Día del Enólogo: Agustina Hanna y Leonardo Pisano, la impronta de las nuevas generaciones

Día del Enólogo: Agustina Hanna y Leonardo Pisano, la impronta de las nuevas generaciones
Agustina y Leo, dos jóvenes enólogos que están construyendo su camino en Mendoza. - Gentileza

La flamante enóloga de Ruca Malen y el uruguayo que es parte del equipo enológico de Bodega Séptima charlaron con Los Andes para celebrar su día.

Desde el año 2005 por la sanción de la Ley 7357, Mendoza sumó a su calendario de festejos el Día del Enólogo. La fecha del 5 de mayo se eligió en conmemoración de la creación en 1897 de la Escuela Nacional de Enología, de la que egresaron los primeros enólogos del país. Más de un siglo después de esa fecha, varias generaciones de enólogos se han sumado a los festejos, como Agustina Hanna y Leonardo Pisano, dos jóvenes enólogos que, a pesar de su corta edad, han logrado afianzarse en la profesión con objetivos claros.

Para celebrar su día, Los Andes habló con la flamante líder enológica de Ruca Malen y con el uruguayo que echó raíces en Mendoza y que desde hace algún tiempo forma parte del equipo de Bodega Séptima.

Amor a primera vista

Para Agustina Hanna, la enología fue un amor a primera vista -o visita-. Con apenas 9 años visitó una bodega y desde ese momento supo que ese era el lugar donde quería pasar el resto de su vida. Con una experiencia de más de 11 años con trabajos en importantes bodegas de la provincia y tres vendimias realizadas en España y Francia, a sus 30 años le llegó la oportunidad de quedar al frente de la enología de Ruca Malen.

- ¿Cómo llegaste a la enología?

- Empecé desde muy chica con las ganas de ser enóloga. Visité una bodega a los 9 años y fue como haber estado en Disney -risas-. Se me metió el bichito en la cabeza de querer dedicarme a trabajar en bodegas en ese momento, te imaginarás que a esa edad no sabía de la palabra enología. Años más tarde, todo lo que me fue pasando me fue confirmando que mi deseo era hacer vinos.

Arranqué a estudiar apenas salí del colegio y ya en la carrera me dio la curiosidad de ver de qué se trataba realmente, porque mi familia no tenía nada que ver con el mundo del vino. Así empecé a buscar trabajo para entender a qué era a lo que me iba a dedicar. Así era que mientras estudiaba y a los 19 años comencé con una pasantía en Monteviejo y fue un camino de ida. Ahí terminé de enamorarme de este mundo tan lindo.

Durante 11 años me he ido formando en prestigiosa bodegas en Argentina y he tenido la posibilidad de tener tres experiencias en Europa, en España y Francia. Eso termina un poco de abrirle a uno la cabeza y me mostraron que el mundo del vino es tan diverso que no se para de aprender.

- ¿Cuánto sentís que ha cambiado tu profesión en esos 11 años de experiencia?

- Muchísimo. Ha sido un constante crecimiento. Uno nunca para de aprender. Lo lindo de este mundo es que todos compartimos la misma pasión y hay un intercambio de ideas y de culturas que siempre te demuestran que hay más por seguir descubriendo y aprendiendo. Hay una diversidad de estilos de vinos que hacen que esto tenga un potencial enorme para seguir descubriendo.

- ¿Cómo definís la enología?

- Es un estilo de vida. Mi profesión es muy diversa, podés hacer un poco de todo. Es una mezcla de arte, de química, creatividad y hay que estar muy atentos a cada uno de los detalles.

- Si comparás tus experiencias europeas con el trabajo que se hace en Argentina, ¿qué tan alejado está el país de esas potencias?

- El camino que hemos arrancado es cada vez mejor y hemos logrado posicionar al país como un productor de grandes vinos. Ahora nos queda mostrar que tenemos potencial más allá del Malbec.

Hoy en día estamos elaborando vinos que compiten a nivel mundial con gran diversidad de estilos. También tenemos un territorio súper extenso, lo que nos da la posibilidad de tener diferentes variedades y formas de vinificar. Por lo tanto, en calidad ya estamos compitiendo. Nos queda el camino de comunicar todo lo que estamos haciendo, poder profundizar las regiones, dar a conocer a los consumidores las zonas vitivinícolas que tenemos, las variedades nuevas.

- ¿Cómo llega esta oportunidad de estar al frente de la enología de Ruca Malen?

- Es un gran desafío. Lo tomo con mucho entusiasmo y es algo que estaba esperando. Tener la posibilidad de empezar a plasmar todo lo aprendido a lo largo de estos años y poder seguir aprendiendo es algo que me motiva un montón y me impulsa a trabajar con muchas ganas de dar lo mejor para que la bodega siga creciendo y construyendo ese camino que tomó desde sus comienzos, en búsqueda de innovación y superación constante.

La enóloga de 30 años estará al frente de las decisiones de Ruca Malen. - Gentileza
La enóloga de 30 años estará al frente de las decisiones de Ruca Malen. - Gentileza

- ¿Cuándo arrancaste y con qué escenario te encontraste?

- Arranqué en diciembre, por lo que tuvimos muy poquito tiempo para preparar la cosecha. Fueron meses muy movidos en los que hubo que conocer al equipo, recorrer los viñedos, probar cada uno de los vinos que estaban en los tanques, arrancar a hacer cortes.

Me encontré con bases excelentes. Había muy buenos vinos y un gran equipo por sobre todas las cosas. También mucha calidad de fruta.

- ¿Cuál es el estilo de tus vinos y cuál es el varietal con el que más te gusta trabajar?

- Mi estilo va en búsqueda de la pureza. Hago mucho foco en la fruta y en que el vino hable por sí mismo expresando la variedad, el terroir de donde vino. Al mismo tiempo, que haya complejidad, personalidad y elegancia.

Si tengo que definir varietales, no tengo uno favorito, pero sí te puedo decir que el Malbec es uno de los que más me gusta por la transparencia que tiene. Depende de donde viene, de su origen, cómo lo cosechaste y lo elaboraste, te va a dar un vino diferente a otro. Me gusta que te muestre eso los vinos, que te cuenten una historia.

- ¿Cuáles son tus objetivos en Ruca Malen?

- Mi objetivo es aprovechar todo el expertise que he ido formando en estos años para aportar creatividad e innovación y poder lograr vinos que reflejen esa frescura, pureza y elegancia de la que hablaba.

- ¿Cómo fue esta primera cosecha al frente de la bodega?

- Estoy muy contenta. Esta es una cosecha que va a dar que hablar, hay muy linda calidad. Hemos tenido vinos con mucha frescura, intensidad aromática, buena acidez natural. Van a ser vinos muy complejos este año.

Con impronta oriental

Para Leonardo Pisano el hecho de estudiar enología era casi un mandato familiar, es que en su familia son casi todos enólogos -abuelo, papá y hermano-, y toda vida transcurrió cerca de los viñedos y la bodega de la familia. Esta historia parece bastante repetida en estas tierras y se asemeja a la de muchos enólogos en Mendoza, donde la tradición pesó a la hora de elegir la carrera, pero Leo no es de la provincia, ni siquiera del país, sino de Uruguay.

Así, para cumplir su objetivo, dejó todo en aquellas tierras orientales y se mudó a Mendoza para estudiar en la Universidad Juan Agustín Maza. Aunque la idea original era volver a trabajar a su país, como la vid, echó raíces en la provincia y terminó quedándose por casi ya dos décadas.

Es que aquí vio nacer a su hijo y también encontró una tierra en la que se siente muy cómodo para poder aprender y trabajar con eso que lo apasiona, algo que hace hoy a sus 36 años y como uno de los enólogos de Bodega Séptima.

- ¿Cómo nació la idea de venir a Mendoza a estudiar desde Uruguay?

- Venir a Mendoza fue una decisión que ya venía madurando desde hace un tiempo cuando estaba allá. Mi familia está muy relacionada con la vitivinicultura desde siempre, mis abuelos, mi papá y mi hermano mayor son enólogos. Llevo un poco de vinos en las venas, por así decirlo.

Fue algo natural para mí porque era lo que quería hacer y en Uruguay no hay una universidad de enología como acá. Mendoza era lo mejor en Latinoamérica para estudiar y un poco de ahí nace la idea. También mi hermano es el primer licenciado en Enología de nuestro país y se recibió acá en la década del ’90.

Después me quedé -risas-. Aunque la idea era volverme, la vida me llevó a quedarme, tuve a mi hijo acá y ya decidí instalarme fijo en Mendoza.

- ¿Qué similitudes y diferencias encontraste entre la vitivinicultura argentina y la uruguaya?

- Lo diferente es que acá las bodegas son más grandes, más tecnificadas. La industria es mucho más grande y hay una tradición vitivinícola más instalada y profesionalizada. Eso es la gran diferencia que podés encontrar.

Hay muchas similitudes. Si bien en Uruguay es más complejo elaborar vinos porque hay un clima diferente, con más humedad, acá hay que adaptarse y conocer el lugar.

El enólogo llegó desde Uruguay para estudiar, pero con el tiempo se quedó en Mendoza. - Gentileza
El enólogo llegó desde Uruguay para estudiar, pero con el tiempo se quedó en Mendoza. - Gentileza

- ¿Qué significa para vos la enología?

- Es un montón de cosas. Implica desde lo técnico aprender de química, física, maquinarias y otras cosas. Pero también tenés la tradición, la pasión, el tratar de crear todo el tiempo cosas nuevas y el aprender todo el tiempo de nuevas zonas, diferentes lugares y diferentes estilos de vinificación. Son muchas aristas que forman un todo y cada una es muy apasionante y divertida. La palabra con la que yo la defino es pasión.

- ¿Cuál es el mayor desafío para las nuevas generaciones de enólogos?

- Como jóvenes enólogos, por decirlo de algún modo, el desafío más importante que tenemos es el estudio y el entendimiento de cada uno de los lugares que tiene Mendoza para brindar materia prima.

La vitivinicultura a nivel mundial está cada día más diversificada y tiende a la búsqueda de la identidad de cada terroir. Mendoza cuenta con muchos lugares y cada uno tiene sus propias características.

Si bien contamos con una variedad característica como es el malbec, cada malbec de cada zona es diferente. Lo mismo pasa con cada uno de los varietales.

Creo que el estudio del suelo, del clima, de la forma de trabajar cada uno de los viñedos, que es lo que los hace distintos, es nuestro mayor desafío y el rumbo hacia donde va la industria.

- ¿Qué es lo más importante para lograr un buen vino?

- Hay muchas consideraciones a tener en cuenta cuando uno diseña o piensa en un vino. Por supuesto, hacia donde va a apuntar, qué línea o nivel de precio. Pero creo que lo más importante es el manejo del viñedo, el manejo de la uva una vez que entran a la bodega y el conocimiento de cada terroir, cada lugar y cada varietal.

- ¿Te ves por muchos años más en Mendoza o la idea es volver a Uruguay?

- Por ahora la idea es quedarme acá, seguir aprendiendo y creciendo profesionalmente. Por supuesto, me atrae la posibilidad de en algún momento hacer vinos en Uruguay, pero por ahora está pausado y es solamente una idea a futuro.

La verdad es que me gusta la provincia, como se hacen los vinos acá y la diversidad que se puede encontrar.

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