La sangría, un trago popular que se reinventa

Este 20 de diciembre se celebra internacionalmente el Día Mundial de la Sangría, un cóctel extremadamente sencillo y popular de origen incierto, pero que en Argentina se popularizó tanto que pasó a ser uno de los elementos infaltables de las fiestas.

Su procedencia es discutida. Algunas versiones bien extendidas indican que fue creada en el siglo XVIII en España y Portugal por campesinos, en un intento de preparar una bebida refrescante con los insumos que tenían a su alcance en la época, teniendo en cuenta que la región ya tenía producción vitivinícola y frutihortícola considerable.

Sin embargo, hay otra versión relacionada con los marines ingleses que en aquellos momentos navegaban las aguas del Caribe. Se cree que utilizaron jugos y frutas para ingresar vino y ron a las Antillas, como una forma de disimularlo, teniendo en cuenta que en las islas estaba prohibido el consumo de bebidas alcohólicas.

La primera versión quizás explica mejor la popularidad que adquirió en Argentina, en un proceso relacionado con la ola inmigratoria de españoles durante fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX.

El trago, listo para beber

La preparación es ideal para el verano. Su método de elaboración es sencillo: se agregan vino, limón y gaseosa (preferentemente sabor naranja). A la mezcla se le pueden introducir trozos de frutas como durazno, manzana, pera y naranja, entre otras.

Caída en desuso, la preparación ha sido rescatada por algunas empresas que están llevando a cabo recetas propias con la base y esencia intacta para que los consumidores la redescubran.

Es el caso de la bodega mendocina Mi Terruño, que hace un tiempo lanzó su línea de sangrías Moon Fest.

En este caso se trata de sangrías artesanales gasificadas y elaboradas tanto con uvas Malbec (tinto) como Torrontés (blanco) de sus viñedos de Maipú, en Mendoza. Están mezclados con limón natural y naranja, con un toque de cereza.