En el marco del Día del Padre, Francisco Puga, uno de los referentes de la enología salteña, y su hija, con quien comparte el proyecto familiar y Los Pupis, charlaron sobre su historia con Los Andes.
El legado familiar es una de los atributos que distinguen al mundo del vino. La transmisión de la pasión por la tierra, las vides y la bebida nacional están presente en esta industria como quizás en pocas y a lo largo de la historia encontramos ejemplos de padres, abuelos, hijos y nietos que con el correr de los años siguen escribiendo la historia de la vitivinicultura argentina. Para este Día del Padre, desde Los Andes quisimos contar una de esas historias. Así llegamos a Francisco “Paco” Puga (47), una de las referencias de los vinos del norte del país, quien desde la última vendimia sumó oficialmente a su hija Valentina (24), quien está dando sus primeros pasos en la enología con los proyectos Francisco Puga y Familia y Los Pupis.
Para Paco, el hacer vino estuvo presente en su vida desde muy pequeño. Oriundo de San Juan, desde muy temprana edad trabajó en los viñedos de su familia materna, por lo menos hasta que su familia se mudó a la capital de la vecina provincia. Por el lado de su padre, su abuelo era técnico agrónomo y enólogo, un camino que él decidió seguir desde los 12 o 13 años. “En mi primera comunión, cuando probé el vino de misa fue que me decidí”, recordó.
Formado también en el Liceo Agrícola de la Borgoña, en Francia, cuando regresó al país, ya para la década del 2000, “un poco peleado con San Juan, donde los propietarios, productores y enólogos seguían como en el año 70″, decidió instalarse en norte del país. Primero en Tucumán, donde trabajó como analista del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), y después en Salta, más precisamente en Cafayate, donde llegó en plena crisis del 2001. “Nos contrataban y nos echaban cada media hora”, recordó.
Para el 2004 llegó un punto de inflexión en su carrera, cuando ingresó a El Esteco, donde pasó cinco años de “muchísimo aprendizaje”. Desde ahí siguieron bodegas como Colomé, donde desarrolló la bodega Amalaya, en 2016 comenzó su proyecto personal, donde hoy está acompañado de su familia, y también lanzó otro proyecto como Tordos. En la actualidad, Paco comanda los hilos enológicos de El Porvenir, también de Cafayate, a la par de Francisco Puga y Familia y Los Pupis, una etiqueta creada exclusivamente por Valentina y él que se encuentra en el mercado con un blend.
La historia para Valentina Puga es algo distinta. Pese a haber mamado todo el recorrido enológico de su padre (y hasta compartir su fecha de cumpleaños), el vino no entró en su plan de vida hasta hace solo un par de años. Si bien siempre acompañó a Paco, “nunca fue prestándole tanta atención”. Pero, “lo que se hereda no se roba”, reza el dicho y el legado familiar tocó su puerta luego de haber pasado cuatro años estudiando Biología en Tucumán.
“Mi papá me empezó a llevar a las degustaciones, a las presentaciones y a las ferias y todo eso hizo que me empezara a gustar. Así que tomé la decisión drástica de volver a Cafayate a estudiar Enología y después empecé a trabajar con mi papá”, comentó la joven. Este 2024 será sin dudas muy recordado por los Puga, es que esta fue la primera cosecha que tuvieron juntos en la que Valentina estuvo 100% involucrada en todos los procesos.
- ¿Cómo es trabajar padre e hija juntos?
- Paco Puga: No es fácil. Siempre digo que cuando llegan a tu casa y te empiezan a agarrar tu utensilio de cocina, y quieran cocinar de otra manera… uno no siempre está preparado para esas cosas. Pero fue una decisión que tomamos todos y sé que tengo que relajarme y estar dispuesto a enseñar y acercarme. Ha pasado mucho en la historia del vino, y no digo que no vaya a pasar entre nosotros, que muchos hijos se fueron lejos de su familia porque los padres eran muy jodidos. Entonces trato de disminuir eso, tratar de no presionar tanto. Hay veces que uno da por sabido cosas, es cierto. Pero, hay que estar tranquilos, hay que estar conscientes de que son chicos que están empezando y que a la vez son hijos. Que somos familia y hay que tratar de no pelearse. No discrepar tan fuerte. Hay que estar calmado dentro de lo que más se pueda, porque no soy una persona calmada.
Tengo que estar dispuesto a enseñar, a compartir y joder cuando hay que joder, porque la parte profesional para mí es muy estricta. No soy tan bohemio al momento de laburar el vino. Soy un poco jodido en el trabajo.
- Valentina Puga: Para mí, este año fue muy lindo. Hicimos la primera cosecha en nuestra bodega y terminé tomando la decisión de quedarme esa cosecha y de ir juntos. Mi papá me ha enseñado un montón. Como él dice, hay muchas cosas que se dan por sabido y yo soy de preguntar ochenta veces porque no lo sabía, porque siempre él fue el de hablar, de comentarnos, pero no entendíamos nada sobre lo que estaba haciendo realmente. Este año, ya habiendo pasado un primer año de Enología, fue entender un poquito más y prestar mucha atención.
Por ahí eso costó un poco por el hecho de ser padre e hija trabajando juntos, pero él más relacionado como mi jefe. Por ahí capaz me costó un poquito más aceptar todo eso, pero fue lindo, hemos trabajado bien y me ayudó bastante. Nacimos el mismo día y somos bastante iguales en cuanto a nuestro carácter y todo, entonces algunas situaciones han sido medio peludas, otras más llevaderas, pero realmente fue muy lindo trabajar esta cosecha.
- ¿Qué es lo mejor de trabajar juntos?
- PP: Lo lindo es disfrutar la vida en familia, algo que a veces se complica mucho. Uno tiene trabajos tan diversos en la vida que después te cuesta muchísimo estar con tus hijos o con tus padres, me ha pasado en mi caso, vivo a mil kilómetros de mi familia. Extrañas horrores. Eso no significa que Vale después decida irse a Australia, a Nueva Zelanda, a vivir la vida. Por eso es muy lindo poder disfrutar el mayor tiempo posible con los hijos, después cuando vas madurando en la vida te va enseñando que necesitas aprovechar todo ese tiempo con la familia, que es muy difícil lograr esas cosas.
- VP: Creo que es lindo y también es más fácil. Si bien siempre existen esas contradicciones porque somos familia, me parece que es muy lindo compartir. Nosotros cuando ingresa uva estamos todos ahí, toda la familia. Después nos damos un descanso y también estamos compartiendo, charlando de cualquier cosa y después volvemos a lo que es el trabajo. Creo que me gusta eso de poder compartir entre todos.
- En tu caso Valentina, ¿cómo llevás el legado de tu papá y el reconocimiento que tiene en el país?
- Es difícil estar a las alturas de Paco Puga, a las expectativas que hay detrás de su nombre. Pero realmente intento no pensar tanto en eso, en si es un peso o si es un alivio también. A mí me encanta disfrutar y me encanta ir con mi papá y que la gente lo quiera tanto por los vinos, por cómo él expresa, por cómo decide mostrarle al mundo lo que hace. Me encanta y no me pongo muy dura con eso, conmigo misma. Realmente hoy estoy disfrutando, haciendo las cosas con él, acompañándolo.