La primera enóloga del país y propietaria de la bodega que lleva su nombre, dio su mirada acerca de cómo cambió el varietal insignia del país y cuál fue el punto de inflexión en poco más de dos décadas.
En el marco de una nueva Vendimia, Los Andes y Guarda14 realizaron el especial audiovisual “25 años del Malbec”. De la mano de entrevistas con algunos de los máximos exponentes de la industria vitivinícola, repasamos los hitos más importantes para el varietal en un cuarto de siglo. Una de las que participó fue Susana Balbo, la primer enóloga del país y hoy propietaria de la bodega que lleva su nombre.
En la entrevista, la enóloga recordó el punto de inflexión en el tratamiento que le daban con sus colegas al varietal. “Era un desafío que ya habíamos empezado a tomar algunos enólogos pensando que Argentina tenía que tener una cepa emblemática que la identificara. El malbec era aquella cepa que nos hacía únicos, distintos. Sin embargo, teníamos estilos tan diversos y divergentes que hizo falta -y recuerdo que en esa época, entre el ‘94 y el ‘96, empezamos a tener reuniones entre los técnicos- compaginar entre todos qué era un gran malbec, cuál era destino, el destino que tenía que tener la cepa y el vino que identificara a Argentina. Cómo podíamos hacer del malbec un vino que fuera la bandera nacional”, contó.
La clave, según Balbo, fue encontrar el equilibrio entre lo que requería el consumidor americano y el inglés: “Al mirarlo de ese modo, buscamos un estilo que tuviera la posibilidad de entrar muy bien en Inglaterra, que era el principal mercado que tenía Argentina en aquel momento, y que también pudiera gustar al estilo americano, en la búsqueda que convergieran ambos paladares. El inglés buscaba una cosa muy frutosa, más bien con acidez y fresco, mientras que el americano buscaba un vino más pesado, con más madera, maloláctica, etc. Hacíamos ambos y empezamos a hacer una mezcla de los estilos: vinos que tenían buena media boca, una característica importante del malbec, fruta, pero también la madera de una manera más elegante. Fue fascinante, porque fue en la época en la que estábamos buscando qué estilo identificara a Argentina y pudimos encontrarlo muchos años más tarde”.
Presente y futuro del Malbec
“Hoy el malbec para Argentina significa, ni más ni menos, el 60% de las exportaciones de vino tinto y el país exporta 82% de vino tinto, por lo que es cercano al 50% de la exportaciones del total. Tiene una importancia enorme”, ponderó Susana Balbo.
Desde su punto de vista, “hay que cuidarlo para que esa exportación se mantenga, pero hay que mirar hacia el futuro porque también hay que reinventarlo al malbec, no solo como vino, sino Argentina como exportadora”. En este sentido, se explayó: “El país tuvo una época de muchísima demanda, por este vino que descubrieron los consumidores del mundo, como un vino amable, sedoso, frutoso, muy gastronómico, y fue un crecimiento en las exportaciones a dos cifras anuales durante muchos años. Sin embargo, hoy estamos un poco más decaídos. El que descubrió el malbec está un poco no se si aburrido, pero como que está esperando un poco más de Argentina”.
Sobre lo que viene para el varietal, destacó: “Hoy el futuro del malbec pasa por mostrar el carisma que tiene como variedad. Nosotros, en nuestra propia empresa, hacemos malbec casi sin alcohol, malbec orgánico, con madera y súper complejo o de altísima gama. Mostramos esa versatilidad que tiene la variedad y nos permite seguir creciendo en las exportaciones con solvencia. Esto es muy importante que lo entiendan todas las bodegas porque el consumidor es explorador y está buscando nuevos desafíos. Fundamentalmente hoy está buscando vinos con menos alcohol, orgánicos y una reinvención de la vitivinicultura y la enología. Si bien es incipiente, viene con fuerza, esto lo pude ver en Estados Unidos, de donde acabo de llegar. Hay una demanda de vinos más livianos, pero que tengan presencia y personalidad que puede brindar el malbec. Su futuro está en la capacidad de las bodegas para reinventar el producto sin dejar de ofrecer lo que hoy brindamos, no es una cosa o la otra, son ambas. Hay que tener esa capacidad y hay que hacerlo por el futuro de la vitivinicultura”.