tiene el material son muchos: como la reutilización de la botella, se enfría más rápido, es fácil de transportar, es la medida justa para tomar un Chenin Dulce Natural bien frío y además es reciclable, lo cual genera menor impacto en el planeta a corto plazo”, describió Falasco.
Tal ha sido el éxito, que a esta línea se sumó también la de Conejo Verde (vinos sustentables). “La respuesta fue totalmente sorpresiva, superando nuestras expectativas, no solo por el vino si no por el diseño y tipo de envase. Este lanzamiento fue acompañado de una fuerte inversión en comunicación en medios masivos y selectivos. La puesta a punto para el desarrollo del mismo, implicó una importante inversión tanto en maquinaria como en investigación y desarrollo”, dijo el empresario.
De cara al futuro, las innovaciones y proyecciones de Familia Falasco no solo se limitan al mundo del vino: “Hemos creado una nueva empresa para importar bebidas alternativas relacionadas con nuestra comercialización y también bebidas espirituosas que son un abre puertas al mercado doméstico. Además, estamos desarrollando tres vermuts propios para el próximo año, sumado a un vino fortificado tipo Oporto y posiblemente un gin nacional. Por último, ya estamos comercializando tres segmentos de aceites de oliva, para acompañar a los distintos proyectos vitivinícolas que poseemos”, completó Falasco.