Como todo en la vida, es necesario entender que el protocolo del servicio de un vino redunda en un mayor placer cuando lo bebemos
Vivimos inmersos en un mundo repleto de ceremonias, desde aquellas ligadas a efemérides religiosas hasta eventos profanos. Las ceremonias de entrega de premios, toma de posesión, inauguración o homenaje, se multiplican, y su esplendor es directamente proporcional a la importancia asignada al motivo. En ocasiones, la ceremonia misma adquiere tanta relevancia como el evento que la motiva.
Incluso las cosas simples y cotidianas pueden volverse únicas con una pequeña ceremonia. El servicio en un restaurante de prestigio, por ejemplo, convierte el acto simple de comer en un momento especial. Maîtres, camareros y sumilleres siguen un guion, casi una coreografía, donde cada gesto tiene su razón de ser, contribuyendo a la magia que transforma una comida en una experiencia única.
El ceremonial del servicio del vino, quizás el más enigmático para muchos, no es solo una parafernalia, sino una muestra de respeto y una forma de hacer especial tanto el contenido de la botella como al comensal. Comprender este protocolo es esencial para apreciar cómo el tratamiento adecuado y el servicio del vino contribuyen a un mayor disfrute.
Presentación en la mesa
La presentación de la botella en la mesa varía según si tiene o no depósitos. En el caso de depósitos en vinos tintos, la botella se acuna en una canastilla, asegurando que se mueva lo menos posible. La canastilla se sostiene por los extremos, y al descorchar, se evita cualquier ruido. La decantación, donde se vierte el vino en un decantador para separar los sedimentos, es parte de este proceso.
Los tintos maduros sin depósitos se trasvasan o jarrean, permitiendo la oxigenación y aceleración de aromas. Blancos, rosados y tintos jóvenes se abren en el último momento, sirviéndose directamente de la botella. Blancos de guarda se abren también en el último momento, siendo menos fríos que los jóvenes. Vinos espumosos se sirven directamente de la botella y se mantienen en cubo con agua y hielo.
Examen del corcho
Tras abrir la botella, el sumiller examina visual y olfativamente el corcho, colocándolo en un platillo para que los comensales lo inspeccionen. Antes de servir, en muchos casos, el sumiller prueba una pequeña cantidad para asegurar la calidad del vino.
Así las cosas, el ceremonial del vino no es solo un conjunto de reglas, sino una expresión de respeto, transformando la experiencia de beber vino en algo sublime. Comprender y apreciar este protocolo añade un componente especial a cada sorbo, convirtiendo cada encuentro con el vino en una ceremonia única.