Profesionales que dan todos sus conocimientos para saber cuál es el mejor vino para cada ocasión. Conoce más de cerca a tres grandes sommeliers argentinos que contribuyen a crear disfrute y experiencias únicas.
El 3 de junio se celebra internacionalmente el Día del Sommelier, esta fecha nace en conmemoración a la creación de la Association de la Sommellerie Internationale (ASI) en el año 1969. Estos profesionales son los encargados de recomendar, armar o maridar menús de pasos con vinos.
Dentro de esta extraordinaria tarea los sommelier suelen trabajar en conjunto con la gastronomía del sitio para mostrar los platos más identitarios que tienen. Muchos conocen de qué se trata esta profesión y otros muchos no, por eso conversamos con tres grandes profesionales que describen la labor y nos despejan dudas a la hora de elegir un vino.
Mariano Braga es sommelier argentino, su carrera ha sido destacada en el asesoramiento y la difusión del vino, comunicando en medios de Argentina, Estados Unidos, México, Colombia, Perú, España y Uruguay. Actualmente reside en España junto a su esposa e hijos.
Marisol De La Fuente, es comunicadora social, periodista, docente y sommelier. Es un claro ejemplo de la versatilidad y amplitud de alcance que fue adquiriendo la profesión. Actualmente, ofrece cursos online y en vivo a través de su propia página
Andrés Rosberg, sommelier argentino que primero estudió Ciencias Políticas pero se decidió por esta profesión por el disfrute. Fue el primer latinoamericano que logró ser presidente de la Asociación de Sommellerie Internacional. Hoy se dedica a varios proyectos, entre ellos La Morada, un espacio ubicado en Valle de Uco que tiene un restaurante con propia cava armada por el profesional.
Una de las primeras consultas hechas a los tres sommeliers fue ¿cuál es la importancia del sommelier en el menú degustación?
- “Yo siempre digo que en el mundo de la degustación hay tres patas que son fundamentales, una tiene que ver con el servicio, otra tiene que ver con la comida y otra con el vino. Entonces en esta trilogía, ese conocimiento, es fundamental para dar un punto alto dentro de la experiencia”, dice Mariano Braga desde España.
- “Un buen sommelier lo que aporta es la capacidad de poder comunicar no solo ese vino, sino de la historia, la bodega, la región y poder transmitir. Es el nexo por ahí de la explicación más técnica que muchas veces se tiene en una bodega, comenta Marisol De La Fuente.
- “A mí como sommelier lo que me gusta es tratar de expresar con ese maridaje, con ese acuerdo entre vinos y entre planos, una visión, una percepción o una imagen que tengo yo de lo que es la gastronomía. Me pasa que a veces existe la percepción de algunas personas de que el sommelier puede ser un chamullo o algo exagerado, lo cierto es que no porque cuando uno sirve un vino que está bueno con un plato que está bueno y ese acuerdo funciona logramos que la suma sea más que las partes”, agrega Andrés Rosberg,
¿Qué destacan de la profesión y que es lo más valorable de ser sommelier?
Mariano piensa particularmente que: “El sommelier es disfrutador del disfrute ajeno, me encanta ese concepto porque cuando uno termina trabajando como sommelier en servicio, terminas trabajando para el disfrute de otros y tenes que disfrutar eso. El poder entender una mesa, leerla, hacer de psicólogo, porque en muchísimos sentidos uno tiene en un mismo servicio tiene experiencias completamente distintas”.
Por el lado de la comunicadora y periodista Marisol, que entró al mundo del vino más grande, destaca y valora la posibilidad de conocer gente, regiones, lugares ya sea que esté físicamente o que los pueda conocer a través del vino. “Es la posibilidad de interactuar con los hacedores y entender sus historias, lugares y decisiones que toman para después poder transmitirlos a las personas que tienen la pasión o ganas de aprender”.
Mientras que el sommelier reconocido internacionalmente, Andrés, comenta: Dependiendo mucho de la estructura del restaurante es lo que se puede ofrecer. Diferentes sommeliers tienen diferentes desafíos, algunos tienen el desafío de encontrar el maridaje absolutamente perfecto para un plano y otros tienen el desafío de saber llevar a la clientela heterogénea que por ahí está comiendo diferentes platos y uno tiene que encontrar un vino que funcione con los diferentes platos. Todos tenemos la obligación y el desafío que subyace ante todo, que es lograr alcanzar la satisfacción y felicidad de nuestros comensales”.
El tamaño del vino y su influencia en las personas
Algo que está muy en auge en la actualidad en las botellas de distintas medidas, las más reconocidas son las 750 ml que surgen según la explicación de la educadora De La Fuente, cuando en el siglo XVIIl los franceses eran los principales proveedores de vinos de los ingleses y tenían distintas mediciones. Los que hacían el vino median en litros, mientras que los que compraban lo hacían en galones y esto llevó a que se generará la conversión de 4,5 litros de vinos dividido seis es un 1 galón, la división da 750 ml.
Actualmente, esta botella se mantiene pero se han popularizado las medidas magnum, doble magnum o incluso más grandes. Por esta razón se les comentó a los expertos si el tamaño del vino influía en las personas o era solamente trabajo de marketing de las bodegas.
Para Martín hay un poco y un poco, porque el marketing influye en la gente. “Eso me parece interesante porque es cierto que los vinos que están embotellados en botellas más grandes que las de 750 tienden a envejecer más lentamente. Entonces, en los vinos de guarda tiene mucho más sentido, mucho de estos vinos que se arman para evolucionar durante muchos años se los elige guardar en grandes formatos justamente porque esa evolución se va a dar más lenta. Creo que esto del marketing tiene mucho sentido, no lo veo antagónico en el que influya en la gente o que sea solo marketing porque este último influye en las personas. Es decir, cuando se genera más expectativa en ese descorche, cuando estás más pendiente a disfrutarlo porque es una botella más grande o remueve algo dentro tuyo hay una cuota de marketing pero también tiene que ver con la experiencia, y el vino es una experiencia 100% personal”.
- “Hay un tema con aquellos vinos reserva o gran reserva que van a evolucionar en la botella, porque hoy se sabe que una botella grande como magnum o doble magnum hacen que su evolución sea mejor por un tema técnico que tiene que ver con la cámara de aire que hay en el pico y demás. En términos de comercialización una botella de esta magnitud es una forma interesante de compartir vino en mesas más grandes, en reuniones más importantes y que eso tiene una visión de exclusividad que muchas veces es atractiva para el consumidor”, agrega Marisol.
- “Cuando vos abrís una botella magnum, que es equivalente a dos botellas o una doble magnum que es equivalente a cuatro botellas, el tamaño de la botella ya te impacta y las cosas entran un poco por los ojos. Hay algo en esa opulencia, en esa exuberancia, en esa cosa magnánima de decir abro una botella grande, que nos impregna a todos de una sensación de celebración. Además, la evolución en estas botellas más grandes es mejor y nos encontramos con vinos que uno lo mete en la cava y los saca 4 o 5 años después son mejores vinos que sus pares de la misma añada, bodega y estilo que las más chicas. Está el valor simbólico de la celebración, el impacto de la botella grande y está lo medible de que el vino está en mejores condiciones, claro es un combo muy ganador“, añade Andrés.
¿Si tuvieran que elegir la profesión de sommelier lo volverían a hacer? ¿Por qué?
- “Diría que sí, hoy es algo que disfruto, que es parte de mi vida. Es llevar al terreno laboral que es un hobby y un disfrute. Uno termina trabajando en contacto que está dispuesto a pasarla bien. Entonces todos los que trabajamos en hospitalidad termina siendo un lindo entorno”, finaliza Braga.
- “Por supuesto que sí lo volvería a hacer, para mí ser sommelier además de conocer técnicamente algo que me apasiona, me dio la posibilidad de conocer personas, lugares e historias. Sin duda volvería a trabajar esto desde la comunicación que es mi formación de base. Definitivamente sería reincidente”, concluye De La Fuente.
- “Para mí ser sommelier es el mejor trabajo del mundo. Yo estudié Ciencias Políticas y en el momento que estaba por recibirme me pregunté si eso era lo que quería hacer en mi vida, pero al mismo tiempo hice la carrera como sommelier y ahí dije mi vida como sommelier va a ser más placentera. Porque me encanta sentar a alguien en la mesa, mostrarle vinos que no conoce y combinaciones entre platos y vinos que los sorprenda, ver cómo su cara se transforma y cómo lo disfrutan. Ser sommelier exige mucha vocación de servicio, exige trabajo, pero también retribuye mucho porque cuando vos ves a alguien contento por lo que vos le hiciste vivir a vos te pone contento. Vivimos una vida privilegiada, yo lo elegiría otra vez”, cierra Rosberg.