En este nuevo espacio intentaremos mostrar, desde adentro, nuestra industria, y todo el proceso que se desarrolla desde que se planta una vid hasta descorchar en la mesa los vinos de todos los días.
En cada nota avanzaremos un poco en el proceso, por lo que tenés que estar atento y no perderte ninguna. ¿Con qué empezamos?. Antes de poder hablar de vinos, tenemos que dar espacio a lo más importante: las vides con sus uvas.
¿Cómo se desarrollan las vides en Argentina?
El panorama en nuestro país es cada vez más diverso e interesante. Hoy podemos encontrar producción de uvas para vinos en muchas provincias y con resultados más que interesantes en todas ellas.
Desde Jujuy hasta Chubut y desde Los Andes hasta la costa, podemos encontrar viñedos y vinos interesantes para probar, cada uno de ellos con la impresión propia del lugar.
¿Pero, cómo se plantan?
Existen distintos “métodos de conducción” de la vid, que sirven para formar y estructurar las plantas, ya que éstas tienen naturaleza trepadora y se convierten rápidamente en arbustos de gran vigor si no son controladas. Para poder adecuarnos a un método de conducción utilizamos la poda (eliminación de partes vegetales).
Dentro del método o sistema de conducción son sintetizados dos importantes grupos de operaciones vitícolas. Primero, el modo en que conducimos las plantas (altura, formación de sarmientos, manejo de canopia, etc.) y en segundo lugar la densidad de plantación del viñedo y la orientación del mismo.
En Argentina son dos los métodos más difundidos, que se usan desde los primeros pasos de la industria en el continente.
Las vides se introdujeron en nuestro país junto con la colonización y luego con las nuevas masas inmigrantes a partir de 1850. Estas plantas encontraron su lugar en Cuyo, específicamente lo que hoy es “Primera Zona” plantadas como viñas bajas de alta densidad.
Luego, con el aumento del consumo, las plantaciones empezaron a desarrollarse en lugares donde su expresión vegetativa fue mayor, de manera que se adecuó un sistema europeo tradicional (vaso) aumentando su altura y también se comenzaron a usar alambres como sostén, dando nacimiento a los primeros parrales.
Llamamos viñas (también espalderos) al sistema donde las plantas crecen en hileras paralelas, de manera vertical, sostenidas por alambres (de 2 a 4) y palos o postes de madera o aluminio. En este método las plantas se distancian entre 1 y 2 metros, y la altura dependerá de la cantidad de alambres, pudiendo tener viñas “altas” o “bajas”.
Los espalderos suelen tener buena aireación y luminosidad, lo que los ha llevado a ser los más elegidos para viñedos de calidad, aunque resignando, en algunas oportunidades, la cantidad de uva a producir por hectárea.
Los parrales suelen encontrarse en viñedos más antiguos y tradicionales. Consiste en levantar una estructura de alambres por encima de los 2 metros, de manera horizontal, sobre la cual se extiende la planta. Las uvas crecerán debajo del “techo” vegetal, convirtiéndose en un método ideal para zonas de excesivo sol y calor.
Este método tiene un mejor rendimiento de kilogramos por cada hectárea plantada. Sin embargo, el costo para implementarlo es más elevado que el de los espalderos.
No obstante, con el desarrollo de nuevas zonas y nuevas tecnologías, se están implementando en Argentina otros métodos, algunos antiguos como el Gobelet o Sistemas de Formación Libre, pero también algunos novedosos como YBM y Box Prunning.
Este es el inicio del proceso del vino, ¡atentos a las próximas publicaciones!.
El autor es Lic. en Enología y Mgter.
Las opiniones vertidas en este espacio no necesariamente coinciden con la línea editorial de Diario Los Andes.