A la par de estar iniciando en la profesión, hay algunos jóvenes que con mucha seriedad llevan adelante sus propios proyectos. El aporte de su generación, sus desafíos y más.
En el mundo del vino, la tradición continúa siendo uno de los pilares. Pero las cosas están cambiando y cada vez hay más lugar para la innovación. Es ahí donde nuevos jugadores y las nuevas generaciones empiezan a hacerse su espacio. Así, hoy en la industria podemos encontrar un puñado de nombres de enólogos que todavía tienen menos de 30 años pero que ya se han lanzado al mercado con sus propios vinos, respaldados por el trabajo y la calidad.
A la par de dar sus primeros pasos en la industria en algunas bodegas ya establecidas, estos jóvenes emprendedores llevan adelante sus proyectos, donde logran darle la impronta centennial que los caracteriza como generación. Los Andes habló con algunos de ellos sobre estas etiquetas, los desafíos que tienen por delante y más.
Joven, pero con “larga vida”
Dicen que los errores nos fortalecen y bien de eso sabe Charly Motta (28). Después de una fallida experiencia con un vino elaborado en su casa con amigos hasta pensó en dejar la enología. Pero ese primer error fue lo que se transformó en la base de Zóximo, su propio vino del que hoy elabora unas 10.000 botellas.
El proyecto inició en 2017 en su propia casa, con otro nombre y en compañía de otras personas. Por distintas razones, los amigos de Charly abandonaron el proyecto, pero con la convicción de querer seguir elaborando vinos continuó con la idea, pero con más formalidad. Así le dio forma a un Malbec con el que también le rindió un homenaje a su abuelo, ya que Zóximo es el nombre de él y su origen griego remite a una persona de larga vida.
Las uvas que dan vida al vino provienen de una finca familiar ubicada en San Pablo y la primera cosecha ya como Zóximo fue en 2018. Y para este año, la línea joven será acompañada por la línea Reserva y para 2023 saldrá al mercado el Gran Reserva. “Empezó como un hobby, pero después crecí y pasé de cuatro a barricas a elaborar en una bodega con más de 30 barricas. La marca se está asentando en el mercado y ya tengo una buena distribución en Buenos Aires y el resto del país”, comentó.
Actualmente, Charly, que se encarga de todos los aspectos del negocio, elabora en Domaine Le Billoud, la bodega donde también trabaja como enólogo, y la proyección es seguir creciendo en volumen y en algunos años poder tener su propia bodega en la finca familiar.
“Soy muy emprendedor y creo que mi generación muy pocos se ven trabajando para una bodega, si no que la mayoría se proyecta como los dueños de sus propios proyectos”, opinó. “Lo bueno de esto es que los enólogos con mayor experiencia te dan muchas herramientas, no hablo de la industria, sino de los colegas. Si necesitas algo están disposición y te ayudan a abrir puertas en una industria que siempre se ha visto como muy competitiva. Hoy hay nicho para todos”, añadió.
Un proyecto “Informal”
Fue en el año 2019 que Ignacio Morandini (26), Estanislao Nogueras y Gianluca Sance coincidieron en Manos Negras, la bodega que Alejandro “Colo” Sejanovich tiene en Maipú. A pesar de que ya eran amigos desde hace años, las charlas que se dieron durante esa cosecha al terminar la jornada laboral dieron origen a lo que hoy es Informal, su propia línea de vinos.
“Los tres acordamos que queríamos hacer el mismo producto: vinos para consumidores de menos de 35 años, fáciles de tomar y con un estilo diferente”, recordó Morandini, quien hoy es enólogo de Manos Negras. Así empezaron con una muy limitada producción de dos versiones de Bonarda.
El éxito de esa primera cosecha hizo que la línea comenzara a crecer con la incorporación de un Malbec, un blend de blancas y un rosado. con la idea de incorporar algunos más para la próxima cosecha. “Siempre apuntamos a lo mismo. Ya con una etiqueta que no es como las clásicas, con la incorporación de un mono que nos representa a los tres. Buscamos vinos diferentes, con bajo alcohol y con un precio accesible”, comentó. Hoy la producción alcanza entre las 1.000 y 2.000 botellas anuales de cada etiqueta, con Buenos Aires como su principal mercado.
“Los Sub30 estamos arrancando en la industria, detrás de los que están por debajo de los 40 años y los grandes que siguen haciendo su magia. Creo que hemos podido aportar innovación con distintos métodos enológicos”, consideró Ignacio Morandini.
Para él, lo más difícil de emprender en este tipo de proyectos es el acceso a los insumos y los precios a los que se consiguen. “Suben mucho los precios y nosotros queremos ofrecer algo accesible. Cuesta mantener los precios. Sin la ayuda de bodegas es difícil conseguir pocas botellas, cajas o corchos. Pero lo bueno de la enología es que es un ámbito donde todos se conocen con todos y también se ayudan”, destacó.
Una “Travesura” familiar
Antonella Giulani (24) es la tercera generación de una familia dedicada a la vitivinicultura en Tupungato. Esa herencia innata de amor por el vino derivó en una “travesura” muy seria con todos sus primos. Fue en el 2017 que todo empezó como un juego, pero que se convirtió en una etiqueta que actualmente siguen elaborando en la bodega familiar y que este año salió a la venta con su primera añada.
Travesura es un blend cofermentado de Malbec, Cabernet Franc y Petit Verdot del que se hacen unas 2.000 botellas . Las uvas provienen de un viñedo propio de San Pablo. Para la fermentación no se utilizan levaduras ni agregados para poder respetar la tipicidad del lugar y la hicieron en tanques de acero inoxidable. Luego, la crianza se completó en barricas, aunque no todos los años ha pasado el mismo tiempo.
A punto de rendir su tesina para convertirse en Licenciada en Enología, Antonella trabaja actualmente en Bodega del Tupun y ya cuenta con la experiencia de haber realizado vendimias en Alemania. “Veo que hay muchas oportunidades para los jóvenes. Hace un tiempo se escuchaba mucho hablar de enólogos con mucha trayectoria, pero ahora los que venimos nos estamos abriendo camino y educando mucho. Veo que el futuro es prometedor”, vaticinó Antonella.
“Me encantaría seguir con Travesura, porque es lo primero que he hecho. Significa mucho para mi porque lo hago con mis primos, que son como mis hermanos y es algo que pasa más por el amor. Pero también me gustaría poder seguir creciendo y poder tener alguna línea propia en el futuro”, añadió.
Una historia con “Pura Suerte”
El vino y los amigos van siempre de la mano. El ejemplo de esto es el de Leandro Río (26), Gabriel Portera y Andrés Benítes, quienes coincidieron de “Pura Suerte” en la Universidad Maza al momento de estudiar Enología y comenzaron así un camino conjunto que día a día siguen construyendo.
Fue en 2018 que comenzaron a elaborar sus propios vinos con un blend de tintas que salió al mercado el año siguiente con el nombre de Pura Suerte. Pero lo que siguió no fue producto del azar. Combinando su formación profesional, vendimias en Mendoza, Australia y Napa Valley y su proyecto, fueron creciendo incorporando un blend de blancas, el Blend dos Continentes y un Petit Verdot, estos últimos ya en la línea de alta gama.
Aunque hoy, como explicó Leandro, Pura Suerte están en “una pausa” por los compromisos laborales de cada uno y la distancia, ya que tanto él como Gabriel trabajan en Napa en Trinchero Family Estates y Andrés es enólogo de Ruca Malén, la idea es poder continuar con el proyecto, incorporando nuevos varietales y estilos.
“La idea es que Pura Suerte siga siempre con los tres. Si nos vemos después de los 30 años continuando con esto. Lo rico del proyecto es que es dinámico y no tenemos que cumplir con ninguna norma, por lo que puede haber añadas en las que no salen o no tenemos la obligación de repetir algún varietal”, manifestó Río.
Respecto a su generación, para Leandro el gran aporte que pueden hacer radica en continuar el legado de la investigación de los suelos y apostar por la sustentabilidad. “Creo que tenemos que ser muy respetuosos con el medioambiente. Si bien eso ya se ve, tiene que haber un empuje mayor. A nivel vinos la calidad está tangible, así que tenemos que trabajar en todo lo que lo rodea para continuar el posicionamiento que se ha logrado a nivel mundial. Tenemos que lograr vinos nobles, sin defectos y que respeten el medioambiente”, explicó.