Según datos de una importante consultora a nivel mundial, los consumidores impulsarán el mercado del vino en 2024.
Las últimas previsiones publicadas por Statista, un gigante en el ámbito de datos y estadísticas, revelan que el vino sigue siendo una bebida de elección para muchos, y su impacto económico global promete alcanzar nuevas alturas. Se espera que para finales de 2024, la facturación del sector vinícola a nivel de consumo supere los 353,4 mil millones de dólares, divididos entre las botellas abiertas en la intimidad del hogar y los brindis en bares, restaurantes y enotecas.
El reparto del gasto destaca el amor incondicional por los vinos tranquilos, que continúan dominando el mercado con una estimación cercana a los 293,5 mil millones de dólares. Aunque los espumosos han ganado popularidad en la última década, los vinos tranquilos, especialmente los tintos y blancos, siguen siendo los preferidos por los consumidores.
Los vinos tintos, en particular, continúan siendo los favoritos, con una facturación que se espera supere los 183,8 mil millones de dólares. A pesar de algunos estudios que indican una disminución en su consumo, los tintos siguen moviendo una parte significativa de la economía del sector. Por su parte, los vinos blancos tienen una proyección de facturación de 86,4 mil millones de dólares. Aunque los vinos rosados, dulces y fortificados son jugadores menores en comparación, su contribución al mosaico vinícola global es valiosa.
En cuanto a los espumosos, estos vinos han disfrutado de una tendencia al alza en consumo, reflejando un cambio en las preferencias hacia bebidas percibidas como más festivas o sofisticadas. Se espera que los espumosos generen un negocio de 46,2 mil millones de dólares, con una distribución casi equitativa entre el consumo en hogares y fuera de estos.
Este panorama nos lleva a contemplar el sector vinícola no solo como una tradición arraigada en la cultura de muchos países, sino también como una industria dinámica, capaz de adaptarse a las cambiantes preferencias de los consumidores y a los desafíos presentados por factores externos como el cambio climático. La producción de vinos más ligeros y con menor contenido alcohólico responde a una demanda creciente por opciones más saludables, aunque el calentamiento global presenta un desafío considerable para la adaptación de las prácticas vitivinícolas.
A pesar de las dificultades para hacer proyecciones a largo plazo en un campo tan influenciado por variables económicas, climáticas y de consumo, los datos ofrecen una mirada a la importancia económica y cultural del vino. La industria no solo representa una fuente considerable de ingresos y empleo en regiones vinícolas, especialmente en la Unión Europea, sino que también juega un papel fundamental en la preservación de la biodiversidad y el mantenimiento de tradiciones que han definido paisajes y comunidades enteras.
Las cifras de Statista subrayan el valor económico y cultural del vino, destacando su capacidad para adaptarse a las demandas del mercado y a los retos ambientales. Con una facturación proyectada que supera los 353,4 mil millones de dólares para finales de 2024, el sector vinícola sigue siendo un pilar en la economía global y un elemento esencial en la vida de muchos consumidores.
