Martín Bruno enseña cómo disfrutar la bebida nacional

Martín Bruno enseña cómo disfrutar la bebida nacional
Martín Bruno enseña cómo disfrutar la bebida nacional

El mejor sommelier de Argentina nos invita a descubrir el interesante universo del vino con simples consejos.

En la actualidad, por momentos, el vino se ha convertido en sinónimo de sofisticación y complejidad, cuando años atrás era un partícipe más de nuestra mesa de cada día. Con soda, agua e incluso hielo, fue bebido por miles de argentinos durante décadas.

Con el tiempo, y con la llegada de nuevos conceptos apegados a la calidad, es que se fueron marcando algunos cánones que hoy parecen cotidianos y que de alguna manera crearon una brecha con aquel tipo de consumo de épocas pasadas.

En las décadas de los '80 y '90, se produce un cambio rotundo en la vitivinicultura mundial tendiente a talantes cualitativos, tanto de terruños como de cepajes; y en el caso local, con la llegada de nuevos inversores extranjeros, la apertura de nuevos mercados y la irrupción del malbec como la cepa líder de nuestro país. A nivel mundial es que Argentina se sube a la tendencia de buscar en el vino algo distintivo y que se alejaba de aquellas formas más sencillas.

Este cambio de paradigma, marcado por los mismos prejuicios, guió la tendencia de aquello que se debía hacer y aquello que no; a la hora de probar un vino sin reparar, en muchos de los casos, en el mero disfrute de tomarlo, fuere cual fuere su concepción, precio o resultado final.

Hoy, con la caída del consumo, todos los actores involucrados en el sector buscan las formas más tentadoras de acercar nuevos consumidores a través de propuestas innovadoras y atractivas, y sobre todo recalcando que tomar vino significa toda una experiencia de disfrute; tanto eventualmente como a diario.

Martín Bruno es el mejor sommelier de la Argentina 2017 y obtuvo el segundo puesto en el Concurso Mejor Sommelier de las Américas, Canadá 2018. Nos brinda, en exclusiva para Guarda 14, algunos consejos para quienes están comenzando a transitar este fascinante mundo del vino.


    Miguel, María Belén, Ana y Nicolás, de Río Negro, disfrutan del vino mendocino. / Ignacio Blanco
Miguel, María Belén, Ana y Nicolás, de Río Negro, disfrutan del vino mendocino. / Ignacio Blanco

1. Empezando a disfrutar del vino

Acercarse al vino no es difícil, pero a veces no se sabe por dónde empezar.

"Para alguien que no conoce variedad, estilos de vino y demás, lo mejor que puede hacer es acercarse a una vinoteca o a un restaurante o hablar con la persona que esté trabajando ahí, que lo va a saber asesorar y guiar con algunas preguntas como: ¿prefiere vinos más suaves o más intensos, ligeros o pesados, etc.? Esa persona va a tratar de ayudarlo a encontrar un vino de su gusto. Y si probaste uno que te gustó y es malbec, por ejemplo, podés empezar a probar otros malbec diferentes. Si te gustó un malbec suave con poca madera, en una segunda oportunidad se puede probar una bonarda suave con poca madera, y así se va tejiendo el conocimiento. Mientras más probemos más argumentos mos a tener para decir por qué nos gustó un vino por sobre otro", asegura Martín Bruno.

2. ¿Qué huelo, qué veo y qué saboreo?

Lo pasos clave en la degustación de un vino son la vista, la nariz y la boca.

Desde el punto del mejor sommelier de la Argentina, cuando lo miramos, salvo raras excepciones, el vino tiene que estar limpio y brillante, de color atractivo y agradable.

"El aroma -advierte- tiene que ser limpio y agradable también. Hay defectos que podemos encontrar, que son olores a humedad, a encierro o cartón mojado y por eso es fundamental oler el vino antes de tomarlo, para asegurarnos de que no tenga esos defectos. Luego hay que tratar de clasificar esos aromas, si van por el lado de las frutas o de madera, aromas terrosos o especiados. Buscar las formas de describir ese vino, porque después vamos a tener que argumentar por qué nos gustó o no", precisa.

Cuando llegamos a la boca, Bruno recomienda: "Hay que fijarse cuando uno prueba un vino si es seco o dulce, luego el nivel de acidez. Hay vinos que son más ácidos y otros más planos. Muchas veces el consumidor le tiene miedo a la acidez, pero en realidad es la columna vertebral del vino y es lo que le da la frescura sobre todo".

Según Bruno, otra de las cosas más fáciles de interpretar para aquel que está empezando a catar, son los taninos. "Estos son sólidos que están disueltos en el vino, parte de la piel o la semilla de la uva, que a veces en algunos vinos dan una sensación de aspereza. Hay vinos en donde los taninos tienen una textura importante y generalmente se sienten más presentes. Entonces es importante fijarse en el equilibrio que presenta un vino", apunta el especialista.

3. Diferenciar las variedades, un objetivo alcanzable

Para este ítem, el sommelier propone hacer un experimento fácil y que además supone un encuentro alrededor del vino. "Para el experimento de probar variedades qué mejor que juntarse con amigos y que cada uno lleve una variedad diferente y probar un poco de cada una. Comparar vinos a la vez es la mejor forma de darte cuenta de la diferencia entre una variedad y otra", propone Martín Bruno.


    Oler el vino antes de beberlo es fundamental. / Marcelo Rolland
Oler el vino antes de beberlo es fundamental. / Marcelo Rolland

4. El precio y el disfrute no van de la mano

No necesariamente un vino se disfruta más por lo que sale, eso es una máxima que el consumidor debe entender.

El subcampeón de los sommelier de América asegura: "Disfrutar de un vino depende de muchas cosas por ejemplo de la situación, de quién te acompaña. No hace falta tomar vinos caros. Obviamente que vamos a ser más exigentes con un vino caro que con uno barato, pero para disfrutar de compartir un vino con alguien no hace falta gastar mucha plata. Si es una ocasión de festejo por ahí vamos a elegir una botella más cara que la que elegís todos los días para tomar en tu casa".

5. ¿Para cuándo los espumantes?

El espumante es otra categoría de vinos. Puede ser blanco rosado o tinto; seco o dulce; más ligero o más intenso; más simple o más complejo, igual que cualquier vino.

"No es sólo para brindar en Navidad o Año Nuevo, puede ser un gran aperitivo para combinar con diferentes comidas porque es bastante versátil. Por ejemplo, un ojo de bife con papas lo vamos a acompañar con un tinto seguramente, pero si es verano y hace calor por qué no animarse a un espumante tinto que puede ir muy bien con ese plato también”, afirma el especialista.

6. Microvinificación, mineralidad, zonas, aterciopelado… ¿cuánto pueden confundirnos tantos términos?

En los últimos años han aparecido nuevos términos muy válidos para explicar cómo se produce el vino, de dónde proviene y cómo manifestar sus características. Pero, ¿resulta una barrera para el consumidor entender todo esto?

"Cuando yo empecé a trabar con vinos en Argentina se hablaba de Mendoza, San Juan, Salta y un poco de Patagonia. Hoy podemos hablar hasta de zonas muy  pequeñas dentro del Valle de Uco que se diferencian. El consumidor creo que es el que demanda y quiere saber más. Pero, por otra parte, también el consumidor puede guiarse por cosas más fáciles cuando está empezando a beber vinos. De todos modos, tarde o temprano va a empezar a interesarle esos datos, porque un malbec de Gualtallary, que tiene ese punto de frescura no es igual a uno de Luján de Cuyo, que es más corpulento con frutas más maduras; que son diferencias lógicas que se dan por el lugar donde se da la uva", explica Martín Bruno.

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