Con una mirada más global, cada vez son más las empresas dentro de la industria vitivinícola que apuestan por este modelo que abarca los cultivos y el negocio.
Conceptos como la sustentabilidad, lo orgánico o lo biodinámico son cada vez más habituales en el mundo del vino. En las últimas décadas se ha dado una tendencia que ha llevado a las bodegas a interiorizarse en estas prácticas y transformar su manera de producir para lograr así satisfacer estas nuevas demandas del mercado.
Pero aunque parezcan lo mismo, estos términos son diferentes y cada uno tiene sus particularidades. Es decir, una serie de requisitos que las empresas deben cumplir para lograr la certificación que avale que su producto ha sido elaborado bajo determinadas condiciones.
Qué diferencia existen entre sustentabilidad, orgánico y biodinámico
Tal como lo explicó de manera muy sencilla Jorge Noguera, enólogo de Bodega Amalaya, una de las dos que integran Grupo Colomé de Salta, podríamos decir que la sustentabilidad es un concepto superador y más abarcativo que incluye lo que sucede en todas las unidades de las empresas vitivinícolas. En cambio, con las certificaciones orgánicas y biodinámicas se logra un impacto en los cultivos y la parte productiva de las bodegas.
“La certificación de sustentabilidad abarca a toda la empresa. Siempre que hemos hecho las prácticas biodinámicas u orgánicas ha sido sobre la parte productiva. En cambio, la sustentabilidad nos lleva a otros aspectos, como la producción de energía propia, algo que en el grupo ya hacemos desde el año 2000 con una central hidroeléctrica propia que genera la energía para la bodega Colomé; o el trabajo con la comunidad, algo también hacemos”, aseguró el enólogo.
Desde el grupo lograron las certificaciones biodinámicas y orgánicas, incluso siguen aplicando las prácticas, pero no es algo que hoy lleven a en la etiqueta, “más que nada por un tema económico ligado a las certificaciones”, como lo aclaró Noguera. “Hacemos todo el trabajo en campo, pero no tenemos la certificación ni le damos un valor agregado al vino por esto”, sostuvo.
En este sentido, explicó el por qué hoy no certifican ninguno de estos dos conceptos: “En lo biodinámico nosotros tenemos una explicación muy lógica. El valle es muy sano en cuanto a enfermedades y condiciones climáticas, pero nuestro peor enemigo en este sentido es la presencia de hormigas. La biodinamia no permite ningún ataque contra otro ser vivo. De todas maneras, lo que hacemos para controlarlo, que nos quedó de la práctica biodinámica, es el control focal sobre el hormiguero, no sobre las plantas o la fruta”.
“Sobre lo orgánico, nosotros estamos en un lugar fabuloso en cuanto a la sanidad de los viñedos. Por precipitaciones, en Europa se hacen entre 15 y 20 aplicaciones en el año, pero nosotros hay años en los que se han hecho dos aplicaciones por cuestiones de seguridad que, incluso, se podrían haberse analizado. Eso da una garantía en cuanto al uso de productos”, aclaró.
En consecuencia, el grupo, uno de los más importantes del Norte con una producción de 260.000 cajas de seis botellas en Amalaya y 130.000 cajas de seis botellas con Colomé, eligió apostar por la certificación en sustentabilidad para sus dos bodegas. “Decidimos ir por la sustentabilidad porque incluye a toda la compañía. Orgánico y biodinámico son netamente productivos y después se valoriza desde lo comercial. Con lo sustentable se abarca mucho más para la empresa, con todas las áreas de la empresa, como Compras, Recursos Humanos, Pago a Proveedores, y tantas otras áreas para que la empresa haga un trabajo armonioso con la comunidad y no sea solo producir vino y ganar dinero”, justificó.
Por qué las bodegas eligen la sustentabilidad
En Argentina, la certificación de sustentabilidad se logra a través de Bodegas de Argentina. Hasta 2020 y en 10 años de trabajo con la Comisión de Sustentabilidad Vitivinícola, la entidad ha emitido 41 certificados, que comprenden 65 unidades (fincas y bodegas), en Mendoza, San Rafael, San Juan, Salta y Río Negro.
El proceso consta de cuatro etapas: autoevaluación, implementación, auditoría de verificación por parte de empresa autorizada y certificación por parte de Bodegas de Argentina. Así, el próximo 20 de junio tendrán la primera auditoría. “Llevamos dos años trabajando para eso y creemos que de esto se va a clarificar cuáles son las necesidades o ya directamente pasaremos a estar certificados y empezaremos a trabajar en el plan de mejora”, sostuvo Noguera.
Sobre este último punto, Noguera explicó que es uno de los aspectos más positivos de la certificación de sustentabilidad. “La certificación de sustentabilidad tiene un protocolo de crecimiento a largo plazo. No es algo que hoy presentamos una documentación y termina allí. Para poder certificar tenemos que presentar los establecimientos y las fincas, que en nuestro caso es de dos establecimientos y seis fincas en el grupo. La idea es iniciar el proceso con un 50%, tres fincas y una bodega. De ahí comenzaríamos un plan en el que en un plazo de 10 años deberíamos mejorar lo que hoy presentamos como sustentable y sumar los establecimientos que hoy no están incluidos. Esto implica un proceso de mejora constante en toda la empresa”, detalló.
Así, el plan es replicar en Amalaya y Cafayate lo que han hecho hasta el momento con Colomé y Molinos. “Hay análisis para poder generar energía propia, pero esta vez con paneles solares, el trabajo con la comunidad, el tratamiento de los residuos, el trabajo en la finca, la compra de cualquier insumo, etc.”, mencionó Noguera.
