Se cumplen 10 años de la Ley Nº 26.870 que declara al Vino Argentino Bebida Nacional. El vino nos representa en el mundo y nos enorgullece.
Se cumplen 10 años de la Ley Nº 26.870 que declara al Vino Argentino Bebida Nacional. El vino nos representa en el mundo y nos enorgullece.
Es muy importante tener en cuenta lo que significa esta actividad para el desarrollo productivo del país como economía regional del Oeste Argentino, en especial para Mendoza y San Juan, que representan más del 90% del desarrollo vitivinícola del país.
Es una actividad presente en 19 provincias, con 207.000 hectáreas cultivadas y 23.090 viñedos en manos de más de 15.900 productores.
En el sector industrial se encuentran registradas más de 1.200 bodegas, 104 fábricas de espumoso, más de 1.500 elaboradores de vino casero y artesanales.
La vitivinicultura es, asimismo, un sector que tracciona otras actividades económicas como el turismo, la cultura, el comercio y otros servicios como insumos secos, marketing, diseño, logística, generando mano de obra y valor agregado.
Es el complejo agroindustrial que genera mayor empleo: 72 trabajadores cada 100 hectáreas cultivada.
Detrás de cada botella de vino hay trabajo, hay arraigo, hay cultura, en fin bandera.
Por esto, cuando asumí la responsabilidad de conducir un organismo tan importante con prestigio nacional y mundial como el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), me propuse potenciarlo como protagonista en las definiciones estratégicas para el sector.
En estos cuatro años hemos trabajado en favor del sector, siempre escuchando y consensuando. Estoy convencido que esa es la manera de trabajar y de construir.
Les cuento algunos logros:
Entiendo que lo más importante para un dirigente vitivinícola es estar en contacto con productores, bodegas, con los referentes de sector. El contacto diario y permanente permite tomar decisiones consensuadas, que responden a necesidades reales del sector.
El contacto y conocimiento permite proyectar el futuro del sector vitivinícola. Soy de los que cree que se gestiona desde el terreno y no desde el escritorio. Estoy convencido que la vitivinicultura se la debe proyectar con una mirada estratégica, moderna y con eje comercial.
Siempre he estado y estaré trabajando, con compromiso y profesionalismo, para el sector. Entiendo que vienen muy buenos años para la vitivinicultura argentina si nos animamos a seguir teniendo el espíritu emprendedor que nos caracteriza.
Creo que la vitivinicultura, como economía regional con gran potencial exportador, tiene un futuro próspero. El desafío es grande y necesita de sus dirigentes, referentes y funcionarios públicos compromiso para defender su importancia productiva y comercial. En esto es clave el acompañamiento del sector público, siempre trabajando en sinergia con el sector privado, para que con sus distintas herramientas promueva la incorporación de más pymes exportadoras. El desafío final es que nuestros productores tengan rentabilidad y no sean la variable de ajuste de la cadena de valor.
¡Tenemos que festejar en festejar grandes cosechas!