Fabián Valenzuela, Matías Michelini y Ezequiel Ortego, winemakers mendocinos que hoy también tienen el desafío de una vitivinicultura con influencia marítima. Sus experiencias e impresiones.
Salir de Mendoza y poner un pie en la costa atlántica argentina para elaborar vinos con influencia marítima o, de mar -como se los conoce comúnmente- fue todo un desafío para tres mendocinos que ya contaban con sobrada experiencia profesional en su tierra.
Matías Michelini, de Bodega SuperUco, con su emprendimiento en Bahía Bustamante (Chubut); Fabián Valenzuela, a cargo de las bodegas de Fincas Patagónicas (Tapiz y Zolo), con Bodega Wapisa (Río Negro), del mismo grupo; y Ezequiel Ortego de Bodega Trapiche, desde Chapadmalal (Buenos Aires) cuentan sus experiencias y sus sorpresas con los vinos obtenidos.
Cómo surgieron los proyectos; cómo se adaptaron las plantaciones de vides en esas zonas de playa y vientos fuertes; qué variedades y qué resultados se han logrado son algunas de las preguntas que responden en esta charla con Guarda 14.
El vino como reflejo más honesto del lugar
“Cómo el vino puede ser un reflejo del paisaje; esa siempre ha sido mi inquietud: tratar de embotellar paisajes. Que los vinos te lleven a un lugar y que sean el reflejo más honesto de ese lugar”. El pensamiento surge de Matías Michelini al referirse a la primera cosecha de vinos, elaborados con uvas de un viñedo en una playa de Bahía Bustamante (Chubut).
Cuando conoció el lugar, impulsado por su amigo y socio, el bartender Tato Giovannoni, supo que era posible hacer vitivinicultura, a pesar, por ejemplo, de los fuertes vientos que impiden cualquier plantación. En una playa de piedras, conchillas y arcilla, justo frente al pueblo, en la que en otro momento debe haberse usado para tomar sol frente al mar, Michelini plantó, con la colaboración de Astrid Perkins y Matías Soriano -también socios del proyecto-, 3.000 plantas de semillón y pinot noir y el 15 de marzo pasado realizó la primera cosecha.
“Es emocionante el resultado de esta primera cosecha. Imaginaba vinos a los que se les sintiera el mar, con una fruta intensa que resulta de los días de sol y con la acidez y frescura aportada por el clima frío y austral. Así fue. Los vinos son lo más parecido al mar que he probado. Es como haber embotellado un poco de éste, pero en forma vínica”, explica.
Mientras avanzan en el proyecto de armar una bodega artesanal (con la intención de elaborar no más de diez mil litros), guardarán estas primeras e históricas botellas y ya planean una segunda cosecha más importante en volumen –van a aumentar la cantidad de plantas- y con la intención de comercializarla, siempre potenciando el carácter de la zona, más allá del varietal en sí.
“Lo más importante es el carácter del lugar. El varietal es un conductor para mostrarlo. De hecho, creemos que en la etiqueta no se detallará el varietal”, finaliza el winemaker mendocino. La marca del vino, todavía es una incógnita.
Malbec de Patagonia, estibado bajo el mar
“Este malbec estibado bajo el mar, en comparación al mismo vino envejecido en una estiba convencional, posee sus características organolépticas intactas y, además, características únicas. Las condiciones que ofrece el mar para la evolución del vino son óptimas. El color es un rojo vivo con matices violetas con una gama aromática amplia que recuerda a frutos frescos, confitados, notas mentoladas y complejas y muy expresivo. Se percibe más elegante, más fino y sus componentes aromáticos, amalgamados”.
La grata sorpresa no sólo fue para su enólogo, Fabián Valenzuela, sino también para varios referentes locales que degustaron el malbec de Bodega Wapisa, en San Javier (Río Negro). Lo curioso y novedoso es que este vino formó parte de una de las 800 botellas que, guardadas en jaulas y con importantes estudios de impacto ambiental previos, se bajaron a doce metros de profundidad en el mar de esa provincia –en la zona de Las Grutas-, y permanecieron allí durante 8 meses.
Además de malbec, la bodega patagónica, ubicada en Viedma a 30 kilómetros de la costa, tiene viñedos de cabernet sauvignon, pinot noir, merlot, sauvignon blanc y acaba de elaborar la primera cosecha de cabernet franc.
“Luego de recuperar los viñedos que estaban abandonados, hicimos la primera cosecha en 2016. Tanto a Patricia Ortiz (propietaria) como a mí, nos sedujo la idea de elaborar en Patagonia pero sobre el mar y no sobre la montaña”, cuenta Valenzuela y agrega datos sobre los proyectos futuros que van a pasos acelerados: “Ahora queremos estibar bajo el mar nuestro sauvignon blanc y espumante. Si bien estamos en una etapa de investigación, es fascinante encontrar los resultados de esta experiencia nueva. Estos vinos presentan diferencias que se sienten concretamente y que son muy positivas”.
El siguiente video, muestra el proceso cuando bajaron las botellas de Wapisa Malbec y cuando, en junio de este año, destaparon la primera botella sumergida.
De la finca de Río Negro, que tiene 110 hectáreas de viñedos, en la actualidad hay un poco más de la mitad en producción y está planificado crecer y poder abastecer a otros mercados internacionales.
Desde Chapadmalal, revolución de los vinos blancos
Desde la misma bodega aseguran que formaron el primer proyecto en Argentina que se animó a acercarse lo más posible al mar. Su finca Costa y Pampa está a 6 kilómetros de la costa y la más nueva, Los Lobos, a tan sólo 15 cuadras.
Ezequiel Ortego, al frente de Trapiche Chapadmalal en Mar del Plata, provincia de Buenos Aires, resume el resultado de la cosecha 2020 y, con ésta, ya son 7 las que sus vinos están en el mercado. “Es, sin dudas, la mejor cosecha que hemos tenido. No tuvimos heladas, algo problemático que sí hubo los últimos tres años. Hemos tenido producción completa en toda la finca; un récord en cantidad de kilos y calidad de la uva. Este año plantamos una finca nueva que producirá recién en 2022. Allí tenemos chardonnay y albariño”.
Además, la bodega tiene pinot noir, sauvignon blanc, riesling, pinot gris, pinot blanc y gewürztraminer. “Estamos en una etapa de investigación y desarrollo. Hemos tenido otras cepas, como malbec, cabernet sauvignon y cabernet franc que probamos pero no se han adaptado a la zona. Cuesta la adaptación al frío y además la zona presenta vientos muy fuertes”, agrega el joven mendocino que se ríe al recordar que su jefe, Daniel Pi, le dijo, al momento de comenzar con este proyecto, que viajaría a Mar del Plata sólo por tres semanas y ya lleva siete años en esa ciudad.
“Aquí elaboramos mucho vino blanco y en el exterior es muy requerido. A nivel global aumenta el consumo de blancos. En esta bodega hacemos vino que tienen acidez natural mayor, más elevada; a diferencia de los de Mendoza. Son muy frescos y expresivos en boca. En nariz más delicados”, detalla Ortego.
Vinos ideales para acompañar un plato de ceviche, tiraditos, sushi y porqué no, alguna pasta con salsa liviana; la sugerencia del enólogo. Mientras que reserva al pinot noir, con una tabla de quesos y fiambres