El enólogo, contó a Guarda 14 cómo es la experiencia de ser el encargado de crear el vino para el multipremiado chef, ganador de tres estrellas Michelín.
“Pura magia”. Así describió el enólogo mendocino Matías Michelini cómo fue ese juego de roles para concebir los vinos que integran el proyecto Ojos de Cielo, para el multipremiado chef argentino Mauro Colagreco.
Pero vamos por parte. El chef creador de Mirazur, restaurante que cuenta con tres estrellas Michelín, eligió al enólogo mendocino para concebir su propio vino. El hilo conductor para dicha sociedad lo estableció el sommelier Rodrigo Calderón, quien viene trabajando hace algún tiempo junto a Colagreco y que, de hecho, es el encargado de diseñarle la carta de vino para todos sus emprendimientos gastronómicos.
Sobre los inicios de la “mágica” alianza, Michelini contó que conoció a Colagreco en 2019, en una oportunidad que el chef cocinó en su bodega familiar SuperUco invitado por Germán Martitegui. Fue esa, la primera semilla de una alianza que vería sus frutos años después.
“Mauro es muy curioso y apasionado y le gustó mucho nuestra forma de trabajar, las viñas y los vinos. El próximo contacto que tuvimos fue a través de Rodrigo, cuando le armó la carta de vinos para el restaurante Mirazur, con el objetivo de ampliarla. Y bueno ahí ellos imaginaron la posibilidad de tener un vino propio y en eso surgió mi nombre para estar a cargo”.
Lo cierto es que la primera partida de estos vinos, de poco más de 2 mil botellas y que solo se comercializará en los restaurantes de Colagreco, será embotellada esta semana y la otra parte en el 2024. Entrevistado por Guarda 14, Michelini explicó los detalles de este maridaje de apasionados por el vino y la gastronomía.
- ¿Cómo va a ser el vino?
- Se trata de dos Pinot Noir provenientes de dos terruños diferentes dentro del Valle de Uco, uno de Gualtallary (Tupungato) y otro de San Pablo (Tunuyán). Uno de estos vinos se va a embotellar luego de ocho meses de crianza y el otro va a pasar 16 meses de crianza. El de ocho meses lo estamos embotellando esta semana y la otra parte va a tener una crianza en vasijas de vidrio.
- ¿Cuál es la concepción, cómo pensaron el diseño de estos Pinots?
- Nosotros trabajamos las viñas con técnicas biodinámicas. La idea de los vinos que diseñamos con Rodrigo y Mauro apuntó a que el producto final conserve esa identidad profunda del Valle de Uco, el terroir, el lugar donde están las viñas, es decir, que no haya ninguna intervención como sería por ejemplo la madera, en el caso de una barrica, sobre lo que es el lugar en sí mismo. Él quiere defender el carácter del lugar.
- ¿Claro, de ahí lo de las vasijas de vidrio?
- Exacto. Estamos trayendo de Francia vasijas de vidrio de 220 litros con forma de globo, como si fueran una manzana. El vidrio es un material inerte y no hay traspaso de aromas y sabores al vino fuera de lo que es el propio carácter del vino.
- ¿Y cómo pensaron el maridaje para estos dos vinos?
- El vino fue pensado desde la gastronomía. Por eso se eligió Pinot Noir de estos dos lugares del Valle de Uco, que son dos viñedos en altura y de zonas más frías. La magia de estos vinos es la elegancia, no son vinos súper potentes ni concentrados, sino vinos muy finos. Van muy bien con la gastronomía de Mauro, que se caracteriza por no hacer grandes intervenciones sobre la materia prima, sino que más bien la cuida, para que el producto final que pone sobre la mesa sea muy parecido a lo que le da su finca. En ese marco se dio haber elegido el Pinot Noir que es una variedad fina y elegante para una gastronomía de alto nivel como la de Mauro.
- ¿Y ya en lo personal, cómo viene siendo tu experiencia en este juego de roles con Mauro y Rodrigo en lo que fue el diseño propiamente dicho de vino?
- Pura magia. Fueron un montón de charlas previas empezando por la variedad con la que íbamos a trabajar. Luego, acordar con qué viñedos íbamos a trabajar para darle forma al Pinot y después el diseño del vino, esas fueron muchas charlas también. Allí Mauro fue muy claro en expresar que el necesitaba un vino para poner en la mesa de sus restaurantes, respetando la elegancia, el carácter de terruño, sin intervención, donde el producto es más que la cocina en sí y bueno esas charlas definieron el estilo del vino. Fueron charlas preciosas en conjunto.
- ¿Hubo química entonces?
- Por suerte pude aportar sobre lo que conozco de gastronomía, que además de hacer vinos, es una de mis pasiones, eso me permitió entender muy rápidamente el concepto que estaba buscando. Eso lo hizo mucho más fácil, ya que tenemos además filosofías de trabajo muy parecidas, yo en la bodega y él en la cocina. Y bueno Rodrigo tendió el puente porque conoce mucho a Mauro y me conoce mucho a mí, el fue el hilo conductor para que esto suceda.
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