¿Cuántas veces hemos tenido un vino adelante nuestro, pero cuando llega el momento de decir qué nos pareció nos quedamos sin palabras?
A continuación, un glosario que ideó la comunicadora y sommelier española Mariana Gil Juncal –compartido en una nota en el portal Vinetur-, y que funciona de guía para todo "wine lover" que quiera aprender un poco más sobre el sabor del vino.
De la A a la Z, todos los términos
Aterciopelado: vino que al paladar es especialmente sedoso.
Amplio: con personalidad, rico en matices, transmite sus valores con rotundidad.
Astringente: sensación de estrechamiento que se aprecia en los tejidos de la boca al paso de algunos vinos, provocada por sus taninos.
Brioso: produce sensación de juventud, de vitalidad, de frescor.
Cálido: vino que, por su elevado contenido alcohólico o por exceso de alcohol en relación con la acidez, produce en la boca una sensación de calidez. También hablamos de un vino cálido cuando está servido a una mayor temperatura de la adecuada.
Cargado: vino denso, pesado y rico en alcohol.
Carnoso: con cuerpo, bien estructurado, con alta concentración de sensaciones táctiles.
Complejo: vino de calidad que ofrece una amplia gama de sensaciones tanto en boca, como en nariz y en vía retronasal.
Completo: que satisface por su equilibrio y plenitud.
Corto: vino cuyas sensaciones permanecen poco tiempo después de tragado, sin personalidad.
Cremoso: vino espeso, con una textura densa y suave.
Crudo: muy joven, aún sin terminar, pero sin carácter negativo perdurable.
Delicado: vino que ofrece sabores de calidad pero que se perciben con poca intensidad.
Denso: espeso, con mucho cuerpo y estructura.
Dulce: sabor básico que se detecta en la parte anterior de la lengua. En algunos vinos, como los que proceden de uva Tempranillo, existen componentes no azucarados de carácter dulce.
Efervescente: vino que desprende carbónico hacia la superficie al ser servido.
Elegante: vino de gran calidad, armonioso y complejo y con delicadas sugerencias en nariz y boca.
Entrada: primera sensación que percibimos en la lengua cuando ingresa el vino a la boca.
Equilibrado: vino con armonía en sus componentes gustativos, visuales y olfativos.
Espeso: vino basto y recio, con mucho cuerpo y densidad.
Estructurado: vino con cuerpo, buena acidez y sabroso, con potencia y equilibrado.
Expresivo: vino que muestra claramente sus sabores.
Final de boca: sensación última que se aprecia en boca al degustar un vino.
Franco: se emplea en la fase olfativa y gustativa para definir al vino que repite notas de cata en aroma y sabor.
Fresco: vivaz, con cierto sabor a fruta y a flores y con la adecuada acidez para su tipo, por lo que produce sensación de frescura en la boca.
Frutal: delicado que recuerda a diferentes aromas de plantas, al aroma propio de la uva con que ha sido elaborado o al de algunas otras frutas.
Goloso: vino maduro con sabor azucarado y placentero, que exhibe un ligero contenido en azúcares reductores y despierta una sensación placentera en el paladar.
Gordo: muy coloreado, espeso y áspero.
Graso: con riqueza de alcohol y glicerina, que tiene un paso por boca muy untuoso.
Largo: vino que, por su cualidad, después de tragado deja sensaciones prolongadas.
Nervioso: vino de marcada acidez y equilibrio y, sobre todo, vivo.
Persistente: vino que deja amplias sensaciones en boca. Picante: sensación táctil producida en boca por anhídrido carbónico que contienen normalmente los vinos de aguja.
Potente: vino con mucho cuerpo y mucho alcohol.
Redondo: vino pleno, equilibrado y armonioso sin aristas.
Retrogusto: sensación olfato-gustativa principalmente en la cavidad bucal que deja el vino una vez catado.
Robusto: con alto grado de alcohol y mucho cuerpo.
Seco: no presenta restos de azúcares durante la cata.
Sedoso: muy suave a su paso por boca.
Suave: con la proporción justa de polifenoles, agradable de beber pero no producir ninguna sensación agresiva en su paso por la boca.
Tánico: vino astringente por exceso de taninos.
Tranquilo: vino sin presencia aparente de carbónico (burbujas).
Untuoso: amplio, suave y glicérido con una fluidez oleosa que impregna la mucosa bucal.
Vigoroso: con fuerza, robusto, no exento de equilibrio, con cuerpo, acidez, taninos y alcohol notables y bien conjuntados.
Vivo: vino bien armado que, debido a su acidez, presenta un aspecto brillante y sugiere una buena evolución en botella.
Vivaz: con acidez adecuada, sin excesos, con alegre pasoa de boca.