Si bien hay componentes del vino que ayudan a nuestro organismo, la ingesta de alcohol puede traer problemas de salud.
Argentina ostenta el segundo lugar en consumo de alcohol en América del Sur, con una estimación de ingesta por persona al año, de 9,88 litros. A pesar de la arraigada creencia en los beneficios del consumo de bebidas alcohólicas, informes científicos, como el de la Comisión Europea en 2022, contradicen estas ideas al considerar todas las bebidas alcohólicas, incluido el vino, como productos de alto riesgo para ciertos tipos de cáncer, como el del tracto intestinal bajo y de laringe.
El caso del vino es particular, ya que es una bebida que posee muchos componentes que pueden ayudar a nuestro cuerpo. Lo que los expertos aclaran es que el problema, es el alcohol.
Investigadores en endocrinología y nutrición advierten que no existe un nivel seguro de consumo de alcohol, ya que incluso cantidades mínimas pueden aumentar el riesgo de diversas enfermedades, incluyendo enfermedades cardíacas, cáncer, problemas hepáticos y pancreáticos, así como demencia y trastornos metabólicos.
Según la Universidad de Harvard, el consumo de alcohol está estrechamente relacionado con problemas cardíacos, elevando el riesgo de hipertensión, accidente cerebrovascular isquémico, insuficiencia cardíaca, miocardiopatía, aneurisma aórtico y fibrilación auricular. El Ministerio de Sanidad también alerta que el consumo intensivo de alcohol aumenta la posibilidad de sufrir un infarto.
Las mujeres, aunque representan un porcentaje menor de muertes relacionadas con el consumo de alcohol a nivel global, son más vulnerables a los efectos adversos de esta sustancia debido a su metabolismo más lento en comparación con los hombres.
Entonces, a pesar de que el vino tinto contiene polifenoles beneficiosos, los expertos señalan que estos nutrientes pueden obtenerse de fuentes más saludables y sin alcohol, como el consumo directo de uvas. Esta práctica evita los efectos nocivos del alcohol, preservando al mismo tiempo los beneficios de los antioxidantes.
La Federación Mundial del Corazón (WHF) respalda estas preocupaciones, indicando en su informe que no existe evidencia científica que respalde los beneficios del consumo de alcohol, ni siquiera en cantidades pequeñas, para la salud cardiovascular. El informe de la WHF vincula el alcohol con un notable aumento de enfermedades cardiovasculares en las últimas décadas y refuta la noción generalizada de que beber cantidades moderadas puede disminuir el riesgo de problemas cardíacos.
En palabras de la WHF: “La evidencia es clara: cualquier nivel de consumo de alcohol puede conducir a una pérdida de salud. Los estudios han demostrado que incluso cantidades pequeñas de alcohol pueden incrementar el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares”. Ante este panorama, la federación insta a una acción urgente y decisiva para abordar el aumento sin precedentes de muertes relacionadas con el alcohol a nivel mundial.