Lista la cosecha: qué se hace con los viñedos cuando ya no quedan uvas en el racimo

Lista la cosecha: qué se hace con los viñedos cuando ya no quedan uvas en el racimo
Luego de la cosecha se realizan varias acciones para preparar la vid de la mejor manera. Foto: José Gutiérrez / Los Andes

A través de un diálogo con el ingeniero agrónomo Franco Bustos, explicamos cómo es el proceso fundamental con el que se preparan los viñedos para la próxima cosecha.

El fin de abril marca también el fin de la cosecha en la mayoría de las bodegas. Los últimos bastiones de uvas que se arraigan a las hileras empiezan a mostrar indicios de deshidratación, propia de la cosecha tardía que algunas empresas implementan para sus vinos, unas semanas después.

Para el resto de los viñedos, se despliega un operativo que inicia ni bien se termina la cosecha y se extiende hasta la próxima etapa de envero, al año siguiente.

El operativo es encabezado por el equipo de agronomía, de tanta importancia como el de enología, con el objetivo de preparar las vides para la próxima cosecha, adecuándolas a la planificación de cada bodega.

“En un primer momento lo que hacemos es un riego de finalización de cosecha”, explicó Franco Bustos, ingeniero agrónomo de Domaine Bousquet, una bodega que hace mucho foco en la vitivinicultura orgánica.

Sobre el paso siguiente, lo que algunos llaman pre-poda, aseguró: “bajamos los sarmientos para enterrarlos y formar nuevas plantas en caso de que algunas se hayan muerto”.

Luego viene la poda, que es un proceso que se lleva a cabo en invierno y es muy importante”, adelantó Franco sobre la etapa crucial de este proceso. Tanto lo es para la bodega, que le supone prácticamente el mismo esfuerzo a nivel contratación de personal que en la mismísima cosecha.

Se trata de un proceso que inicia ya en invierno y en el que se eliminan el resto de los sarmientos y las partes secas, para dejar una yema fértil que brotará a finales de año.

El viñedo ya seco recibe la poda por parte de un trabajador.  Foto: Marcelo Rolland / Los Andes
El viñedo ya seco recibe la poda por parte de un trabajador. Foto: Marcelo Rolland / Los Andes

Con la poda nosotros dividimos bien cada cuadro de parcela en función de la línea de vino a la cual será destinada”, asegura el ingeniero y explica que ya desde esta instancia es necesario ir definiendo proporciones de elaboración para cada producto, independientemente de la cosecha y su volumen.

“Desde la poda se puede decidir la cantidad de yemas que dejamos, para tener más o menos producción por parcela. El objetivo es establecer la cantidad de racimos por planta a nivel general. Te da un marco de lo que va a ser la cosecha 2023″, explica Franco.

“En este paso se empieza a definir el atributo de la uva. A mayor cantidad de racimos, más predominio de la fruta fresca, la acidez natural. A menor cantidad de racimos por brote, más hojas alimentan el racimo y eso brinda mayor concentración”, ejemplifica el ingeniero.

Don Atilio trabaja en la poda de sarmientos en una finca de San Martín. Foto: José Gutiérrez / Los Andes
Don Atilio trabaja en la poda de sarmientos en una finca de San Martín. Foto: José Gutiérrez / Los Andes

Tras la poda, los trabajadores deben ir manteniendo el cultivo, hasta el proceso de la tala. “Allí se quitan los elementos de poda como alambre para que quede la estructura de planta ideal para comenzar la brotación. Ahí empezamos con el juego del riego y la fertilización, que en nuestro caso es orgánica. También las curaciones”.

Luego se trabaja sobre los brotes que están saliendo nuevos para formar la planta de la manera que cada bodega demanda. Allí se dejan los brotes que más interesan recortando en forma manual.

Ya es el momento en que las uvas comienzan su coloración, lo que se conoce como envero, y luego llega el momento más esperado del año, la cosecha. Sin todo lo anterior, el resultado será un fracaso total.

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