Sebastián Zuccardi y Edgardo Del Pópolo, son los privilegiados que obtuvieron la calificación de 100 puntos Parker. Los referentes hablaron con Los Andes del reciente reconocimiento que recibieron sus vinos.
Muy pocos son los que pueden decir en Argentina que sus vinos son “perfectos” o que lograron el puntaje perfecto. Es más, si hablamos del prestigioso ranking de Robert Parker y su publicación Wine Advocate, tan solo son cinco los que en toda la historia del vino argentino han logrado tener 100 puntos. Este año se sumaron dos: Finca Piedra Infinita Gravascal 2018 de Bodegas Zuccardi y Per Se La Craie 2018 de Per Se Wines, que fueron destacados como los mejores en el reporte anual para nuestro país.
Si bien Robert Parker se encuentra retirado de la crítica, The Wine Advocate y el sistema de calificación que popularizó en los años 70 -el cual fue tomado por otros críticos- sigue vigente de la mano de colaboradores que año a año realizan degustaciones en cada país y determina un ranking muy influyente la difusión y comercialización en el mercado internacional.
El encargado de calificar los vinos sudamericanos es el español Luis Gutiérrez. A diferencia de años anteriores no pudo venir al país y probarlos in situ, pero aislado y la distancia cató 1.084 etiquetas de las añadas 2017, 2018, 2019 y 2020.
Los Andes pudo hablar con Sebastián Zuccardi y Edgardo Del Pópolo, dos de los hombres detrás de los vinos “perfectos” de este año. Para el primero de ellos es el segundo año consecutivo que su vino se lleva la máxima calificación, mientras que “Edy” y su socio David Bonomi estrenan el reconocimiento tras haberse quedado con 99 puntos en el reporte anterior.
Sebastián se mostró muy contento por el puntaje, pero resaltó que se trata de “un reconocimiento mucho mayor que a Zuccardi, sino que distingue lo que está pasando en la región”. “Creo que cuando hay reconocimientos de este nivel, en medios tan importantes, habla del potencial que tiene el lugar y trabajo que venimos realizando en conjunto en la región. Lo tomo con tranquilidad y sé que estas cosas suman para seguir construyendo el nombre del lugar donde vivimos”, señaló.
Justamente hace tan solo una semana, Del Pópolo charlaba con Los Andes sin conocer el puntaje, pero destacaba que una de las cuentas pendientes del vino argentino era el reconocimiento internacional, tal como el que le tocó a él. “Significa muchas cosas. Primero, nos enorgullece enormemente y nos pone muy contentos haber recibido semejante reconocimiento. Después, significa una gran responsabilidad a la hora de asumir la realidad del vino argentino, en su búsqueda de querer colocar a sus mejores vinos en un contexto internacional de reconocimiento, un lugar en el que la vitivinicultura argentina no ha estado y en esta última década comienza a estarlo”, sostuvo.
Los vinos “perfectos” definidos por sus creadores
El Finca Piedra Infinita Gravascal 2018 proviene de la finca homónima que Zuccardi tiene en Altamira a 1.100 metros de altura. “Este vino en particular es una parcela que tiene un suelo con gravas calcáreas, lo que le da el nombre de Gravascal. Son suelos bien rocosos, con mucho carbonato de calcio. Esas parcelas son particulares. Los que caminamos el viñedo o vivimos acá sabemos que hay un potencial y una identidad muy fuertes, entonces, lo que buscamos embotellar es ese pedacito de lugar”, definió Sebastián Zuccardi.
“Sentimos que estos suelos, con las características particulares de granito recubierto con calcáreo, le aportan una textura especial. Son vinos que tienden a buscar la fineza, la elegancia, la complejidad en la nariz, no solo pensar en fruta. En boca aparecen todas las cosas que vienen del suelo: la textura que nos hace acordar a la tiza”, agregó el enólogo.
También del Valle de Uco, pero de Gualtallary, Per Se La Craie 2018 viene de “una parcela muy chiquita que está ubicada en la ladera sur del cerro en el Monasterio de Gualtallary donde se encuentra el viñedo. La superficie es muy pequeña y del lugar más frío. Siempre lo cosechamos al final y tiene la particularidad de que tiene suelos con mucho carbonato de calcio, es decir, calcáreo. Eso le da una personalidad bastante definida, con impacto muy fuerte de la altura”, describió Edgardo Del Pópolo.
“Son vinos de una nariz muy llamativa que habla mucho del suelo. No tiene mucha fruta, sino que más bien encontramos aromas muy especiales del calcáreo, tiza, frescos. En boca es un vino súper delicado, equilibrado, con una crianza justa. También nos muestra que es un vino complejo que tiene matices o capaz, como se suele decir. Tiene mucha profundidad, uno toma y permanece mucho tiempo en boca. Tiene estructura y potencia, pero es delicado”, expresó Edy.
La identidad del lugar como punto de contacto
Si algo tienen en común Sebastián Zuccardi y Edgardo Del Pópolo es que sus vinos no buscan la perfección de los puntajes, sino que, cada uno a su manera, intenta ser la máxima expresión del lugar del que vienen.
“No trabajamos para los 100 puntos, trabajamos para hacer vinos que cuenten la historia del lugar, la filosofía de la familia y el año en el que el vino fue hecho. Pero es lindo recibir este tipo de cosas porque te renuevan el compromiso, la convicción y la decisión que tenés para hacer esto”, manifestó Sebastián.
Un concepto que coincide con la filosofía con la que trabajan en Per Sé: “No sé si el puntaje perfecto es sinónimo de vino perfecto. No buscamos la perfección, hacemos un vino que seguramente tiene los matices del lugar del que viene y los matices que le damos. Es el vino que nos gusta y nos da satisfacción, lo bueno es que el que lo degusta y hace una crítica sumamente subjetiva lo pueda ver igual que lo pensamos”, consideró Del Pópolo.
Zuccardi es un convencido de que “el lugar en que vivimos no tiene nada que envidiarle a ningún otro en el mundo. Por las condiciones climáticas, los paisajes y el suelo, tenemos un lugar único. Después, el vino es lugar y gente, por lo que necesita de la interpretación.
Lo que está pasando en Argentina en los últimos años, desde el punto de vista del conocimiento de nuestros lugares, de la profundización y el entendimiento, no solo lo hacemos, sino un conjunto de productores que estamos trabajando”.
“Esto nos anima a trabajar por el país, la región y los lugares en los que estamos. También a que lo que hacemos pueda involucrar al resto de los productores de la zona en la que trabajamos para construir en conjunto. No consideramos que es un mérito propio y único, sino que es algo que enaltece a la vitivinicultura argentina, a una región como el Valle de Uco, un lugar como Tupungato y una microzona como Gualtallary”, declaró el enólogo de Per Sé.
Un futuro auspicio
Si bien la añada de la que hablamos en ambos vinos “perfectos” es la 2018, ambos enólogos coincidieron en que lo que viene puede llegar a ser mucho mejor para el país y sus vinos.
“Desde mi punto de vista, la añada 2019 ha sido la mejor de las últimas tres décadas. Yo llevo casi 30 años trabajando en los viñedos y en ese tiempo me han gustado muchas añadas, las cuales califico como excelentes. Si hago memoria te puedo mencionar las cosechas 99, 2006, 2009, 2013, 2016, 2018 y 2019. De todas esas, la añada 2019 ha sido la mejor de todas”, opinó Edgardo Del Pópolo.
Así mismo, explicó que “la 2018 ha sido una añada muy buena para el vino argentino, nos ha dado grandes satisfacciones como se puede ver, pero la 2019 es mejor, realmente es una añada muy esperada. Muchos coinciden en que ha sido una gran añada y súper auspiciosa. Lo que pasa es que aún no ha sido muy catada y la mayoría de las bodegas todavía no las muestran en los vinos de guarda”.
Al momento de opinar sobre lo que viene, Sebastián Zuccardi coincidió con su colega: “Son dos añadas maravillosas, pero la 2019 fue perfecta para nosotros. Seguro lo que venga de ese año va a estar a un nivel más alto. La combinación de lugar, productor y año es única e irrepetible. Eso va generando que el vino tenga diversidad año a año”.