Se trata de uno de los tantos rituales que se suelen implementar entre el 31 de diciembre y 1 de enero. De qué se trata realmente.
Vestirse de cierto color, meterse debajo de la mesa, dar vueltas con una valija, entre otros tantos son algunos de los rituales que suelen hacerse en el tránsito de la Nochevieja y el Año Nuevo. Pero hay uno muy especial y que no todos conocen su origen y significado, se trata de la tradición de comer doce uvas al son de las doce campanadas que indican que ha terminado un año.
Con la idea de tener suerte en todo el año, en el país es muy popular que algunos comensales coman doce uvas, una por cada mes. En realidad, esto no es algo que haya nacido en Argentina ni es nuevo, sino que se trata de una tradición heredada con cientos de años de historia.
Dónde y cuándo nació la tradición de comer uvas
Como suele suceder con muchas tradiciones o historias populares, su origen puede ser difuso, aunque está claro que sucedió en España. La primera de las versiones dice que nació gracias a unos agricultores de Alicante y Murcia que, ante el excedente de la cosecha de 1909, decidieron repartir racimos de uva a todos los que llegaban a la Puerta del Sol, en Madrid, para recibir un nuevo año.
Sin embargo, esto parece solo haber reforzado la costumbre que ya existía. En 1897, en la prensa de aquel entonces apareció un artículo que decía: “Es costumbre madrileña comer doce uvas al dar las doce horas en el reloj que separa el año saliente del entrante”. Esto hace pensar que la tradición al menos un año antes.
Al parecer, todo habría comenzado en Madrid en 1880 como una satírica protesta. Es que, por aquel entonces, la alta sociedad madrileña había tomado la costumbre de la burguesía francesa de hacer fiestas privadas para Navidad en las que se tomaba champagne y se lo acompañaba con uvas. En ese mismo tiempo, las autoridades prohibieron los festejos callejeros que se daban regularmente en la Noche de Reyes.
Así, el pueblo, ante el arrebato de la diversión navideña, aprovechó que aún se les permitía juntarse en la Puerta del Sol para escuchar las campanadas del reloj en Nochevieja. Como burla a la aristocracia y protesta en contra del ayuntamiento, empezaron a comer uvas.
Con el tiempo, esta costumbre se mantuvo y se divulgó por todo el país, aunque con un sentido diferente. Asimismo, con las inmigraciones del siglo XX, llegó a Latinoamérica, donde se mantiene al día de hoy.