La sommelier Laura Ortiz despeja mitos que existen en torno al consumo de nuestra bebida nacional.
Muy a menudo el mundo de los vinos parece difícil de entender, y por momentos de disfrutar. Un universo que parece lejano para el consumidor más llano, aquel que busca sentirse bien con una buena copa de vino sin ser alcanzado por prejuicios e inquietos críticos que le impongan que es bueno o malo o cómo es la mejor forma de tomar un vino.
A veces, actitudes como esas, tan imperantes, terminan alejando a las personas del vino y volcándolas hacia otras bebidas, que en muchos casos tiene menos que entregar, pero que tiene un halo menos espeso a su alrededor.
¿Por qué el vino debería ser una bebida snob, si es acaso una de las más antiguas bebidas o alimentos de la humanidad? La pregunta ronda en la cabeza de miles y a veces pocos encuentran la certeza para descubrir una respuesta.
En esta nota de Guarda 14 te vamos a proponer una amena forma de disfrutar de los vinos blancos, más allá de cualquier variedad u origen que sea. Para esto recurrimos al aporte de la sommelier mendocina y jurado internacional Laura Ortiz, quien lleva adelante una linda cruzada para fomentar el consumo de vino blanco.
Haciendo una breve escala en algunos datos oficiales, tenemos que, según el Instituto Nacional de Vitivinicultura, casi el 25% del consumo interno de vino es de blanco, de cada cuatro litros consumidos en el país uno es blanco y tres son tintos. Un mercado nada despreciable si se tiene en cuenta que representan 250 millones de litros.
Por otra parte, es tanta la afición que ha logrado el vino blanco, que de manera anecdótica hasta la propia red social WhatsApp está por publicar un emoji con la tradicional copita, pero simbolizando el blanco, ya que el tinto y hasta el espumante tienen su propio ícono.
Así las cosas, si hablamos de blancos seguramente hemos leído por ahí que éste ostenta una gran versatilidad de maridaje y por lo general se presenta en nariz y boca como más aromático y al mismo tiempo ácido que el tinto, y que va muy bien acompañando a platos como las pastas, el pollo, los pescados y por supuesto los mariscos. Por otra parte, la fineza del vino blanco lo lleva a ser buen compañero de algunos postres y en situaciones ser protagonista en algún cóctel.
Si vamos al recipiente en donde lo vamos a tomar y a la temperatura, lo ideal es entre 7 a 12 grados, pero le recomendamos no ponerlo en la heladera de manera indefinida hasta su consumo, sino enfriarlo cuando vaya a ser consumido.
Con respecto a la copa puede ser una de boca más estrecha que la que usaríamos para un tinto, esto para sostener esa copa desde su tallo para mantener el vino frío.
¡Para beberlo mejor!
El primer tip tiene que ver con la temperatura: cuántas veces en un evento o en una conversación de esas interesantes la copa duerme en la mano del consumidor.
¿Sabías que es una genial idea hacer cubitos de hielo de vino blanco? ¡De esta manera podés enfriarlo inmediatamente con más vino! ¡Un relleno inesperado, pero también cool!
También es ideal para maridar con postres: lo recomendado es un vino blanco dulce bien helado. Que sea fresco para que no empalague y que ayude a seguir disfrutando del siguiente bocado del postre favorito.
Tampoco puede faltar para acompañar una picadita de frutos secos y papas fritas especiadas y perfumadas con una gotitas de lima.