¿Alguien trajo el destapador?

El publicista se sentó en el lugar de siempre y pidió, como era de esperar, un plato liviano y su vino preferido para el mediodía.

Debía seguir trabajando en el proyecto hasta terminarlo. Sin levantar la vista comenzó su almuerzo ligero, mientras iba revisando unas notas de su cliente en el anotador. Con el rabillo del ojo pudo observar que el mozo había servido una copa y tomó un buen trago.

La frescura del vino lo animó. Pero algo era diferente en su vino habitual; lo notaba más vivo, más fragante. Levantó la vista de sus apuntes y su mirada se cruzó con la del camarero, que todavía sostenía la botella y sonreía. Se sorprendió al ver que su vino había cambiado la forma de cierre. No había escuchado el “pop” que siempre va asociado a la apertura de una botella. La presentación ahora incluía estas “modernas” tapas a rosca que desafiaban su tradicionalismo asociado al consumo del vino.

A comienzos del nuevo siglo tres bodegas líderes de la Argentina comenzaron a desarrollar a nivel local los vinos con la tapa a rosca, que mejoraba en gran manera aquellas viejas presentaciones de litro de la década del 70. Las nuevas tapas a rosca -ahora denominadas “screw cap”- tenían insertos interiores de mucha mejor performance con láminas de aluminio incluidas. El sistema de tapado también cambió en el momento de llenado, haciéndose en atmósfera de gases inertes, e incluía una deformación de las tapas para que éstas se ajustaran mejor al pico de las botellas totalmente rediseñadas.

Naturalmente existe todo un desarrollo detrás de estos cierres que llevan día a día a mejores insertos o insertos inteligentes para que determinados tipos de vinos puedan “respirar” y de esta manera mantener un cierto balance de gases necesario para su matriz y la mejora de sus características organolépticas.

Donde es innegable el gran salto cualitativo en el uso de estos cierres es el poder acercar el mismo producto desde la bodega a la mesa de los consumidores sin perder un céntimo de frescura y fineza, sobre todo en vinos blancos, rosados e inclusive vinos gasificados de no más de 2kg de presión. La avanzada “screw cap” da pasos firmes con resultados comprobados. Los vinos resisten mejor los embates de su enemigo más acechante y mortal: el oxígeno.

El crecimiento en las góndolas de los vinos de calidad tapados con “screw cap” es innegable tanto en nuestro país como en el resto del mundo. En los países de tradición más antigua en materia vitivinícola como España e Italia los números son menores, registrándose aumentos de solo 2% en los consumos de vino con tapa a rosca entre los años 2008 y 2013. Sorprendentemente Francia, de gran tradición y uno de los mayores productores de vino, registra un aumento de casi el 20% en el consumo de vino con screw cap traccionado principalmente por el aumento en el consumo de vinos rosados ligeros, descontracturados, divertidos y fáciles de beber.

Lo mismo sucede con culturas donde la practicidad es adoptada como una forma de vida. En Alemania, Reino Unido y Estados Unidos los consumos de vinos con tapa a rosca entre esos años han ido in crescendo entre el 10 y el 20%. En estos países un mozo o camarero encuentra que su trabajo rinde más, ya que puede abrir más botellas con screw cap que con tapón de corcho tradicional. Aquí vemos que los consumos de vinos con este sistema de tapado que no necesitan más que una suave rotación de muñeca, llegan casi todos casi al 50% e incluso lo superan como en el caso del Reino Unido.

En nuestro país las casas vitivinícolas más innovadoras lo han adoptado como sistema de cerrado, no solo para sus vinos blancos y rosados sino también para sus vinos ligeros y de cuerpo medio, evitando con esto devoluciones asociadas a defectos en el tapado.

Otros sistemas de cierres que buscan este tipo de practicidad y efectividad, como por ejemplo los tapones de vidrio, están en un desarrollo muy incipiente y todavía no han logrado una economía de escala para poder ofrecer costos ventajosos para bodegas y clientes.

Bienvenidos al mundo de la modernidad y la practicidad asociada al mundo del vino, donde no hay que preocuparse por si alguien se olvidó de traer el sacacorchos. Es solo cuestión de buscarle la vuelta.

*El autor es Lic. en Enología

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