Las bodegas empiezan a mostrar imágenes de lo que será una cosecha con menos volumen pero buena calidad. Todo sobre la etapa más importante para los productores.
Es tiempo de cosecha y qué lindo se puso el pago, diría la reconocida canción. Las bodegas planifican su temporada y aceleran el último tramo de vendimia, esperando para sacar las uvas tintas que quedan y convertirlas en vino. Sin dudas una época crucial para las empresas de uno de los sectores económicos más importantes de Mendoza.
Durante febrero, el Instituto Nacional Vitivinícola estimó una gran caída en la producción de uvas en cuanto a volumen, cercana al 13% en relación al 2021, lo que significa que la producción sería la más baja en los últimos 5 años. Se prevé una cosecha de casi 20 millones de quintales (19.449.000), un número muy similar al producido en 2016 y 2017, los años de menor rendimiento en la última década.
Se cree que esto se debe a las heladas tardías en octubre y las tormentas de granizo. Motivos suficientes para que desde enero la Nación y provincia declaren la emergencia agropecuaria.
Un punto importante que parece ser una consigna permanente entre los referentes de la enología, es que más allá de que cuantitativamente no sea la cosecha más abundante, la calidad sigue siendo un distintivo que Mendoza puede aprovechar. A esta conclusión arribaron la mayoría de los enólogos consultados en esta nota.
Mauricio Boullaude, CEO de la bodega A16, explicó que “estimamos una caída del 15% en volumen con respecto al año pasado”, pero a la vez consideró: “creemos que mantenemos el nivel. Es normal que cuando cosechamos menos, la calidad puede mejorar. Pero eso no lo vamos a saber hasta que hagamos el vino.
“Pongale por las hileras”
La cosecha de las uvas generalmente comienza entre 30 y 70 días después de la etapa de envero, que es cuando las uvas cambian de color de verde a amarillo o rojo-violeta, depende del tipo.
Todo lo que le sigue a esa etapa es la maduración, proceso en el que algunas uvas demoran más tiempo que otras para llegar a su punto ideal. Además, es una etapa que los productores suelen administrar para destinar uvas a distintos tipos de vinos. Por ejemplo, si se cosecha temprano una uva puede replicarse en el vino un perfil herbáceo. En cambio, si se cosecha tarde concentrará más azúcares y el vino puede tener un dulzor natural.
La bodega Rosell Boher cuenta con viñedos en Luján y Valle de Uco, donde siembran variedades como Malbec, Chardonnay, Merlot, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Viognier, Pinot Noir, entre otros. La gerenta de la bodega, Alejandra Gil Posleman, explicó que “nuestros Chardonnay y Pinot Noir que van a los vinos base para los espumantes ya los sacamos a mediados de febrero. Casi todas las blancas ya están, y ahora es sufrir hasta abril para sacar las Cabernet y las Malbec.
Tras la cosecha, los productores deben trasladar las uvas a las instalaciones de vinificación siguiendo su curso hasta llegar al envasado o a las bodegas, en su defecto.
Esta etapa renueva la ilusión de los productores a pesar de los problemas macroeconómicos del mercado y la escasez de insumos. También es un momento importante para las familias que dependen del trabajo de la temporada. Por eso es motivo suficiente para celebrar.