La falta de lluvias combinado con las altas temperaturas han adelantado los ciclos de las plantas. Esperan saber cómo afectará la calidad de las uvas.
Por estos días, Europa está siendo golpeada por la peor sequía en 500 años, algo que afecta desde el transporte de carga, pasando por la producción de energía, agua potable, producción de productos de origen animal y agricultura, incluida la vitivinicultura. Eso, sumado a las altas temperaturas, han obligado a los viticultores de Francia a adelantar considerablemente la vendimia este año, algo que todavía genera dudas sobre cómo afectará la calidad de las uvas.
“La producción de vino se ha visto afectada por una amplia gama de factores desde principios de 2022, por ejemplo, las heladas y el granizo que provocaron una disminución en los volúmenes de producción en varios viñedos de Francia”, sostuvo Amelie Petit, gerente de desarrollo de la asociación de productores de vino del país, Vignerons Engages, en diálogo con RAI Novosti.
Este año, la industria espera producir 44 millones de hectolitros de vino, una cifra superior a la de 2021, cuando muchas regiones se vieron afectadas por las heladas primaverales y la producción se redujo a 37,6 millones de hectolitros, pero todavía inferior a los 50 millones de hectolitros que se registraron en 2020.
Una vendimia adelantada
Todo este panorama provocó algo inédito para los viñedos franceses. Por caso, en el Rosellón la cosecha comenzó a finales de julio, una tendencia que se ha extendido al resto del país donde la actividad se ha adelantado entre una y tres semanas de lo previsto.
La Borgoña presenció hace dos años su vendimia más temprana en cuatro siglos de registros. Fue el 16 de agosto. Para este año prevén sacar las uvas este el 25 de agosto. En el valle del Ródano, más al sur, la canícula ha acelerado la maduración más de 20 días respecto al año pasado, conforme al testimonio de productores productores locales, quienes esperan que la calidad no se resienta.
En la Champaña (noreste), la vendimia empezará a finales de agosto. Los viticultores calculan una pérdida del 9% a causa de las heladas y tormentas de granizo durante la primavera. Mientras que en la región de Burdeos empezaron a vendimiar el 17 de agosto las uvas que se emplean para los blancos espumosos, a eso le siguen los blancos secos, los dulces y finalmente los vinos tintos, que distinguen a la región.
La calidad es algo que está en el foco esta vendimia. Es que cuando el agua escasea de forma excesiva, la cepa se protege perdiendo hojas y dejando de suministrar nutriente a las uvas, lo que interrumpe su desarrollo. “No ha caído una gota de agua en dos meses”, explicó Gilles Ehrhart, presidente de la asociación regional de viticultores de Alsacia, conforme a lo publicado por AFP.
“Vamos a tener una vendimia muy, muy pequeña”, anticipó el agricultor. Cuando la temperatura sobrepasa los 38º C, “la uva se seca, pierde volumen y la calidad se resiente”, sostuvo. El nivel de azúcar se vuelve excesivo y eso provoca una tasa de alcohol “demasiado elevada para los consumidores”, añadió Pierre Champetier, presidente de la Denominación de Origen Protegida de la región de Ardeche, al sur de Lyon.