En Colonia Caroya nació este emprendimiento artesanal que tiene escasos antecedentes. Un producto ideal para suplemento dietario.
En la zona cordobesa donde nació, con los jesuitas, el primer vino de suelo argentino, los viñedos que subsisten forman parte de la cultura regional.
Desde Colonia Caroya, Lorena Londero usa por estos días sus redes sociales para comercializar un curioso producto: la harina de vino (o de uva), que puede ser utilizada como complemento en panificación o también como suplemento dietario por sus propiedades nutricionales.
Se trata de un producto que no lleva ningún tipo de químico. Además del vino, a las uvas se les dio en el mundo y con los siglos numerosos usos. El de la harina es uno de los menos conocidos.
El proceso para obtener este peculiar producto es muy trabajoso porque se elabora con la semilla de la uva y es un insumo difícil de extraer del racimo. Necesita, además, ciertas condiciones climáticas que faciliten el secado antes de pasar a la molienda.
Olvídense de pensar en grandes maquinarias o en instalaciones típicas de molino: en casa de los Londero, todo el proceso se hace artesanalmente y con artefactos muy pequeños.
El producto tampoco tiene, por el momento, un volumen que le posibilite satisfacer una demanda importante. Y sigue adelante porque el municipio lo exime del pago de las tasas municipales: en Caroya todo producto vitivinícola está exentos de tributos, a modo de promoción.
La nueva harina de vino participó de algunas exposiciones en la provincia. Su mercado, por ahora, es más bien local.
El terruño
Lorena tiene 31 años, es contadora y trabaja en la ciudad de Córdoba. Pero el amor a su terruño se le sale por los poros y, mientras camina hacia las viñas, cuenta que no ve las horas de volver a la quinta, que reconoce como su lugar en el mundo.
"La idea surgió de ver que se estaba desechando un subproducto del vino que se podía reutilizar en otro, que es bueno para la salud, sobre todo porque tiene grandes propiedades antioxidantes y aporta beneficios para prevenir algunas enfermedades", explicó la emprendedora a La Voz.
La joven descubrió esas posibilidades en una capacitación sobre comida naturista, pensó en el negocio familiar, vinculado a la elaboración de vinos artesanales, y decidió investigar en profundidad. Descubrió que hay pocos antecedentes, dispersos y pequeños en el mapa argentino: uno en Mendoza; otro en Buenos Aires; uno también incipiente en la cordobesa Traslasierra.
"Pero como el mío no hay. Mi proceso está más cuidado", aseguró luego de haber probado los de la competencia.
Al tiempo de haber bautizado al subproducto como harina de vino, percibió la confusión de mucha gente y decidió nombrarlo como harina de uva.
"La gente se confundía –recordó risueña– porque pensaba que tenía alcohol y que se podían emborrachar por consumirla. ¡Nada que ver! Es un producto que no tiene ningún tipo de graduación alcohólica", precisó.
En el marbete del producto, Lorena publicita que esta harina traería beneficios a la circulación, las articulaciones, la vista y frente a la diabetes, mientras que entre sus propiedades destaca su alto contenido en fibra, que retarda el envejecimiento celular y refuerza el sistema inmunológico.
"Es cien por ciento natural, no tiene ningún tipo de químico ni nada por el estilo, es casera y artesanal. Está pensada para personas que cuidan su salud comiendo productos menos procesados, sin conservantes; un poco es la movida que se está dando a nivel mundial", concluyó la joven.
Fuente: www.lavoz.com.ar