2 de noviembre de 2025 - 00:05

El renacer del vino blanco: terroir, vinos naturales y menos alcohol, según Quentin Pommier

El enólogo francés Quentin Pommier impulsa en Mendoza vinos blancos naturales que reflejan el terroir cuyano con frescura, identidad y menor alcohol.

El vino blanco argentino atraviesa una nueva etapa. En Mendoza, bodegas y enólogos apuestan por variedades que expresan con precisión el terroir y una filosofía más natural, orientada a consumidores que buscan autenticidad y frescura.

Entre las protagonistas, el Pinot Gris y el Sauvignon Blanc se destacan como emblemas de una vitivinicultura que combina técnica, respeto por la tierra y sensibilidad por el origen.

En ese camino, nombres como Quentin Pommier, enólogo de Bodega Piedra Negra, marcan tendencia. Nacido en 1981 en Francia, su primer contacto con el vino fue en la infancia, junto a su abuelo, quien elaboraba su propio vino.

Estudió en regiones vitivinícolas como Burdeos y Borgoña, y se graduó de enólogo en la Universidad de Montpellier (Languedoc). Tras trabajar en Châteauneuf-du-Pape, El Priorato y Nueva Zelanda, se estableció definitivamente en Mendoza, donde interpreta el paisaje de Los Chacayes con una mirada que combina tradición francesa y espíritu cuyano.

Pinot Gris: una variedad con historia que encuentra su lugar en Cuyo

El Pinot Gris es una variedad que conjuga elegancia y adaptabilidad. Según el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), su nombre deriva de la palabra francesa pine cone, que significa “piña”, en alusión a la forma de sus racimos. Originario de Borgoña, este clon del Pinot Noir también se cultiva en regiones como Alsacia, Friuli-Venecia Julia y Trentino-Alto Adige, y ha encontrado en los suelos cuyanos un escenario ideal para mostrar su carácter.

Pinot Gris

Durante la década del 70, en Argentina, el Pinot Gris fue confundido con la variedad Canarí. Recién a partir de los 90, el verdadero Pinot Gris comenzó a expandirse, alcanzando en 2024 unas 545 hectáreas cultivadas, con Mendoza y San Juan concentrando más del 90% de la superficie nacional.

En Piedra Negra, esta cepa ocupa un lugar central. “Tenemos hoy plantadas 42 hectáreas de Pinot Gris, creo que somos el mayor productor de Pinot Gris orgánico en Argentina”, destacó Quentin Pommier, quien elabora vinos naturales a partir de esta uva. En Los Chacayes, el Pinot Gris se muestra con tonos dorados y aromas a frutas tropicales y cítricas, expresando un estilo que combina frescura, textura y volumen. “Tratamos de mostrar lo que son los Chacayes, el lugar. Que hablen la uva y el terroir”, explicó el enólogo.

Sauvignon Blanc: frescura, acidez y elegancia natural

Originario de Burdeos, el Sauvignon Blanc es una cepa que ha sabido adaptarse con éxito a distintos climas y estilos de vinificación. En Argentina, el INV registró en 2024 un total de 1.823 hectáreas cultivadas, representando el 0,9% del total de vid del país. Mendoza concentra la mayor superficie con 1.409 hectáreas (77,3%), seguida por San Juan y Neuquén. A pesar de haber disminuido un 17,4% en los últimos años, esta variedad mantiene su prestigio por su frescura y carácter expresivo.

Los vinos elaborados con Sauvignon Blanc en zonas altas mendocinas se distinguen por su acidez vibrante y aromas herbáceos, que en climas más cálidos viran hacia notas tropicales. “El dueño de Piedra Negra siempre se especializó en hacer vinos blancos”, señaló Pommier. “En Francia vende muchas botellas de Sauvignon Blanc en los países nórdicos, y cuando llegó acá apostó a la uva blanca”. Esa visión llevó a la bodega a producir vinos orgánicos con personalidad y equilibrio.

Para el enólogo, el desafío está en mantener la identidad de cada terroir. “Cada terroir es único y una variedad puede ser muy distinta incluso a 200 metros de diferencia”, explicó. En su experiencia, la diversidad de suelos y altitudes de Mendoza permite crear Sauvignon Blanc con perfiles que van desde lo delicadamente floral hasta lo intensamente mineral, consolidando la reputación del vino blanco argentino en el mundo.

Los Chacayes y la filosofía del vino natural en Piedra Negra

Instalado en Los Chacayes, una de las zonas más pedregosas del Valle de Uco, Pommier lidera un proyecto centrado en la sustentabilidad. “El desafío mayor son las malezas. Tenemos un suelo con muchas piedras, difícil de mecanizar, y para luchar contra ellas tenemos que hacer todo manual”, explicó.

En 2024, la bodega presentó su vino natural sin filtrar y con levaduras indígenas, dentro de la línea Arroyo Grande. “Es un vino al natural, sin artefactos, sin madera, sin nada artificial”, describió Pommier. En esta línea, elabora tanto tintos como blancos naturales, incluyendo combinaciones de Sauvignon Blanc y Pinot Gris, además de Malbec y Cabernet Franc. “Toda la finca y la bodega están certificadas como orgánicas, y el vino se cosecha a mano”, detalló.

Quentin Pommier enólogo Piedra Negra

Estos vinos reflejan un cambio profundo en la forma de elaborar y consumir. “Responde mucho a la evolución del consumo. Tener vinos que tienen alcoholes también más bajos, generalmente, por ser naturales, cosechamos antes para tener mejor acidez y pH, lo que ayuda a la estabilidad del vino”, explicó.

La decisión acompaña una tendencia global hacia bebidas más livianas, pero también responde a una búsqueda de frescura y pureza. “El consumidor busca vinos con menos madera, más trazabilidad y que expresen su lugar de origen”, agregó el enólogo, destacando que sus blancos suelen tener entre 12 y 13 grados de alcohol, equilibrando tensión y elegancia natural.

Un cambio de época para el vino blanco argentino

El auge del vino blanco y de las prácticas orgánicas marca una nueva etapa en la vitivinicultura nacional. Piedra Negra se posiciona como un referente en este movimiento, apostando a la identidad del terroir y a métodos que priorizan el respeto por la tierra. “El vino blanco siempre fue la especialidad de la casa”, aseguró Pommier, al recordar que desde 2006 elaboran un vino blanco de guarda fermentado parcialmente en barrica, pensado para evolucionar en botella y mostrar la nobleza de las uvas cuyanas.

Más allá de la técnica, el enólogo enfatiza el sentido del tiempo y el lugar: “Cada terroir es único, eso es lo que marca la diferencia. La historia, la adaptación de las variedades a cada sitio”. En esa línea, Mendoza emerge como un mosaico de microclimas donde el vino blanco encuentra matices impensados décadas atrás.

El resultado es un nuevo lenguaje para los vinos argentinos, donde el Pinot Gris y el Sauvignon Blanc se reinterpretan bajo una filosofía natural y transparente. Así, los vinos blancos del Valle de Uco se consolidan frente a una demanda global que busca equilibrio, sustentabilidad y pureza en cada copa.

LAS MAS LEIDAS