Con su propia línea de vinos de la región, Agustín nos pinta el mapa de la industria y reflexiona sobre la actualidad.
Agustín es un bonaerense del campo profundo y profeso amante de la vida en el campo. Se recibió de ingeniero agrónomo y por pasión a la gastronomía, decidió estudiar para sommelier, cuando no era una profesión de moda.
Empezó a trabajar en el vino y fue encontrando en él la oportunidad de combinarlo con otra pasión: viajar. Estuvo en Portugal, Sudáfrica, Francia, Italia, Chile, entre otros. Trabajó unos pocos meses en Mendoza para la bodega Rutini y luego fue a Europa tras aplicar para un prestigioso máster llamado Vinifera EuroMaster, uno de los más importantes del viejo continente. Estudió en Montpellier, Burdeos (Francia) y Asti (Italia).
Previamente, en 2006 viajó a los Valles Calchaquíes para conocer sus microterroirs de extrema altura. Esa experiencia le sirvió de base para realizar un informe sobre esta región. Además, conoció al enólogo Stefano Gandolini, quien lo convenció de iniciar un proyecto propio en el noroeste argentino.
Así fue que en 2013 desembarcó nuevamente en la región para ya instalarse e impulsar su proyecto personal. Tenía la certeza de que trabajaría a la par de sus colaboradores, con producciones chicas y autogestionadas. Empezó con cuatro viñedos elegidos especialmente por él, totalmente distintos entre sí. Uno de ellos le gustó tanto que terminó comprando su primera finca allí, aunque aún está en desarrollo.
Hoy impulsa el proyecto de Agustín Lanús Wines y tiene líneas muy interesantes y valoradas en el plano nacional e internacional.
¿Qué tienen los Valles Calchaquíes?
Tienen todo lo que yo busco. Los microterruños están ubicados a unos 1.500 metros de diferencia entre sí en cuanto a altura. En cada vallecito donde hay agua, hay formaciones geológicas diferentes y microclimas. La insolación, el tipo de suelo, todo es distinto. Hay tanto para explorar, que está realmente en pañales. Eso es lo que más me vibra de estar acá.
¿Qué particularidades tienen los vinos?
La altura genera mayor incidencia de los rayos ultravioleta que sintetizan polifenoles, flavonoides, que en definitiva le dan color, estructura y complejidad aromática a los vinos. Además, son vinos con identidad. Para mi es más satisfactorio que me digan que el vino tiene identidad a que me digan que es bueno.
¿Por qué está poco explorada la región?
Cuando llegué a Cafayate muchos lo conocían. Pero en Catamarca había cualquier cantidad de viñedos y no existía un vino de allí. Traían uvas de Catamarca y al vino le ponían que era de Cafayate. Hay personas como yo, que nos gusta descubrir nuevas zonas y cada vez somos más. Por eso veo futuro. Pero está poco explorada porque hay pocos explorando.
¿Considerás que hay un nuevo respeto hacia las zonas vitivinícolas? ¿Lo ves como un avance?
Si, yo lo veo creciendo y a pasos muy grandes. La gente cada vez va descubriendo y comunicando nuevos terrenos. Fíjate lo que ha pasado en el Valle de Uco con Altamira, Cepillo, El Peral o Gualtallary. A mi, en 2016, el INV no me dejaba poner en la contraetiqueta de dónde provenían las uvas, porque era confuso para el consumidor. Fíjate lo que ha cambiado. Es muy acelerado el proceso y lo celebro. Pero todavía falta.
¿Quiénes empujan ese cambio?
Los cambios se dan por la curiosidad de los hacedores del vino, que les gusta investigar, experimentar. Y también porque el consumidor está buscando probar cosas nuevas. Es muy difícil que la gente compre una caja de vino sino que va a una vinoteca y compra 6 botellas distintas. Y con la comunicación todo se acelera y hay que estar preparado.
¿Qué es lo que mira el consumidor al comprar, varietal, enólogo o bodega? ¿Va a empezar a mirar regiones?
Yo considero que hay dos tipos de consumidores, aquellos más masivos que siguen comprando a las grandes bodegas que pueden estar en todos los supermercados. Y después estamos nosotros que le vendemos a los fanáticos del vino, una comunidad que cada vez se está haciendo más grande.
¿Hay un debate acerca de la intervención en los viñedos? ¿Qué opinás al respecto?
No intervención suena a que uno está ahí sentado de brazos cruzados. Yo creo que el ser humano está chipeado para intervenir. Cuando encontrás una uva que es tan buena, como es mi caso, hay que intentar no intervenir. Es más difícil para los productores que tienen que hacer mucho volumen para grandes mercados. La gente cada vez busca más esos vinos. Yo creo que el objetivo es dejar que la uva se exprese, pero no intervenir es una intervención activa. Y en el fondo la más difícil. Es cómo criar a los hijos, a veces es importante dejarlos que se tropiecen y equivoquen.
¿Entonces, es el vino un arte?
Para mi el arte es hacer las cosas con pasión y de una manera en la que realmente lo puedas expresar. En este caso, con un vino. Pero decir que un enólogo es una artista, me parece que no. Para mí hay gente más artista que otra y es porque está expresándose. Hay vinos industrializados y otros que realmente son una expresión de autor. Es como lo vive cada uno.