Según un estudio, los vinos baratos provocan menos dolor de cabeza

Según un estudio, los vinos baratos provocan menos dolor de cabeza
Qué relación hay entre el dolor de cabeza y el vino.

Nuevos estudios sobre el quercetín teorizan que los vinos de mayor calidad provocarían más cefaleas.

En el vasto y complejo universo del vino, un tema que ha captado un notable interés en los últimos tiempos es el vinculado a la relación entre el consumo de vino tinto y las cefaleas. La comunidad científica, sigue estudiando este fenómeno y descubriendo nuevos componentes en relación con este fenómeno.

El enfoque central de esta investigación se dirige hacia el quercetín, un compuesto natural presente en varias plantas, incluyendo las pieles de las uvas. Este antioxidante, también encontrado en alimentos como alcaparras, eneldo fresco, cilantro, hinojo, cebolla roja, radicchio y berro, ha sido señalado como un posible causante de las cefaleas.

A pesar de su disponibilidad como suplemento dietético, la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) ha advertido que no posee beneficios médicos comprobados, emitiendo advertencias contra afirmaciones infundadas de algunas empresas.

La investigación actual, realizada en colaboración con la escuela de medicina de la Universidad de California, San Francisco (UCSF), propone un estudio donde personas voluntarias propensas a estas cefaleas consumirán vino tinto para luego reportar la intensidad de los dolores de cabeza experimentados. Aunque poco agradable, esta metodología se considera un paso necesario en el avance de la ciencia médica.

Según un estudio los vinos de mayor calidad provocarían más cefaleas.
Según un estudio los vinos de mayor calidad provocarían más cefaleas.

Remontándonos a la década de 1990, el químico y viticultor Steven Price, de la Universidad Estatal de Oregón, llevó a cabo investigaciones básicas que demostraron que la exposición al sol incrementa significativamente el nivel de quercetín en la variedad de uva Pinot Noir. Estos hallazgos sugieren una relación directa entre la exposición solar de las uvas y la concentración de quercetín en los vinos resultantes.

En este contexto, un informe del Washington Post sugiere que seleccionar vinos más económicos podría ser una estrategia para evitar el quercetín y, por ende, provocar menos dolores de cabeza que los vinos más caros. Aunque pueda parecer una simplificación, Waterhouse afirma que esta recomendación no está desencaminada, ya que, en promedio, las uvas destinadas a vinos de mayor precio suelen estar más expuestas al sol.

Investigaciones realizadas en Italia y España han contribuido significativamente a este campo de estudio en Europa. Mientras el estudio italiano proporcionó una lista de 50 variedades de uva clasificadas por sus niveles de quercetín, el estudio español se centró en vinos específicos, revelando que los niveles de quercetín en el Cabernet Sauvignon varían considerablemente, probablemente debido a la exposición solar de las uvas.

Entre las variedades de uva con bajos niveles de quercetín, destacan el Sagrantino y el Tannat, conocidos por producir vinos extremadamente tánicos. Por otro lado, variedades como el Cabernet Franc, el Pinot Noir y el Nebbiolo presentan niveles más altos de quercetín. Esto es relevante, ya que el Pinot Noir, a pesar de su perfil aparentemente “suave y ligero”, podría haber sido considerado por personas propensas a las cefaleas.

En relación con la viticultura y la producción de vinos con menor contenido de quercetín, una de las propuestas consideradas es el uso de mallas de sombra sobre las uvas, una inversión que algunas viñas ya están implementando debido a las olas de calor. Sin embargo, tanto Waterhouse como Price advierten que, a pesar de lo prometedor de la investigación, es prematuro considerar estos hallazgos como definitivos.

Price, al reflexionar sobre la evolución del conocimiento en torno a los compuestos del vino y la salud, sugiere que todavía falta tiempo para comprender completamente estas dinámicas. Como recomendación provisional, propone optar por el vino blanco para evitar las cefaleas asociadas al vino tinto, ya que el quercetín se encuentra principalmente en la piel de las uvas, y hay diferencias en la solubilidad de este compuesto entre los vinos tintos y blancos.

Este ámbito de investigación, aunque en sus etapas iniciales, abre un camino fascinante hacia la comprensión de cómo los factores vitivinícolas afectan la salud y el bienestar de los consumidores, marcando un punto de encuentro entre la ciencia enológica y la medicina.

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