Tiene un sabor frutado y amable que se presta para ser compartido. Cuál es el origen de este tipo de vino.
El vino frizzante está en alza gracias a su frescura y a las nuevas tendencias de consumo, convirtiéndose en una opción popular para muchos amantes del vino. Se destaca por ser fácil de beber, con sabores frutados y amables, ideal para compartir en cualquier ocasión.
Este tipo de vino, de origen italiano, se caracteriza por su burbujeo y su ligereza. Aunque también se le llama vino de aguja debido a la presencia de gas carbónico, lo cual le otorga su característica burbuja.
A diferencia de los vinos espumosos, los frizzantes no pasan por un proceso de doble fermentación, sino que conservan parte del gas carbónico natural.
Los frizzantes suelen ser vinos blancos o rosados, aunque recientemente han surgido variedades tintas. Destacan por su ligereza, acidez moderada y aromas afrutados, ideales para disfrutar en climas cálidos y mediterráneos. Además, su menor graduación alcohólica los convierte en la opción perfecta para el verano.
Para elaborar un buen frizzante, se requiere un proceso de fermentación en frío, que conserve el carbónico natural del vino. Esto garantiza una burbuja fina y ligera, que se disfruta mejor cuando el vino está bien frío.
Además, existen frizzantes elaborados con variedades como verdejo, moscatel, albariño, bobal e incluso tempranillo.
No confundir con el champagne
Es importante diferenciar el vino frizzante de los espumosos. Aunque ambos tienen burbujas, los frizzantes suelen tener menor graduación alcohólica y una burbuja más fina.
Además, su proceso de elaboración es distinto, ya que los frizzantes no requieren de una segunda fermentación ni de licor de expedición.
En resumen, el vino frizzante es una opción fresca y ligera, perfecta para el verano y para quienes buscan una experiencia de consumo más casual. Cada vez más apreciado por su sabor afrutado y su carácter festivo, el frizzante es una excelente elección para cualquier ocasión.