La palabra justa: guía rápida para describir un vino

La palabra justa: guía rápida para describir un vino
La palabra justa: guía rápida para describir un vino

Una guía para tener a mano y encontrar los términos más usuales a la hora de referirnos a la percepción de un vino. 

Bien lo expresó el especialista Alejandro Iglesias: "La descripción de los vinos se ha convertido en un género literario en sí mismo". Lo cierto es que existen una gran cantidad de descripciones técnicas, precisas y otras más románticas que, muchas veces, sientan a la perfección.

Sin embargo, con tantos términos dando vueltas, no siempre resulta fácil expresar el sabor del vino que bebemos.

¿Cuántas veces hemos tenido un vino adelante nuestro, pero cuando llega el momento de decir qué nos pareció nos quedamos sin palabras?

A continuación, un glosario que ideó la comunicadora y sommelier española Mariana Gil Juncal –compartido en una nota en el portal Vinetur-, y que funciona de guía para todo "wine lover" que quiera aprender un poco más sobre el sabor del vino.

De la A a la Z, todos los términos

Aterciopelado: vino que al paladar es especialmente sedoso.

Amplio: con personalidad, rico en matices, transmite sus valores con rotundidad.

Astringente: sensación de estrechamiento que se aprecia en los tejidos de la boca al paso de algunos vinos, provocada por sus taninos.

Brioso: produce sensación de juventud, de vitalidad, de frescor.

Cálido: vino que, por su elevado contenido alcohólico o por exceso de alcohol en relación con la acidez, produce en la boca una sensación de calidez. También hablamos de un vino cálido cuando está servido a una mayor temperatura de la adecuada.

Cargado: vino denso, pesado y rico en alcohol.

Carnoso: con cuerpo, bien estructurado, con alta concentración de sensaciones táctiles.

Complejo: vino de calidad que ofrece una amplia gama de sensaciones tanto en boca, como en nariz y en vía retronasal.

Completo: que satisface por su equilibrio y plenitud.

Corto: vino cuyas sensaciones permanecen poco tiempo después de tragado, sin personalidad.

Cremoso: vino espeso, con una textura densa y suave.

Crudo: muy joven, aún sin terminar, pero sin carácter negativo perdurable.

Delicado: vino que ofrece sabores de calidad pero que se perciben con poca intensidad.

Denso: espeso, con mucho cuerpo y estructura.

Dulce: sabor básico que se detecta en la parte anterior de la lengua. En algunos vinos, como los que proceden de uva Tempranillo, existen componentes no azucarados de carácter dulce.

Efervescente: vino que desprende carbónico hacia la superficie al ser servido.

Elegante: vino de gran calidad, armonioso y complejo y con delicadas sugerencias en nariz y boca.

Entrada: primera sensación que percibimos en la lengua cuando ingresa el vino a la boca.

Equilibrado: vino con armonía en sus componentes gustativos, visuales y olfativos.

Espeso: vino basto y recio, con mucho cuerpo y densidad.

Estructurado: vino con cuerpo, buena acidez y sabroso, con potencia y equilibrado.

Expresivo: vino que muestra claramente sus sabores.

Final de boca: sensación última que se aprecia en boca al degustar un vino.

Franco: se emplea en la fase olfativa y gustativa para definir al vino que repite notas de cata en aroma y sabor.

Fresco: vivaz, con cierto sabor a fruta y a flores y con la adecuada acidez para su tipo, por lo que produce sensación de frescura en la boca.

Frutal: delicado que recuerda a diferentes aromas de plantas, al aroma propio de la uva con que ha sido elaborado o al de algunas otras frutas.

Goloso: vino maduro con sabor azucarado y placentero, que exhibe un ligero contenido en azúcares reductores y despierta una sensación placentera en el paladar.

Gordo: muy coloreado, espeso y áspero.

Graso: con riqueza de alcohol y glicerina, que tiene un paso por boca muy untuoso.

Largo: vino que, por su cualidad, después de tragado deja sensaciones prolongadas.

Nervioso: vino de marcada acidez y equilibrio y, sobre todo, vivo.

Persistente: vino que deja amplias sensaciones en boca. Picante: sensación táctil producida en boca por anhídrido carbónico que contienen normalmente los vinos de aguja.

Potente: vino con mucho cuerpo y mucho alcohol.

Redondo: vino pleno, equilibrado y armonioso sin aristas.

Retrogusto: sensación olfato-gustativa principalmente en la cavidad bucal que deja el vino una vez catado.

Robusto: con alto grado de alcohol y mucho cuerpo.

Seco: no presenta restos de azúcares durante la cata.

Sedoso: muy suave a su paso por boca.

Suave: con la proporción justa de polifenoles, agradable de beber pero no producir ninguna sensación agresiva en su paso por la boca.

Tánico: vino astringente por exceso de taninos.

Tranquilo: vino sin presencia aparente de carbónico (burbujas).

Untuoso: amplio, suave y glicérido con una fluidez oleosa que impregna la mucosa bucal.

Vigoroso: con fuerza, robusto, no exento de equilibrio, con cuerpo, acidez, taninos y alcohol notables y bien conjuntados.

Vivo: vino bien armado que, debido a su acidez, presenta un aspecto brillante y sugiere una buena evolución en botella.

Vivaz: con acidez adecuada, sin excesos, con alegre pasoa de boca.

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