Se trata del Aszú, uno de los más antiguos del mundo, considerado el “vino de los reyes”, del que apenas se elaboran 2.000 botellas anuales. Algunas de ellas se consiguen en la provincia, a pesar de las trabas de la importación.
El vino, además de ser una de las bebidas favoritas en el mundo, es también un puente cultural. A través de una botella podemos viajar con la mente y los sentidos a cualquier parte del mundo sin necesidad de movernos de nuestra silla. Y desde Mendoza se puede viajar sin escalas a Hungría por medio de sus míticos vinos Tokaji que una bodega mendocina ofrece a los winelovers.
Por los costos de la importación, la burocracia argentina, la tradición y otros motivos, es poco frecuente encontrar en el país vinos extranjeros a disposición de los consumidores en general. Más si hablamos de vinos de alta gama, de los que apenas se elaboran unas 2.000 botellas al año y es considerado el “vino de los reyes”. Pero para los mendocinos esto no aplica. Es que la bodega Trez Wines trae a la provincia los vinos de región de Tokaj que ellos mismos elaboran, en una vitivinicultura totalmente distinta.
Por una cuestión de orgullo, nacionalismo y amor por el vino, Esteban Zombory, uno de los tres amigos que crearon la bodega boutique lujanina, decidió desde hace un tiempo comenzar a vender en la provincia y en todo el país a través de su tienda virtual los vino que él mismo elabora también en Hungría con Zombory Pince.
Cómo son los vinos de Tokaj
Para ubicarnos un poco en el mapa, la región de Tokaj está ubicada en el noreste de Hungría y se trata de una de las seis regiones vitivinícolas declaradas Patrimonio de la Humanidad. También es la denominación de origen (DO) más antigua del mundo, con registros que datan del siglo XVIII.
La principal cepa del Tokaj es el furmint, con alrededor del 60%, seguida del harslevelû, con un 25%. El resto se divide entre las variedades moscatel y zeta. A Argentina llegan apenas 1.200 botellas al año de los furmint y harslevelû que Zombory elabora, pero la estrella de la bodega y de la vitivinicultura húngara es el Tokaji Aszú, considerado “Vinum Regum, Rex Vinorum” (“Vino de los Reyes, Rey de los Vinos”).
La “i” al final de la palabra Tokaji no es un error de tipeo, sino que esta expresión se refiere a “vinos de Tokaj”. En general, se trata de vinos elaborados con uvas que desarrollan la Botrytis cinerea, también conocida como “podredumbre noble”. Esta condición convierte las bayas en uvas pasas ricas en azúcar y otorga aromas distintivos a fruta y caramelo.
En el caso puntual del Aszú, se trata de uvas son cosechadas en los puttony, recipientes de aproximadamente 22 kilos similares a unas mochilas. Luego son almacenadas en bines de 500 kilogramos, donde se maceran durante 48 horas en mosto o vino nuevo, generando la pasta de Aszú, que luego es prensada y vinificada con los mismos métodos que se aplican desde el siglo XVII. Finalmente, este vino pasa como mínimo dos años en barricas de roble húngaro en las cavas subterráneas de la bodega y un año más en botellas de 500 cc.
En Zombory Pince el tiempo de estiba es de tres años en barricas y de dos a tres años en la botella. Se trata de un Tokaji Aszú de 6 puttonyos, que cuenta con al menos 150 g/l de azúcar.
Cuánto valen los vinos de Tokaj
Esteban Zombory es argentino, pero sus raíces húngaras están muy presentes. Sus padres llegaron al país huyendo de la guerra y el mantiene ahora dos patrias. Con la intención de mantener la tradición familiar, dio vida junto a su hermano a Zombory Pince en Hungría y, años después, junto a sus amigos Roberto Timms y Jorge Ramirez, crearon Trez Wines en Mendoza.
En una charla con Los Andes, el empresario contó más sobre los vinos europeos, por qué decidió traerlos a Argentina, a pesar de las complicaciones, cuánto cuestan, los puntos de contacto con Mendoza y más.
- ¿Cómo es la importación de los vinos húngaros al país?
- Es complicado. Antes había algunos otros importadores y bodegas que traían vinos de Hungría antes, pero dejaron de hacerlo. Cada vez hay menos vino importado en Argentina y eso le quita al argentino de enriquecerse con la cultura de vino de otros lados. El flete ya de por sí encarece los costos, eso es algo que todos conocen. Pero después está la burocracia para ingresar por aduana, los impuestos, el doble IVA, los depósitos fiscales, el tiempo que pasa para los permisos, etc.
Muchas veces no se aprueba el ingreso de algunos vinos por desconocimiento. Con los Tokaji nos dicen que este vino no se ajusta a las normas y termina muchas veces tres o cuatro meses en depósitos de aduana sin poder sacarlos, con la posibilidad de deterioro y el costo que eso implica.
Para nosotros es un tema de pasión y orgullo. Si son nuestros propios vinos, ¿cómo nos los vamos a tener acá? Tenemos que vencer todas las dificultades, porque no es que sean los vinos de terceros. Por nuestro origen húngaro sentimos un poco la obligación de tenerlos aquí, como los vinos argentinos van a Hungría. Me encantaría tener la facilidad que tengo de llevar el vino argentino para allá para traer el vino húngaro.
- ¿Qué puntos en común tiene la vitivinicultura húngara con la mendocina?
- Muy pocos. El punto de contacto más significativo es que hay excelentes enólogos en Mendoza y lo mismo en Hungría. Cuando le explico a un enólogo argentino lo que se hace allá, enseguida lo entiende. Hay muchísimo conocimiento enológico.
Más allá de eso, los suelos son distintos -en Hungría dan más mineralidad y el ph es más bajo, por lo que tienen más acidez-; el clima es distinto; la altura es distinta -en Tokaj las alturas de los viñedos van entre los 100 y 300 metros, con un máximo de 400-; las normas son muy distintas, mucho más estrictas -en el Aszú tiene que estar guardado por ley mínimo dos años en barricas de roble y otro año en botellas o el mosto en el que se masera tiene que ser de la misma añada-; está prohibido el riego por las mismas condiciones climáticas -esto hace que, como en toda Europa, las añadas difieran muchísimo de un año a otro, mientras que acá el riego está regulado con la misma cantidad de agua que definen el agrónomo y el enólogo-; también cambian los días sol, en Mendoza hay más de 300 y en Europa hay con suerte 250.
Otra diferencia es la extensión de los viñedos. En Tokaj, si una bodega tiene 100 hectáreas, ya es posiblemente la más grande de la región, mientras que aquí tenemos bodegas con miles de hectáreas.
- ¿Qué tienen los Tokaji y no se encuentra en ninguna otra región vitivinícola?
- Sin dudas, el Aszú. Es similar al Sauternes francés, pero se diferencia en que tiene un grado de acidez que balancea el dulzor de una manera mucho mejor. Es lo más clásico y típico de Tokaj.
Las características principales de los Tokaji, y que es muy raro que se den todas juntas en otras regiones, son: alto contenido alcohólico -vinos blancos con 14 grados-; alta acidez; y alta mineralidad. Eso es raro que se dé todo junto en otra parte del mundo y eso los hace muy duraderos, podemos tomar un vino de hace ocho años y está absolutamente perfecto.
- Al tratarse de un producto de alta gama, ¿cuál es la respuesta de los consumidores?
- En Argentina es un vino de nicho, porque todos los procesos de importación encarecen hasta el vino barato. Pero los Tokaji blancos secos como el Furmint y el Harslevelû son vinos para todos los consumidores, no es algo muy distinto en precio, con un precio de entre 5 y 8 euros.
El Aszú es un vino de lujo en cualquier lado, la botella de 500 cc vale 50 euros en cualquier parte de Europa, cuando un vino local promedio vale entre 5 y 7 euros. El resto de los vinos, en Argentina y por todos los costos que implica la importación, tienen un valor de alrededor $2.500, mientras que el Aszú vale $12.900.