Una deuda histórica, que viene de atrás, que perdura en el tiempo. Una simbólica herida que debemos cerrar, una deuda que debemos saldar.
Por la historia, por la tradición y por los datos de la industria vitivinícola es que España quiere seguir los pasos de Argentina y de Chile y nombrar al vino como "bebida nacional", según la publicación digital Vinetur.
Según David Manso (licenciado en Marketing y apasionado del vino, quien firma la columna en Vinetur), el Lagar Osset en San Juan de Aznalfarache (Sevilla) es el lagar más antiguo descubierto hasta la fecha que data del S III aC.
"Un espacio creado específicamente para elaborar vino 2.300 años atrás", especifica Manso.
Con los romanos, imperio de grandes viticultores, llegó el auge. Allí por donde sus caminos (vías romanas) se extendían lo hacía también la vid. Una herencia que continúa en la viticultura moderna. Los cartagineses y los fenicios fueron los primeros en introducir la viticultura a España, pero la influencia romana, con nuevas técnicas y el desarrollo de sus redes de calzadas, llevó nuevas oportunidades económicas, elevando la producción de vino de cultivo agrícola privado al de una empresa comercial viable. En las manos de los romanos, el vino se volvió "democrático" y estuvo disponible para todos, desde el esclavo más bajo hasta el aristócrata, pasando por el campesino. La creencia de que el vino era una necesidad vital diaria promovió la disponibilidad entre todas las clases. Esto llevó la viticultura y la producción de vino a todas las partes del imperio, para asegurar un suministro estable para los soldados y colonos.
Seguramente más tarde o más temprano, la viticultura habría llegado al "Nuevo Mundo" de la mano de cualquiera de las potencias, que por la época buscaban expandir sus imperios. Pero en esta carrera por descubrir fueron los españoles quienes lo hicieron.
"Somos los responsables de la implantación de la viticultura, y por ende del vino, en el continente americano. Fueron jesuitas y conquistadores quienes llevaron las primeras vides a América con el objetivo de poder realizar los oficios religiosos, de ahí a la posterior expansión del vino más como bebida que como un mero componente religioso", detalla Manso.
Segunda razón
El artículo de Manso argumenta la importancia de declarar al vino como Bebida Nacional de España en la tradición. Señala que en un recorrido de norte a sur tienen varias fiestas que tienen como protagonista al vino o la vendimia, entre las que se encuentran San Mateo (La Rioja), La Batalla del Vino (Haro), la Fiesta de la Vendimia (Rueda), La fiesta del Albariño o La Vendimia (Jerez).
Por otro lado, la literatura también ha dedicado páginas al vino. "Ya desde la Edad Media el vino ha estado presente en numerosas obras como El Cantar del Mío Cid o Razón de amor con los denuestos del agua y del vino, esta última obra nos ofrece una interesante exposición y argumentos sobre cuál de estos dos elementos (agua y vino) es superior desde un punto de vista filosófico-religioso. Tras la acalorada disputa piden vino para aliviar las tensiones de la disputa", grafica Manso.
Según su enumeración, el siglo de Oro es otro de los grandes referentes al vino en nuestra literatura. "Reconocidos autores incluyen menciones a esta bebida que fue capaz de cautivar a Cervantes con la figura de Sancho, alegre bebedor (Don Quijote de La Mancha) o en el prólogo del Persiles, el Manco ensalza los "ilustrísimos" vinos de Esquivias. También hace mención en El coloquio de los perros, donde los compara con otros tres de los grandes vinos de España por la época: los de Ribadavia, Ciudad Real y San Martín de Valdeiglesias. Diego Hurtado de Mendoza con el pícaro Lázaro, el cual agujereó el jarro que el ciego portaba para beberse el vino (El Lazarillo de Tormes) o Fernando de Rojas el cual hace referencia a la vieja alcahueta, la cual sabía identificar la procedencia y la uva del vino por su olor (La Celestina)", apunta.
Tercera razón
Por último, pero no menos importante, el artículo de Vinetur desglosa los números que demuestran la importancia de la vitivinicultura en el territorio español.
"Actualmente, contamos con 4.373 bodegas censadas, 70 denominaciones de origen, 42 Indicaciones Geográficas Protegidas (IGP o VT), 14 vinos de pago, 6 vinos de calidad y un buen número de bodegas que no están adscritas a estas clasificaciones y que producen vino", ejemplifica Manso para precisar que España es el tercer productor mundial después de Italia y Francia según la OIV en 2018.
El vino español -sigue- batió récord de exportaciones en 2018 tanto en cantidad como en su precio medio (síntoma de una mejoría de su calidad). El sector genera y representa en torno al 1% del PIB, de él dependen 25.000 puestos de trabajo, y es capaz de generar un volumen de negocio total del 4.600 M de €.